—Mirad, estoy cansada de ser una intrusa —dijo—. Cada vez que entro en una sala todo el mundo se calla o empieza a preparar su comentario oficial. ¡Es como si fuera la espía de un enemigo!
—Lo eras —dijo Arkadi, y le dio un fuerte abrazo.
Al principio nadie se ofreció como voluntario para hacer el trabajo de Janet. Houston envió mensajes de preocupación, luego reprimendas, luego amenazas veladas. Ahora que estaban a punto de llegar a Marte, la televisión dedicaba mucho más tiempo a los expedicionarios y la situación estaba a punto de «volverse nova», como lo expresó el Control de Misión. Les recordaron a los colonos que ese estallido de publicidad haría que con el tiempo el programa espacial cosechara beneficios de todo tipo; los colonos tenían que filmar y transmitir lo que estaban haciendo, para estimular el apoyo público a las misiones posteriores a Marte, de las que ellos dependerían. ¡Tenían él deber de transmitir sus historias!
Frank se puso en pantalla y opinó que Control de Misión podría armar sus informes de vídeo con los metrajes obtenidos por las cámaras robot. Hastings, jefe del Control de Misión en Houston, se enfureció visiblemente ante esa respuesta. Pero como dijo Arkadi con una sonrisa que extendía la esfera de la pregunta a todo:
—¿Qué pueden hacer?
Maya sacudió la cabeza. Estaban enviando una mala señal, y revelando lo que los informes de vídeo habían ocultado hasta ese momento, que el grupo empezaba a escindirse en camarillas rivales. Lo que indicaba la falta de control de la propia Maya sobre la mitad rusa de la expedición. Estaba a punto de pedirle a Nadia que se encargara del trabajo de información como un favor personal cuando Phyllis y algunos de sus amigos del Toro B se presentaron voluntarios para la tarea. Maya, riéndose ante la expresión de la cara de Arkadi, le concedió ese favor. Arkadi fingió que no le importaba. Irritada, Maya exclamó en ruso:
—¡Sabes que has perdido una buena ocasión! ¡Una ocasión que daría forma a nuestra realidad!
—No nuestra realidad, Maya. La realidad de ellos. Y no me importa lo que piensen.
Maya y Frank comenzaron a hablar sobre las asignaciones de trabajo después del descenso. Hasta cierto punto estaban predeterminadas por las áreas de competencia de los miembros de la tripulación, pero debido a todas las redundancias de conocimientos, aún quedaban por hacer algunas elecciones. Y las provocaciones de Arkadi por lo menos habían tenido este efecto: los planes del Control de Misión anteriores al vuelo ahora se consideraban sólo provisionales. En verdad, nadie parecía muy inclinado a reconocer la autoridad de Maya o de Frank, lo que hizo que las cosas se pusieran tensas cuando se supo en qué estaban trabajando.
El plan del Control de Misión anterior al vuelo exigía el establecimiento de una colonia en las planicies al norte de Ophir Chasma, el enorme brazo septentrional del Valle Marineris. Todo el equipo de la granja fue asignado a la base, y la mayoría de los ingenieros y los médicos… en total unos sesenta de los cien. El resto se repartiría entre las misiones secundarias, regresando al campamento base de vez en cuando. La misión secundaria más grande era la de acoplar una parte del desmontado Ares en Fobos, y comenzar a transformar esa luna en una estación espacial. Otra misión más pequeña partiría del campamento base y viajaría al norte hacia el casquete polar para establecer allí una red de minería que transportaría bloques de hielo a la base. Una tercera misión llevaría a cabo una serie de estudios geológicos, recorriendo todo el planeta… sin duda una misión fascinante. Todos los grupos pequeños serían semiautónomos durante períodos que podían llegar a durar un año, de modo que elegirlos no era un asunto trivial; ahora todos sabían ya lo largo que podía hacerse un año.
Arkadi y un grupo de sus amigos —Alex, Roger, Samantha, Edvard, Janet, Tatiana, Elena— solicitaron trabajar en Fobos. Cuando Phyllis y Mary se enteraron, fueron a ver a Maya y a Frank para protestar.
—¡Es evidente que tratan de apoderarse de Fobos, y quién sabe lo que harán con él!
Maya asintió, y pudo ver que a Frank tampoco le gustaba. El problema radicaba en que nadie más quería quedarse en Fobos. Ni siquiera Phyllis y Mary clamaban por sustituir al equipo de Arkadi, de modo que nada estaba muy claro.
Hubo discusiones más fuertes cuando Ann Clayborne entregó la lista del equipo de geólogos. Un montón de gente quería participar, y varios de los que no entraban en la lista dijeron que harían las investigaciones sin importarles si Ann los quería o no.
Las discusiones se hicieron frecuentes y vehementes. Casi todo el mundo a bordo se designó a sí mismo para una misión u otra, autorizándose a tomar las decisiones finales. Maya sintió que estaba perdiendo el control del contingente ruso; empezaba a enfadarse con Arkadi. En una reunión general sugirió con sarcasmo que dejaran que la computadora hiciera las asignaciones. La idea se rechazó sin ninguna consideración a la autoridad de Maya. Alzó las manos.
—Entonces, ¿qué hacemos? Nadie lo sabía.
Ella y Frank conferenciaron en privado.
—Tratemos de darles la ilusión de que ellos deciden —dijo él, con una sonrisa fugaz; ella se dio cuenta de que no le desagradaba haberla visto fracasar en la reunión.
La relación con Frank volvía a acosarla, y se maldijo por estúpida. Los pequeños politburós eran peligrosos…
Frank sondeó la opinión de todos, y luego expuso los resultados en el puente, enumerando la primera, segunda y tercera elección de cada uno. Los estudios geológicos eran populares, mientras que quedarse en Fobos no. Todos lo sabían ya, y las listas expuestas demostraron que había menos conflictos de lo que parecía.
—Hay quejas respecto a que Arkadi se haga cargo de Fobos —dijo Frank en la siguiente reunión pública—. Pero nadie salvo él y sus compañeros quiere el trabajo. Los demás desean bajar a la superficie.
—Pienso que tendríamos que recibir una indemnización, por las dificultades-dijo Arkadi.
—No es propio de ti hablar de indemnizaciones, Arkadi —dijo Frank con aire conciliador.
Arkadi sonrió y volvió a sentarse.
A Phyllis no le hizo ninguna gracia.
—Fobos será un enlace entre la Tierra y Marte, como las estaciones espaciales en la órbita terrestre. No puedes ir de un planeta a otro sin ellas, son lo que los estrategas navales llaman puntos de estrangulación.
—Prometo mantener mis manos lejos de tu cuello —le dijo Arkadi.
—¡Todos seremos parte del mismo pueblo! —exclamó Frank—.
¡Cualquier cosa que hagamos nos afecta a todos! Y a juzgar por el modo en que estamos comportándonos, separarnos de vez en cuando será bueno para nosotros. A mí, por ejemplo, no me importaría perder de vista a Arkadi durante unos meses.
Arkadi hizo una reverencia.
—¡Fobos, allá vamos!
Pero Phyllis y Mary y su grupo seguían descontentos. Pasaron un montón de tiempo conferenciando con Houston, y cada vez que Maya iba al Toro B las conversaciones parecían interrumpirse, los ojos la seguían con suspicacia… ¡como si ser rusa la colocara automáticamente en el bando de Arkadi! Los maldijo por estúpidos, y maldijo a Arkadi todavía más. Él había iniciado todo aquello.
Pero al final resultó difícil saber qué estaba pasando, con cien personas diseminadas en lo que de repente parecía una nave tan grande. Grupos de interés, micropolítica… ciertamente se estaban fragmentando.
¡Sólo cien personas, y aun así eran una comunidad demasiado grande para cohesionarse! Y no había nada que ella o Frank pudieran hacer.