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LA PELUDA DELA FERTE – BERNARD

A ORILLAS del Huisne, arroyo de apariencia tranquila, merodeaba durante la Edad Media la Peluda (La velue). Este animal habría sobrevivido el Diluvio, sin haber sido recogido en el arca. Era del tamaño de un toro; tenía cabeza de serpiente, un cuerpo esférico cubierto de un pelaje verde, armado de aguijones cuya picadura era mortal. Las patas eran anchísimas, semejantes a las de la tortuga; con la cola, en forma de serpiente, podía matar a las personas y a los animales. Cuando se encolerizaba, lanzaba llamas que destruían las cosechas. De noche, saqueaba los establos. Cuando los campesinos la perseguían, se escondía en las aguas del Huisne que hacía desbordar, inundando toda la zona.

Prefería devorar los seres inocentes, las doncellas y los niños. Elegía a la doncella más virtuosa, a la que llamaban la Corderita (L'agnelle). Un día, arrebató a una Corderita y la arrastró desgarrada y ensangrentada al lecho del Huisne. El novio de la víctima cortó con una espada la cola de la Peluda, que era su único lugar vulnerable. El monstruo murio inmediatamente. Lo embalsamaron y festejaron su muerte con tambores, con pífanos y danzas.

EL PERITIO

PARECE que la sibila de Eritrea afirmó en uno de sus oráculos que Roma sería destruída por los peritios.

Al desaparecer dichos oráculos en el año 671 de nuestra era (fueron quemados accidentalmente), quien se ocupó en restituirlos omitió el vaticinio y por ello en los mismos no hay indicación alguna al respecto.

Ante tan oscuro antecedente, se hizo necesario buscar una fuente que arrojara mayor luz sobre el particular. Así fue como tras mil y un inconvenientes se supo que en el siglo XVI un rabino de Fez (con toda seguridad Aaron-Ben-Chaim) había publicado un folleto dedicado a los animales fantásticos, donde traía a colación la obra de un autor árabe leída por él, en la que se mencionaba la pérdida de un tratado sobre los peritios, al incendiar Omar la biblioteca de Alejandría en el 640.

Si bien el rabino no ha dado el nombre del autor árabe, tuvo la feliz idea de transcribir algunos parrafos de su obra, dejándonos una valiosa referencia del peritio.

A falta de mayores elementos, es juicioso limitar se a copiar textualmente dichos párrafos; helos aquí:

…Los peritios habitan en la Atlántida y son mitad ciervos, mitad aves. Tienen del ciervo la cabeza y las patas. En cuanto al cuerpo es un ave perfecta con sus corres-pondientes alas y plumaje.

…Su más asombrosa particularidad consiste en que, cuando les da el sol, en vez de proyectar la sombra de su figura, proyectan la de un ser humano, de donde algunos concluyen que los peritios son espíritus de individuos que murieron lejos de la protección de los dioses…

… se los ha sorprendido alimentándose de tierra seca…vuelan en bandadas y se los ha visto a gran altura en las Columnas de Hércules…

…ellos (los peritios) son temibles enemigos del género humano. Parece que cuando logran matar a un hombre, inmediatamente su sombra obedece a su cuerpo y alcanzan el favor de los dioses…

…Los que cruzaron las aguas con Escipión para vencer a Cartago estuvieron a muy poco de fracasar en su empresa, pues durante la travesía apareció un grupo compacto de peritios, que mataron a muchos…

…si bien nuestras armas son impotentes ante el peri-tio, el animal no puede matar a más de un hombre…

…Se revuelca en la sangre de su víctima y luego huye hacia las alturas

…En Ravena, donde los vieron hace pocos años, dicen que su plumaje es de color celeste, lo cual me sorprende mucho por cuanto he leído que se trata de un verde muy oscuro…

Aun cuando los párrafos que anteceden son suficientemente explícitos, es lamentable que a nuestros días no haya llegado ninguna otra información atendible sobre los peritios.

El folleto del rabino que permitió esta descripción se hallaba depositado hasta antes de la última Guerra Mundial en la Universidad de Munich. Doloroso resulta decirlo, pero en la actualidad ese documento también ha desaparecido, no se sabe si a consecuencia de un bombardeo o por obra de los nazis.

Es de esperar que, si fue esta última la causa de su pérdida, con el tiempo reaparezca para adornar alguna biblioteca del mundo.

LA QUIMERA

LA PRIMERA noticia de la Quimera está en el libro VI de la Ilíada. Ahí está escrito que era de linaje divino y que por delante era uti león, por el medio una cabra y por el fin una serpiente; echaba fuego

por la boca y la mató el hermoso Belerofonte, hijo de Glauco, según lo habían presagiado los dioses. Cabeza de león, vientre de cobra y cola de serpiente, es la interpretación más natural que admiten las palabras de Homero, pero la Teogonía de Hesíodo la describe con tres cabezas, y así está figurada en el famoso bronce de Arezzo, que data del siglo y. En la mitad del lomo está la cabeza de cabra, en una extremidad la de serpiente, en otra la de león.

En el sexto libro de la Eneida reaparece " la Quimera armada de llamas"; el comentador Servio Honorato observó que, según todas las autoridades, el monstruo era originario de Licia y que en esa región hay un volcán, que lleva su nombre. La base está infestada de serpientes, en las laderas hay praderas y cabras, la cumbre exhala llamaradas y en ella tienen su guarida los leones; la Quimera sería una metáfora de esa curiosa elevación. Antes, Plutarco había sugerido que Quimera era el nombre de un capitán de aficiones piráticas, que había hecho pintar en su barco un león, una cabra y una culebra.

Estas conjeturas absurdas prueban que la Quimera ya estaba cansando a la gente. Mejor que imagi-narla era traducirla en cualquier otra cosa. Era de-masiado heterogénea; el león, la cabra y la serpiente (en algunos textos, el dragón) se resistían a formar un solo animal. Con el tiempo, la Quimera tiende a ser "lo quimérico"; una broma famosa de Rabelais ("Si una quimera, bamboleándose en el vacío, puede comer segundas intenciones") marca muy bien la transición. La incoherente forma desaparece y la palabra queda, para significar lo imposible. Idea falsa, vana imaginación, es la definición de quimera que ahora da el diccionario.

RÉMORA

RÉMORA, en latín, es demora. Tal es el recto sentido de esa palabra, que figuradamente se aplicó a la echeneis, porque le atribuyeron la facultad de detener los barcos. El proceso se invirtió en español; rémora, en sentido propio, es el pez y, en sentido figurado, el obstáculo. La rémora es un pez de color ceniciento; sobre la cabeza y la nuca tiene una placa oval, cuyas láminas cartilaginosas le sirven para adherirse a los demás cuerpos submarinos, formando con ella el vacío. Plinio declara sus poderes:

Hay un pescado llamado la rémora, muy acostumbrado a andar entre piedras, el cual, pegándose a las carenas, hace que las naos se muevan más tardas, y de aquí le pusieron el nombre, y por esta causa es también infame hechicería, y para detener y obscurecer los juicios y pleitos. Pero estos males los modera con un bien, porque retiene en el vientre las criaturas hasta el parto. No es bueno ni se recibe para manjares. Entiende Aristóteles tener este pescado pies, pues tiene puestas de tal manera la multitud de sus escamas que lo parecen… Trebio Negro dice que este pez es del largo de un pie y del grueso de cinco dedos y que detiene los navíos y, fuera de esto, que poniéndole conservado en sal tiene la virtud de que el oro caído en profundísimos pozos lo saca pegado a él [10].

Extraño es comprobar cómo de la idea de detener

los barcos se llegó a la de detener los pleitos y a la de detener las criaturas.

En otro lugar, Plinio refiere que una rémora decidió la suerte del Imperio romano, deteniendo en la batalla de Accio la galera en que Marco Antonio revistaba su escuadra, y que otra rémora paró el navío de Calígula, a pesar del esfuerzo de los cuatrocientos remeros. Soplan los vientos y se encolerizan las tempestades -.exclarna Plinio-, pero la rémora sujeta su furia y ordena que los barcos se detengan en su carrera y alcanza lo que no alcanzarían las más pesadas áncoras y los cables.

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[10] 9-41: Versión de Gerónimo Gómez de Huerta. (1604). 125