Inútil agregar que el redentor se casó con la re-dimida, como Perseo con Andrómeda.
En su versión inglesa de las cosmogonías y teogonías del Japón (The Sacred Scriptures of the Japanese, Nueva York, 1952), Post Wheeler recuerda los mitos análogos de la Hidra, de Fafnir y de la diosa egipia Hatbor, a quien un dios embriagó con cerveza color de sangre, para librar de la aniquiliación a los hombres.
EL ODRADEK [9]
UNOS derivan del eslavo la palabra Odradek y quieren explicar su formación mediante ese origen. Otros la derivan del alemán y sólo admiten una influencia del eslavo. La incertidumbre de ambas interpretaciones es la mejor prueba de que son falsas; además, ninguna de ellas nos da una explicación de la palabra.
Naturalmente nadie perdería el tiempo en tales estudios si no existiera realmente un ser que se llama Odradek. Su aspecto es el de un huso de hilo, plano y con forma de estrella, y la verdad es que parece hecho de hilo, peto de pedazos de hilo cortados, viejos, anudados y entreverados, de distinta clase y color. No sólo es un huso; del centro de la estrella sale un palito transversal, y en este
palito se articula otro en ángulo recto. Con ayuda de este último palito de un lado y uno de los rayos de la estrella del otro, el con;unto puede pararse como si tuviera dos piernas.
Uno estaría tentado de creer que esta estructura tuvo alguna vez una forma adecuada a una función, y que ahora está tota. Sin embargo, tal no parece ser el caso; por lo menos no hay ningún indicio en ese sentido; en ninguna parte se ven composturas o roturas; el conjunto parece inservible, pero a su manera completo. Nada más podemos decir, porque Odradek es extraordinariamente movedizo y no se deja apresar.
Puede estar en el cielo raso, en el hueco de la escalera, en los corredores, en el zaguán. A veces pasan meses sin que uno lo vea. Se ha corrido a las casas vecinas, pero siempre vuelve a la nuestra. Muchas veces, cuando uno sale de la puerta y lo ve en el descanso de la escalera, dan ganas de hablarle. Naturalmente no se le hacen preguntas difíciles, sino que se lo trata -su tamaño diminuto nos lleva s eso -como a un niño. "¿Cómo te llamas?", le preguntan a "Odradek", dice "¿Y dónde vives?" "domicilio incierto", dice y se ríe, pero es una risa sin pulmones. Suena como un susurro de bojas secas. Generalmente el diálogo acaba ahí. No siempre se consiguen esas respuestas; a veces guarda un largo silencio, como la madera, de que parece estar hecho,
Inútilmente me pregunto qué ocurrirá con él. ¿Puede morir? Todo lo que muere ha tenido antes una meta, una especie de actividad, y así se ha gastado; esto no corres-ponde a Odradek. ¿Bajará la escalera arrastrando hilachas ante los pies de mis hijos y de los hijos de mis hijos? No hace mal a nadie, pero la idea de que puede sobrevivirme es casi dolorosa para mí.
FRANZ KAFKA
LA PANTERA
EN LOS bestiarios medievales, la palabra pantera Indica un animal asaz diferente del "mamífero carnicero" de la zoología contemporánea. Aristóteles había mencionado que su olor atrae a los demás animales; Eliano -autor latino apodado Lengua de Miel por su cabal dominio del griego- declaró que ese olor también era agradable a los hombres. (En este rasgo, algunos han conjeturado una confusión con el gato de algalia.) Plinio le atribuyó una mancha en el lomo, de forma circular, que menguaba y crecía con la luna. A estas circunstancias maravillosas vino a agregarse el hecho de que la Biblia griega de los Setenta usa la palabra pantera en un lugar que puede referirse a Jesús (Isaias 5: 14).
En el bestiario anglosajón del códice de Exeter, la pantera es un animal solitario y suave, de melodiosa voz y aliento fragante. Hace su habitación en las montañas» en un lugar secreto. No tiene otro enemigo que el dragón, con el que sin tregua combate. Duerme tres noches ', cuando se despierta cantando, multitudes de hombres y de animales acuden a su cueva, desde los campos, los castillos y las ciudades, atraídos por la fragancia y la música. El dragón es el antiguo Enemigo, el Demonio; el despertar es la resurrección del Señor; las multitudes son la comunidad de los fieles y la pantera es Jesucristo.
Para atenuar el estupor que puede producir esta alegoría, recordemos que la pantera no era una bestia feroz para los sajones, sino un sonido exótico, no respaldado por una representación muy concreta.
Cabe agregar, a título de curiosidad, que el poema
Gerontion, de Eliot, habla de Cbrist the tiger, de
Cristo el tigre.
Anota Leonardo da Vinci:
La pantera africana es como una leona, pero las patas son más altas, y el cuerpo mis sutil. Es toda blanca y está salpicada de manchas negras que parecen rosetas. Su hermosura deleita a los animales, que siempre le andarían al. rededor, si no fuera por su terrible mirada. La pantera, que no ignora esta circunstancia, baja los ojos; los animales se le aproximan para gozar de tanta belleza y ella atrapa al que está mas cerca y lo devora.
EL PELICANO
EL PELÍCANO de la zoología común es un ave acuática, de dos metros de envergadura, con un pico muy largo y ancho, de cuya mandíbula inferior pende una membrana rojiza que forma una especie de bolsa para guardar pescado; el de la fábula es menor y su pico es breve y agudo. Fiel a su nombre, el plumaje del primero es de color blanco; el del segundo es amarillo y a veces verde. Aún más singular que su aspecto resultan sus costumbres.
Con el pico y las garras, la madre acaricia los hijos con tanta devoción que los mata. A los tres días llega el padre; éste, desesperado al hallarlos muertos, se abre a picotazos el pecho. La sangre que derraman sus heridas los resucita… Así refieren los bestiarios el hecho, salvo que San Jerónimo, en un comentario al salmo 102 ("Soy como un pelícano del desierto, soy como una lechuza del yermo"), atribuye la muer-te de los hijos a la serpiente. Que el pelícano se abre el pecho y alimenta con su propia sangre a los hijos es la versión común de la fábula.
Sangre que da vida a los muertos sugiere la eucaristía y la cruz, y así un verso famoso del Paraíso (XXV, 113) llama "nuestro pelícano" a Jesucristo. El comentario latino de Benvenuto de Imola aclara:
"Se dice pelícano porque se abrió el costado para salvarnos, como el pelícano que vivifica a los hijos muertos con la sangre del pecho. El pelícano es ave egipcia."
La imagen del pelícano es habitual en la heráldica eclesiástica y todavía la graban en los copones. El bestiario de Leonardo da Vinci define así al pelícano:
Quiere mucho a sus hijos, y hallándolos en el nido muertos por las serpientes, se desgarra el pecho y, bañándolos con su sangre, los vuelve a la vida.