Las respuestas las encontré no sólo en libros de historia, sino en conversaciones con mis amigos y en mi contacto con el invisible, donde el tiempo se desvanece y es posible tener encuentros afortunados con el pasado.
En este viaje conté con la compañía y el apoyo incondicional de Javier Valdés, quien me ayudó con el trabajo de investigación; de Salvador Garcini, quien se sumó a este esfuerzo y nos compartió sus sueños, sus pensamientos de luz; de Antonio Velasco Pina, quien enriqueció nuestro conocimiento sobre la historia de México.
Walter de la Gala, Elena Guardia, Isabel Molina, Víctor Hugo Rascón Banda y Alfredo Robert, quienes pusieron a mi disposición libros sobre el tema.
Víctor Medina y Soledad Ruiz, quienes me brindaron inapreciables sugerencias.
Mi sobrino Jordi Castells puso su talento, su intuición y su sensibilidad en la creación del códice que acompaña esta edición.
Mi hermano Julio Esquivel y Juan Pablo Villaseñor me regalaron su tiempo y su ayuda cibernética en la obtención de datos.
Cristina Barros y Marco Buenrostro participaron con sus conocimientos sobre la cocina mexicana.
A todos ellos va mi firme y sonoro agradecimiento.