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—Muy bien. No tenemos tiempo para discutir. Busquemos a las gemelas.

—¿Qué hacemos con estos dos? —Perry señaló a Kallik y a J’merlia.

—Vendrán con nosotros, por supuesto. Es posible que Atvar H’sial y Louis Nenda nunca regresen o que, para cuando lo hagan, ya sea demasiado tarde. También es posible que no logren rastrear el generador. Usted ha dicho que emitía una señal de muy baja potencia.

—Es cierto. Estoy de acuerdo; no podemos dejarlos aquí. En el coche hay suficiente espacio para todos. —Perry se volvió hacia J’merlia y Kallik—. Vamos. Salgamos de aquí.

Al ver que no se movían, cogió una de las delgadas patas negras de J’merlia y se dirigió hacia la entrada del túnel. Con gran sorpresa para Perry, el lo’tfiano se resistió.

—Con todo respeto, comandante. —J’merlia se afirmó con seis de sus patas y se agachó hasta que su abdomen rozó el suelo—. Los humanos son seres mucho más importantes que Kallik o yo. Lo sabemos y trataremos de hacer cualquier cosa que nos digan. Pero Atvar H’sial y Louis Nenda nos ordenaron permanecer en esta zona, y debemos aguardar hasta que regresen.

Perry se volvió hacia Graves con impotencia.

—¿Y ahora qué? No quieren hacer lo que les digo. ¿Cree que obedecerán una orden suya?

—Probablemente no. —El consejero miró a J’merlia con calma—. ¿Lo harías?

El lo’tfiano tembló y se agachó aún más sobre el suelo polvoriento.

Graves asintió con la cabeza.

—Es suficiente respuesta. Verá, comandante. Los estamos colocando en una posición imposible. Aunque están entrenados para obedecernos, no pueden desobedecer las órdenes de sus amos. Ellos también tienen fuertes instintos para la salvación de sus propias vidas, pero no ven ningún peligro en este lugar. Sin embargo, tengo una alternativa que proponerles, algo que tal vez les resulte aceptable. Podríamos dejarlos aquí…

—Imposible. Morirían.

—No los dejaríamos indefinidamente. Pero estamos cerca de la Depresión Pentacline. Podríamos explorarla en busca de las gemelas. Si proporcionamos una nueva fuente de potencia a este generador, estaríamos en condiciones de regresar aquí después, hayamos tenido éxito o no. Para entonces, tal vez también hayan regresado Nenda y Atvar H’sial. Si no, sin duda el peligro de Sismo se habrá hecho más evidente, y podremos tratar de persuadirlos de nuevo para que lo abandonen.

Perry todavía vacilaba. Finalmente negó con la cabeza.

—Creo que podremos hacer algo mejor. —Se volvió hacia J’merlia—. ¿Les ordenaron que no abandonaran el lugar donde fueron dejados por Atvar H’sial y Louis Nenda?

—Exacto.

—Pero ya lo han dejado… para venir a este túnel. Por lo tanto, deben tener cierta libertad de movimiento. ¿Cuánto estáis dispuestos a alejaros tú y Kallik?

—Un momento, por favor. —J’merlia se alejó de Perry y mantuvo un diálogo de silbidos con la hymenopt, quien hasta ese momento había permanecido agazapada en el suelo, completamente inmóvil. Al fin, J’merlia asintió con la cabeza—. No es tanto una cuestión de distancia como de tiempo. Unos pocos kilómetros estaría bien; Kallik y yo estamos de acuerdo en que podríamos recorrer esa distancia a pie. Pero, si nos aseguran que nos harían regresar en tres o cuatro horas, estaríamos dispuestos a recorrer una distancia más larga en coche.

—Cuatro horas no serán suficientes —replicó Graves—. ¿Cómo es de grande la Depresión Pentacline, comandante?

—Aproximadamente unos ciento cincuenta kilómetros de ancho.

—Y las gemelas deben encontrarse allí, pero podrían estar en el otro extremo. Aunque estoy seguro de que lograremos hallarlas si contamos con el tiempo suficiente, nos resultará imposible examinar exhaustivamente la zona y encontrar la nave espacial en unas pocas horas. Tendremos que hacerlo a mi modo; dejar a estos dos aquí y luego volver por ellos.

Kallik emitió un silbido y una serie de chasquidos agitados.

—Pero, si tenemos que regresar, se nos acortará aún más el tiempo de búsqueda. —Perry no hizo caso de la hymenopt—. Si estos dos seres pudieran…

—Con gran respeto, capitán —le interrumpió J’merlia; la primera vez en su vida en que interrumpía a un humano—. Desde que Kallik y yo nos conocimos en Ópalo, le he estado enseñando el idioma humano. Ya logra entender un poco, aunque aún no sabe hablar. Ahora me pregunta si ha escuchado ¡o que cree haber escuchado. ¿Están buscando otra presencia humana, aquí en la superficie de Sismo?

—Ya lo creo que sí… ¡Suponiendo que alguna vez logremos salir de este lugar! Así que ahora basta de charlas. Tenemos que…

Esta vez fue la misma Kallik quien interrumpió. La hymenopt corrió hasta Perry, se alzó en las puntas de sus patas y emitió una rápida serie de silbidos.

—Con gran respeto —dijo J’merlia antes de que Perry pudiese volver a hablar—, quiere que sepan que hay otra nave espacial sobre la superficie de Sismo.

—Lo sabemos. La que Kallik y Louis Nenda utilizaron para venir desde Ópalo.

—No. Esa no. Antes de que aterrizaran, el amo Nenda realizó un recorrido exploratorio, porque le preocupaba la posibilidad de que hubiese una trampa. Recogió la señal de un Propulsor Bose en una nave. Kallik dice que era un diseño de la Alianza, capaz de efectuar traslados por el Sistema Bose. Ella piensa que quizás haya traído a los humanos que buscan.

Kallik gruñó y volvió a silbar. J’merlia asintió con la cabeza.

—Dice que sólo se encuentra a cien kilómetros de aquí…, a unos pocos minutos de vuelo. Kallik pregunta: ¿tendrían ustedes interés en saber dónde está?

17

¿Qué pecados debe cometer un hombre, y en cuántas vidas pasadas, para nacer en Teufel?

Para un niño de siete años, las tareas con el agua eran precisas e implacables.

Ponerse el traje, revisar el tanque de aire, cerrar el casco, caminar hasta la esclusa. Advertencia: la apertura se lleva a cabo cuando amaina el viento de superficie, cinco minutos y medio antes de las primeras luces, cuando los depredadores de la noche se retiran a sus cuevas. Debes estar allí a tiempo o, como castigo, te quedarás un día sin comer.

Afuera. Vacía los desperdicios de ayer (tiempo asignado, 24 segundos); sube los veinticuatro peldaños de piedra hasta el arroyo de aguas puras que corre por el despeñadero (33 segundos); lava los recipientes de plástico (44 segundos); enjuaga los filtros (90 segundos); llena los botes de agua (75 segundos); desciende (32 segundos); vuelve a entrar por la esclusa y ejecuta la secuencia de cierre (25 segundos).

Margen de error: siete segundos. Si te retrasas en la escalera o permaneces con la esclusa abierta, eres azotado por el Remouleur: el Pulverizador, el terrible viento que sopla sobre Teufel al alba. Y entonces estás perdido.

Rebka lo sabía. Y de pronto comprendió que se había retrasado. Apenas si podía creerlo. Por lo general, cuando llegaba su turno para ocuparse del agua, descendía por el despeñadero antes de tiempo, siendo el único con la confianza suficiente como para detenerse unos segundos en la esclusa abierta y observar el desolado paisaje de Teufel, con su excéntrica y espigada vegetación, antes de que comenzara a cerrarse.

Aún estaba demasiado oscuro para ver el estrato del despeñadero, pero él sabía que era de un color púrpura combinado con gris y rojos descoloridos. Sobre el canon, la franja de cielo ya mostraba los signos del inminente amanecer. Podía observar cómo las estrellas comenzaban a desvanecerse y las nubes altas iban cambiando del negro al gris rosado. El panorama era de una belleza indescriptible. Le emocionaba.

Pero hoy no. En el arroyo, el chorro de agua era mas débil, y los botes se negaban a llenarse al ritmo habitual Ya había perdido casi cinco minutos. Todavía estaba en el peldaño superior, y el cristal del casco que cubría su rostro comenzaba a empañarse. Tenía que partir, con los recipientes a medio llenar. Ahora mismo.