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—¿Qué es lo que no te gusta del diseño de esos refugios? —preguntó John, con interés.

—Son rectangulares —repuso Arkadi. Eso provocó una carcajada general, pero él insistió—: ¡Rectangulares, la forma convencional! Con el espacio de trabajo separado de las residencias, como si el trabajo no fuera parte de la vida. Y las residencias están ocupadas en su mayor parte por las habitaciones privadas, con jerarquías manifiestas. Así los líderes tienen asignados espacios más grandes.

—¿No es sólo para facilitar el trabajo? —preguntó Sax.

—No. En realidad no es necesario. Es una cuestión de prestigio. Un ejemplo muy típico de la mentalidad capitalista norteamericana, si se me permite decirlo.

Se oyó un gruñido, y Phyllis dijo:

—¿Tenemos que entrar en política, Arkadi?

Bastó esta palabra para que la nube de oyentes se disipase.

Mary Dunkel y un par más se abrieron paso a empujones y se encaminaron al otro extremo de la sala.

—Todo es política —dijo Arkadi detrás de ellas—. Y nada lo es más que este viaje. Estamos fundando una nueva sociedad, ¿cómo podría evitar ser política?

—Somos una estación científica —dijo Sax—. No necesariamente tiene que haber política.

—Ciertamente no la tenía la última vez que estuve allí —dijo John, mirando pensativo a Arkadi.

—Sí que la tenía —afirmó Arkadi—, pero parecía algo más sencillo Toda la tripulación era norteamericana, en misión temporal, haciendo lo que los superiores habían ordenado. Pero ahora somos una tripulación internacional que va a establecer una colonia permanente. Es del todo distinto.

La gente empezó a deslizarse por el aire hacia la conversación para oír mejor lo que se decía. Rya Jiménez comentó:

—No me interesa la política —y Mary Dunkel estuvo de acuerdo desde el otro extremo de la sala:

—¡Una de las razones por las que estoy aquí es para alejarme de eso!

Varios rusos replicaron al unísono:

—¡Eso en sí mismo es una posición política! —y cosas semejantes. Alex exclamó:

—¡A vosotros, los norteamericanos, os gustaría acabar con la política y la historia para así poder dominar el mundo! —Un par de norteamericanos trataron de protestar, pero Alex continuó: —¡Es verdad! El mundo entero ha cambiado en los últimos treinta años, todos los países han reconsiderado el papel que desempeñan y han hecho cambios enormes para resolver los problemas… todos menos Estados Unidos. Se ha convertido en el país más reaccionario del mundo.

—Los países que cambiaron no tenían otra salida, porque antes eran rígidos, y casi se hicieron pedazos —dijo Sax—. Estados Unidos ya tenía un sistema fluido, y no necesitó cambiar de manera tan drástica. Afirmo que el modelo norteamericano es superior porque es más flexible. Está mejor construido.

Esa analogía hizo vacilar a Alex, y mientras, John Boone, que había estado observando a Arkadi con gran interés, dijo:

—Volviendo a los refugios, ¿qué cambiarías?

—No estoy seguro —contestó Arkadi—. Necesitamos ver los emplazamientos donde vamos a construir, caminar por esos lugares, discutirlo. Pero, en general, creo que el espacio de trabajo y el espacio de vivienda deberían mezclarse hasta donde sea práctico, nuestro trabajo no será sólo ganarse un jornal… será nuestro arte, nuestra vida. Nos lo daremos a nosotros mismos, no lo compraremos. Tampoco debería haber símbolos de jerarquía. Ni siquiera creo en el sistema de líderes que tenemos ahora. —Saludó educadamente a Maya con una inclinación de cabeza.— Ahora todos somos responsables por igual, y nuestros edificios deberían mostrarlo así. Un círculo es lo mejor… difícil de construir, pero apropiado para la conservación de calor. Una cúpula geodésica sería un buen compromiso, e indicaría nuestra igualdad. En cuanto a los inferiores, quizá sobre todo espacios abiertos. Todo el mundo debería tener un cuarto propio, claro, pero pequeño. Tal vez ubicados en el borde y dando a espacios comunales más amplios… —Sacó el ratón de un terminal y comenzó a dibujar en la pantalla.— Esto: una gramática arquitectónica que diría «Todos iguales». ¿Sí?

—Ya hay allí un montón de unidades prefabricadas —dijo John—. No estoy seguro de que se puedan adaptar.

—Se podría si lo quisiéramos.

—Pero ¿es realmente necesario? Quiero decir, es obvio que ya somos un equipo de iguales.

—¿Es obvio? —preguntó Arkadi incisivamente, mirando alrededor—. Si Frank y Maya o Houston o Baikonur nos dicen que hagamos algo, ¿tenemos libertad para no hacerles caso?

—Creo que sí —replicó John con suavidad.

Esa declaración hizo que Frank le lanzara una mirada penetrante. La conversación empezó a disgregarse en varias discusiones, ya que mucha gente tenía cosas que decir, pero Arkadi volvió a imponerse.

—Nos han enviado aquí nuestros gobiernos, y todos nuestros gobiernos son imperfectos, la mayoría desastrosos. Por eso mismo la historia es un revoltijo tan sangriento. Ahora estamos solos, y por lo menos yo no tengo intención de repetir todos los errores de la Tierra sólo por pensar de manera convencional. ¡Somos los primeros colonos marcianos! ¡Somos científicos! ¡Nuestro trabajo es pensar las cosas de nuevo, hacerlas nuevas!

Las discusiones brotaron otra vez, más ruidosas que nunca. Maya dio media vuelta y maldijo a Arkadi en voz baja, consternada por la cólera creciente del grupo. Vio que John Boone sonreía. Se impulsó desde el suelo hasta la posición de Arkadi, se detuvo chocando con él, y luego le estrechó la mano, y los dos giraron en el aire en una especie de baile torpe. Ese gesto de apoyo hizo que de inmediato la gente empezara a pensar de nuevo, Maya pudo verlo en las caras sorprendidas; además de fama, John tenía la reputación de ser moderado, y si él aprobaba las ideas de Arkadi, entonces todo era distinto.

—Maldita sea, Ark —dijo John—. Primero esos disparatados problemas de vuelo, y ahora… ¡estás loco, de verdad que lo estás! ¿Cómo demonios conseguiste que te metieran a bordo?

Justo mi pregunta, pensó Maya.

—Mentí —dijo Arkadi. Todo el mundo se rió. Hasta Frank, que parecía sorprendido—. ¡Claro que mentí! —gritó Arkadi, con una enorme y extraña sonrisa que le hendía la barba roja—. ¿De qué otro modo podía entrar aquí? Quiero ir a Marte para hacer lo que yo quiera, y el comité de selección quería que fuera gente para hacer lo que se le ordenara. —Los señaló con un dedo y gritó:— ¡Todos mintieron y saben que es así!

Frank se reía todavía más. Sax exhibía su habitual expresión a lo Buster Keaton, pero levantó un dedo y dijo:

—El Cuestionario Revisado de Personalidad Multifásica de Minnesota. Se levantó un sonoro abucheo. Todos habían tenido que pasar ese examen; era el test psicológico más usado en el mundo, y bien considerado por los expertos. Los examinados estaban de acuerdo o no lo estaban con 556 afirmaciones, y con las respuestas se elaboraba un perfil; pero la interpretación del significado de las respuestas se basaba en las respuestas dadas por un grupo tipo integrado por 2.600 granjeros blancos, casados, de clase media de Minnesota en la tercera década del siglo anterior. A pesar de todas las revisiones posteriores, los profundos prejuicios creados por la naturaleza de aquel primer grupo de prueba aún estaban profundamente arraigados en el test… o por lo menos eso es lo que pensaban algunos.

—¡Minnesota! —gritó Arkadi, poniendo los ojos en blanco—.

¡Granjeros! ¡Granjeros de Minnesota! ¡Lo confieso, mentí en todas y cada una de las preguntas! ¡Contesté exactamente lo opuesto a lo que realmente creía, y eso es lo que me permitió puntuar como normal!