Paradójicamente, una de las primeras redacciones de la leyenda la refiere para negarla. Consta en el Libro de los animales de Al-Yahiz, zoólogo musulmán de principios del siglo ix.
Miguel Asín Palacios la ha vertido al español con estas palabras:
En cuanto al zaratán, jamás vi a nadie que asegurase haberlo visto con sus ojos. Algunos marineros pretenden que a veces se han aproximado a ciertas islas marítimas y en ellas había bosques y valles y grietas y han encendido un gran fuego; y cuando el fuego ha llegado al dorso del zaratán, ha comenzado éste a deslizarse (sobre las aguas) con ellos (encima) y con todas las plantas que sobre él había, hasta tal punto, que sólo el que consiguió huir pudo salvarse. Este cuento coima todos los relatos más fabulosos y atrevidos.
Consideremos ahora un texto del siglo XIII. Lo escribió el cosmógrafo Al-Qazwiní y procede de la obra titulada Maravillas de las criaturas. Dice asi:
En cuanto a la tortuga marina, es de tan desaforada grandeza que la gente del barco la toma por una isla. Uno de los mercaderes ha referido:
"Descubrimos en el mar una isla que se elevaba sobre el agua, con verdes plantas, y desembarcamos y en la tierra cavamos hoyos para cocinar, y la isla se movió, y los marineros dijeron: 'Volved, porque es una tortuga, y el calor del fuego la ha despertado, y puede perdernos'."
En la Navegación de San Brandán se repite la historia:
y entonces navegaron, y arribaron a aquella tierra, pero como en algunos lugares había escasa profundidad, y en otros, grandes rocas, fueron a una isla, que creyeron segura, e hicieron fuego para cocinar la cena, pero San Brandán no se movió del buque. Y cuando el fuego estaba caliente, y la carne a punto de asarse, esta isla empezó a moverse, y los monjes se asustaron, y huyeron al buque, y dejaron el fuego y la carne, y se maravillaron del movimiento. Y San Brandán los reconfortó y les dijo que era un gran pez llamado Jasconye, que día y noche trata de morderse la cola, pero es tan largo que no puede. [14]