—Muy cierto. —Julius Graves tenía una pequeña sonrisa en el rostro—. Por favor, continúe.
—Y J’merlia no estaba mucho mejor. La forma en que era tratado al llegar a Dobelle era un absoluto disparate. Me sorprende que usted, que es el especialista en cuestiones éticas, no lo haya notado antes que nadie. Atvar H’sial convertía a J’merlia en una nulidad. Ahora habla libremente…
—Eso es una forma de definirlo.
—Cuando la cecropiana estaba cerca, J’merlia se sentía demasiado asustado como para pronunciar una palabra. Era totalmente pasivo. Todo lo que hacía era interpretar sus pensamientos para nosotros. Él tiene un cerebro, pero nunca se le permitió utilizarlo. Le preguntaré algo, consejero. ¿Cree que Louis Nenda y Atvar H’sial han hecho algo para merecer su lealtad?
—No.
—¿Y no es un error que seres racionales y razonables como ellos sean tratados de ese modo, que todas sus acciones sean controladas por otros?
—Es más que un error, capitán, es intolerable. Y estoy encantado de ver que usted y yo tenemos opiniones idénticas. —Julius Graves se volvió hacia los alienígenas—. El capitán Rebka está de acuerdo. Ustedes son seres maduros y racionales. El capitán dice que sería un error permitir que sean controlados por otras personas. Por lo tanto, no podemos mandar sobre sus acciones. Si desean coger una nave para buscar a Louis Nenda y Atvar H’sial, están en su perfecto derecho.
—Espere un minuto. —Rebka vio la sonrisa en el rostro de Julius Graves y oyó un silbido triunfante de Kallik—. ¡Yo no he dicho eso!
—Sí, Hans, lo has dicho. —Darya Lang también se reía de él—. Yo te he oído, al igual que el consejero Graves. Él tiene razón. Si no estaba bien que Nenda y Atvar H’sial controlasen a Kallik y a J’merlia, tampoco estaría bien que lo hiciéramos nosotros. En realidad, sería peor, ya que lo haríamos de forma más consciente.
Rebka miró al grupo que lo rodeaba; de los dementes y empañados ojos azules de Julius Graves, pasando por los rostros inescrutables de J’merlia y Kallik, hasta llegar a la sonrisa de Darya Lang.
Había argumentado y perdido en todos los frentes. Y, curiosamente, no le importaba. Comenzaba a sentir el cosquilleo de curiosidad que había experimentado cuando planeaban un descenso sobre Paradoja. Sin duda se encontrarían con problemas; pero éstos requerirían acción, no los manipuleos psicológicos que a Graves le resultaban tan sencillos y naturales.
¿Y qué podían llegar a encontrar en Gargantúa? Esa pregunta quedaba abierta. ¿Estarían vivos o muertos Atvar H’sial y Louis Nenda?
Hans Rebka suspiró mientras la atmósfera comenzaba a silbar a lo largo de las pulidas paredes de la cápsula.
—Muy bien, consejero. Los dejaremos a usted, a Max y a Geni en Ópalo. El resto de nosotros volverá a subir por el Umbilical hasta la Estación Intermedia. Allí abordaremos la Nave de los Sueños Estivales. Lo que nos espera allá en Gargantúa…
—Nadie lo sabe —interrumpió Darya—. Anímate, Hans. Es como la Marea Estival y un poco como la vida. Si supieras exactamente lo que va a ocurrir, no valdría la pena hacer el viaje.
Presentación
Poco se sorprenderá el lector si le recuerdo que Sheffield es uno de esos autores que devuelven al género todo el encanto y ese típico «sentido de la maravilla» que caracterizaron la ciencia ficción en sus años dorados. Tras ese tour de forcé de aventura e imaginación que era LA CAZA DE NLMROD (Libro Amigo de Ediciones B, número 54), MAREA ESTIVAL ya es el cuarto título de este autor en la colección NOVA ciencia ficción. A estas alturas no voy a negar que me gusta la obra de Sheffield. Siempre me ha divertido y entretenido.
La buena opinión que me merece este escritor, cuya obra ha sido comparada a la de Clarke y Asimov, se ve además reforzada por la opinión de otros comentaristas. Tal vez por su edad, Sheffield ha sido considerado incluso como el posible sucesor de esos ya míticos autores de la ciencia ficción de todos los tiempos. The Washington Post, un prestigioso periódico no circunscrito ni limitado al ambiente especializado en la ciencia ficción, decía de él, a propósito de la publicación norteamericana de MAREA ESTIVAL:
Charles Sheffield ha sido llamado «el nuevo Arthur C. Clarke» tan a menudo, que uno espera encontrar algún día un adolescente que sólo conozca a Clarke como «el viejo Charles Sheffield» […]. En una novela de Sheffield esperamos encontrar esas descripciones apasionantes y casi religiosas de los fenómenos galácticos, tanto naturales como artificiales […]. Nadie se sorprende cuando es precisamente eso lo que encontramos. Y si algún otro autor es capaz de hacer un mejor trabajo en ese campo, me gustaría saber de él.
Finalizado su período como presidente de la Science Fiction Writers of America (SFWA), entre 1984 y 1986, Sheffield parece haber reemprendido con renovadas energías su labor como autor. Casi una decena de novelas aparecidas en los últimos cuatro años indican claramente un punto álgido en la carrera profesional de Sheffield. Destaca entre estas publicaciones la serie que se inicia con esta novela. Se trata de un intento de emular (y tal vez de superar) obras ya clásicas de la moderna ciencia ficción.
Sheffield es uno de esos nuevos autores de calidad capaces de mantener al mismo tiempo el interés por unos personajes alejados del «cartón piedra» típico de la edad de oro de la ciencia ficción y proporcionar con sus libros una riqueza de ideas sorprendente y exuberante que sigue siendo la base esencial de ese «sentido de la maravilla» que ha hecho tan popular al género.
La mayoría de las obras de Sheffield hace gala de su gran habilidad especulativa, como ocurre deforma magistral en LA CAZA DE NlMROD (Libro Amigo de Ediciones B, número 54) o ENTRE LOS LATIDOS DE LA NOCHE (NOVA ciencia ficción, número 4). Pero también es fácil constatar que Sheffield pertenece a la estirpe de los «narradores natos», de esos autores capaces de sumergir al lector en un relato que parece explicarse por sí solo, sin que el lector haga ningún esfuerzo. Sugiero, como prueba, que el lector intente interrumpir a media lectura el primer capítulo de LA TELARAÑA ENTRE LOS MUNDOS (NOVA ciencia ficción, número 21). A mí me resultó imposible.
Todo ello lo hallamos también en las novelas de ese Universo heredado, título de la serie iniciada con MAREA ESTIVAL. En este caso nos encontramos con el insondable misterio de los Constructores y su sorprendente tecnología. En el brazo espiral de la Galaxia se han encontrado ya más de mil doscientos misteriosos y gigantescos artefactos creados por la ignota y ya desaparecida especie de los Constructores. Algunos de esos artefactos son incluso comprensibles, y otros, simplemente, extraños y peligrosos. El conjunto constituye un misterio tal vez insondable que desafía la inteligencia tanto de los humanos como de los alienígenas que habitan en esa zona de la galaxia.
La idea recuerda, es evidente, la saga de los Heeche que desarrollara Frederik Pohl tras el éxito de PÓRTICO (1977); pero en la obra de Sheffield el encanto de la tecnología, remota y a la vez ignota, de los Constructores sugiere también las maravillas que propusiera Arthur C. Clarke con su ENCUENTRO CON RAMA. Ambas referencias han sido detectadas por los comentaristas. Veamos unos ejemplos: