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Rebka se aseguró de tener una cuerda amarrada con firmeza al coche para poder regresar. Luego, se inclinó contra el viento y comenzó a avanzar con dificultad. Al fin pudo ver el generador, cuando lo tuvo a menos de cuatro metros de distancia. ¡No era extraño que los sensores de masa no lo hubiesen registrado! Era diminuto; una unidad independiente, la más pequeña que jamás hubiese visto. No medía más de treinta centímetros cuadrados y unos pocos centímetros de espesor, con una antena corta y gruesa que se alzaba de su parte central. La sólida pila de piedras sobre la cual descansaba se erguía sobre una pequeña elevación del terreno. Alguien se había tomado el trabajo para asegurarse de que, por más débil que fuese, el generador pudiera ser escuchado en el máximo radio posible.

Alguien. ¿Pero quiénes y dónde? Si habían dejado el generador para buscar refugio a pie, sus probabilidades eran pocas. Un humano sin protección no lograría recorrer ni cien metros. Se sofocaría, incapaz de evitar ese polvo asfixiante.

Pero tal vez hubieran registrado lo que estaban haciendo. Cada generador de auxilio contenía un hueco con un mensaje en su base. Si habían partido hacía sólo unos minutos…

Un pensamiento optimista, se dijo Rebka mientras se quitaba el guante y se disponía a deslizar la placa en el fondo del generador. Había estado recibiendo la señal de auxilio durante una hora. ¿Quién sabía cuánto tiempo había estado enviando su grito de ayuda antes de que él lo escuchara?

Rebka colocó la mano en la estrecha abertura. Cuando sus dedos tocaron la base, una gigantesca descarga de dolor se esparció por su mano, su brazo y luego por todo su cuerpo. Sus músculos sufrieron una convulsión demasiado rápida y fuerte como para permitirle gritar. No pudo retirar la mano. Rebka se dobló, desvalido, sobre el generador de señales.

Un enrollador neural, dijo su mente un instante antes de que le golpeara la siguiente descarga, más fuerte que la primera. Ya no pudo respirar. En los segundos previos a que perdiera el conocimiento, su mente se llenó de ira. Ira contra toda aquella estúpida misión, ira contra ese planeta… pero, por encima de todo, ira contra sí mismo.

Había cometido una estupidez suprema, que iba a matarlo. Atvar H’sial era peligrosa, y mucho más en la superficie de Sismo. Lo había sabido antes de aterrizar. Sin embargo, había salido a caminar como un niño en un día de campo, sin molestarse en tomar las precauciones más elementales…

Pero estaba tratando de ayudar, murmuró en su interior.

¿Y qué? Su mente rechazó esa excusa mientras la corriente retorcía su cuerpo y confundía su mente por tercera y última vez.

Lo has dicho muchas veces: la gente que es lo suficientemente estúpida para dejarse matar nunca ayuda a nadie…, se reprochó.

Y ahora, maldita sea, nunca sabría cómo se veía Sismo durante la Marea Estival. El planeta había ganado; él había perdido…

El viento, cargado de polvo, aulló triunfante sobre su cuerpo inconsciente.

ARTEFACTO: ELEFANTE

UAC#: 859

Coordenadas galácticas: 27.548, 762 / 16.297, 442 / 201, 33

Nombre: Elefante

Asociación estrella/planeta: Cam H’ptiar/Emserin

Nodo de Acceso Bose: 1121

Antigüedad estimada: 9,233 ± 0,31 Megaaños

Historia de su exploración: Descubierto por observación a distancia en E.4553. Alcanzado y recorrido por una flota de exploración cecropiana en E.3227. Miembros de la misma flota llevaron a cabo el primer acceso a Elefante y midieron sus parámetros físicos (véase más adelante). Los siguientes equipos de inspección realizaron el primer recorrido completo de Elefante (E.2068), hicieron intentos de comunicación (E.1997, E. 1920, E. 1883, todos sin éxito) y retiraron grandes muestras de material para efectuar pruebas (E 1882 E. 1551). En cada visita sucesiva hubo informes de cambios en los parámetros físicos y en el aspecto, y se estableció sobre Emserin un puesto de observación cecropiano (Estación Elefante), a cuatro minutos luz de distancia, en E.1220. Dos mil novecientos años después, en E.1668, se sumaron observadores humanos a la Estación Elefante. Este artefacto ha sido vigilo continuamente durante más de cinco mil años estándar.

Descripción física: Elefante es una masa gaseosa alargada y amorfa, de unos cuatro mil kilómetros en su dimensión máxima y un ancho nunca mayor a los novecientos kilómetros. En realidad no es un verdadero gas, sino una masa interconectada de fibras polímeras y conductos de transferencia. El interior es altamente conductor (sobre todo superconductor), tanto del calor como de la electricidad.

Estímulos aplicados sugieren que todo el cuerpo reacciona a cualquier influencia externa, pero inicia el regreso a su condición original con una primera respuesta a los veinte años aproximadamente. La restauración física se lleva a cabo por duplicación de subsectores, y cualquier materia incidente (p. ej. fragmentos comentarios) se emplea catabólica y anabólicamente para sintetizar los componentes necesarios. Los cambios de temperatura locales se corrigen para lograr una temperatura promedio de 1,63 grados Kelvin, compatible con el uso del helio II líquido como agente de transferencia del calor. No está claro el mecanismo de enfriamiento que mantiene por debajo de los 2 Kelvin a las subunidades de Elefante.

Los agujeros de Elefante (incluyendo fragmentos extirpados de hasta veinte kilómetros de largo y cortes longitudinales completos) son reemplazados desde el interior, con pequeñas reducciones en las dimensiones generales. La forma externa se mantiene constante, y la impresión de un cuerpo amorfo es totalmente engañosa. A menos que se agregue o se retire materia del cuerpo, tanto el tamaño como la forma de Elefante son invariables en cualquier dirección, salvo por fracciones de milímetros.

Objetivo propuesto: ¿Elefante tiene vida? ¿Elefante posee conocimiento? Ese debate continúa. Según el consenso de hoy, Elefante es un artefacto activo con una capacidad limitada de renovarse a sí mismo. Cualquier sección extirpada se vuelve inerte lentamente, su conductividad disminuye y el sistema pierde su carácter homeostático. Si Elefante tiene vida, el tiempo de respuesta a los estímulos externos es muy largo (cientos de años), y el ritmo metabólico implícito, correspondientemente lento.

Sin considerar la posibilidad de que este artefacto posea conciencia de sí mismo, sin duda es cierto que Elefante puede funcionar, en conjunto o en partes, como una calculadora de utilidad general. Siguiendo los trabajos pioneros de Demerle y T’rusig, Elefante ha sido ampliamente utilizado en aplicaciones que requerían enorme capacidad de almacenamiento y velocidad de cálculo.

Si Elefante es una entidad inteligente y consciente de sí misma, la noción de objetivos y usos es inadecuada. Para probar su estado de conciencia se necesitarían pruebas mucho más complejas.

Del Catálogo Universal de Artefactos Lang, cuarta edición.

16

Marea estival menos siete

—Es como una búsqueda del tesoro —dijo Graves. Con las manos unidas por detrás y su actitud relajada, parecía un esqueleto pensativo dando un paseo de mediodía—. El antiguo juego por grupos. ¿Lo recuerda?

Max Perry siguió mirando hacia delante. Había crecido en un mundo demasiado duro y marginal para permitirse el lujo de los juegos infantiles. La comida había sido su mayor tesoro. Y el mejor juego que se le ocurría en ese momento era la supervivencia.