Jack Hughes asintió. Afuera estaba nevando otra vez.
CAPITULO CINCO
No sé qué esperaba yo ver en un hechicero actual, pero Singing Rock podría haber sido tanto un vendedor de seguros como un practicante de la vieja magia india. Cuando le fui a esperar la mañana siguiente en el aeropuerto de La Guardia, después de su llegada de Sioux Falls, llevaba un traje de mohair gris, su cabello era corto y brillaba con alguna cosa que se hubiera puesto en él, y tenía unas gafas de grueso marco en su menos- que- aguileña nariz.
Su piel era oscura, con ojos brillantes y negros, y había más arrugas en su rostro de cincuenta años que las que uno pudiese esperar ver en un hombre blanco, pero por lo demás era muy mundano y poco espectacular, como los demás hombres de negocios en ese vuelo.
Me dirigí hasta él y le estreché la mano. Sólo me llegaba hasta el hombro.
– ¿Señor Singing Rock? Yo me llamo Harry Erskine.
– Hola. No tiene que decirme señor Singing Rock. Con sólo Singing Rock basta. Qué vuelo terrible. Tuvimos tormenta todo el tiempo. Pensé que íbamos a tener que aterrizar en Milwaukee.
– Mi coche está afuera -le dije.
Recogimos su equipaje y fuimos hasta el parking. Un sol licuoso estaba derritiendo el barro, y se apreciaba el comienzo de una sensación de primavera. Sobre la vereda caían un montón de goteras y una de ellas me alcanzó en el cuello.
Miré hacia arriba.
– ¿Cómo es que no caen encima suyo? -le pregunté.
– Soy un hechicero -dijo con urbanidad Singing Rock -. ¿Cree que una gota de agua se atrevería a caerme encima?
Puso sus maletas en el maletero y subimos al coche.
– ¿Le gusta el «Cougar»? -preguntó Singing Rock.
– Es un buen coche -dije-. Me gusta.
– Yo tengo uno verde -me respondió -. Lo uso para ir a pescar los fines de semana. Para trabajar tengo un «Marquis».
– Oh -dije. No parecía que el asunto de la hechicería anduviera muy mal en la reserva en estos días.
Mientras íbamos desde La Guardia hasta Manhattan le pregunté a Singing Rock cuánto sabía sobre el caso de Karen Tandy.
– Me dijeron que un viejo hechicero está por hacer su reaparición dentro de su cuerpo -dijo.
– ¿Y no le parece difícil de creer?
– ¿Por qué? He visto cosas más extrañas que ésa. Aprender a escaparse a otra época es una medicina algo fuerte, pero se registran casos de que se ha hecho. Si usted dice que es verdad y el doctor Snow dice que es verdad, entonces estoy inclinado a creer que sea verdad.
– ¿Usted sabe que esto tiene que ser mantenido en un estricto secreto? -le pregunté, mientras adelantaba a un camión y ponía en marcha mi limplaparabrisas para limpiar las salpicaduras que levantaban sus ruedas.
– Por supuesto. De todos modos yo no quería publicarlo. En South Dakota tengo un negocio de inversiones y no querría que mis clientes pensasen que estoy retornando al salvajismo.
– ¿También sabe que este hechicero es muy poderoso?
Singing Rock asintió.
– Cualquier hechicero que pueda proyectarse a través de tres siglos tiene que haber sido muy poderoso. He estado revisando notas sobre el tema y parece que cuanto mayor es la distancia temporal que puede atravesar el hechicero, más poderosa puede ser su magia.
– ¿Se enteró de más cosas al respecto?
– No demasiadas, pero las suficientes para aclarar mis ideas respecto al enfoque a tomar. ¿Ha oído hablar de Gitche Manitú, el Gran Espíritu? Bueno, con lo que nos tenemos que ver es con el espíritu, o manitú, de este hechicero en particular. Obviamente es muy fuerte, lo que significa que incluso en su vida previa, por 1650, ya estaba en su cuarta o quinta reencarnación. Cada vez que un manitú vive en la tierra como un ser humano adquiere más conocimientos y fuerza. Cuando llegue a su séptima u octava reencarnación estará listo para unirse al Gitche Manitú para siempre como un espíritu permanente. Es como una graduación.
Cambié de carril.
– En el espiritismo europeo hay una especie de concepción similar. Lo que quiero saberes cómo vencerá a un manitú como éste.
Singing Rock buscó en su bolsillo un cigarrillo y lo encendió.
– No estoy diciendo que sea fácil -me respondió -. En realidad todo este asunto es muy rápido. Pero el principio básico es el siguiente. Todo hechizo mágico, de acuerdo a su fuerza, puede ser dividido. No se puede anular. No se le puede detener. Tiene su propio momentum espiritual, y tratar de anularlo sería como pararse enfrente de un tren expreso. Pero se puede diversificar a ese tren expreso y enviarlo de vuelta por donde vino. Todo lo que se necesita es alterar su curso en trescientos sesenta grados.
– Puede ser más fácil de lo que piensa -le dije-. Los médicos han tomado rayos X de este hechicero cuando aún estaba en su estadio fetal y parece que lo han deformado o herido.
– Eso no lo hará diferente -dijo Singing Rock-. El hechizo se hizo cuando él aún estaba entero y bien, y eso es lo que cuenta.
– ¿En realidad puede hacer que abandone a Karen Tandy?
– Así lo espero. No creo que yo tenga el poder como para enviarlo de vuelta a 1650. Para eso se necesitaría un hechicero muy fuerte y experimentado, alguien mucho más poderoso que yo. Pero lo que puedo hacer es sacarlo de ella, revertir el crecimiento en ella y enviarlo a otra persona.
Sentí un escalofrío.
– ¿A otra persona? Pero no puede enviar eso a otra persona. ¿Qué sentido tiene salvarle la vida a Karen Tandy si matamos a otra persona?
Singing Rock chupó su cigarro.
– Lo siento, señor Erskine. Pensé que entendía sobre estos problemas. No hay otra forma de hacerlo.
– ¿Pero a quién irá el manitú?
– Puede ser cualquiera. Tiene que darse cuenta que él luchará por su propia existencia y buscará cualquier persona que sea débil y receptiva.
Suspiré. Y de pronto me sentí muy cansado. No es nada fácil luchar contra algo que no conoce el significado de la extinción física y que está absolutamente dedicado a su propia supervivencia.
– Si lo que usted dice es verdad, Singing Rock, podría muy bien volar de vuelta a South Dakota.
Singing Rock frunció su ceño.
– Seguramente usted no objetará que transfiramos el manitú a alguien inútil, como un drogadicto irremediable, quizás, o algún borracho de los barrios bajos, o a algún criminal negro.
– Singing Rock, eso está fuera de cuestión. Esto ha sucedido porque nuestra raza perjudicó a otra. Si no hubiese sido por la forma en que los holandeses amenazaron al hechicero en 1650, él no estaría ahora aquí, amenazándonos a nosotros. No veo que haya ninguna justificación para hacer eso de nuevo contra otra minoría racial. Quiero decir, estaríamos perpetuando el mal.
El hechicero indio con su traje de mohair me miró con curiosidad.
– Es muy curioso escuchar eso de un blanco -dijo -. Mi padre, y mi abuelo, y mi bisabuelo, todos sintieron lo mismo hacia los blancos. Eran diablos inescrupulosos con corazón de piedra. Ahora, cuando finalmente nos han enseñado cómo ser tan duros y totalmente indiferentes como ustedes, ustedes se vuelven blandos con nosotros.
El «Cougar» silbó a través de la carretera mojada. Un rayo de sol amarillo cayó sobre nosotros.
– Bueno, quizá sea fácil para nosotros ser blandos ahora -le dije -. Ya tenemos todo lo que queríamos, y ahora que lo logramos podemos permitirnos ser caritativos. Pero cualquiera que sea la razón no puedo justificar el transferir al manitú a alguien más, no importa de qué raza sea, y no importa cuan miserable sea. Eso está en contra de los principios.
– Muy bien -dijo Singing Rock -. Entonces tenemos una alternativa. Pero, se lo advierto, es mucho más peligrosa.
– ¿Cuál es?
– Esperaremos hasta que el hechicero emerja del cuerpo de Karen Tandy.