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– ¡Una capa! ¡He encontrado la capa del vampiro! -Después de varios segundos de silencio, la misma voz añadió: -Hay algo en el bolsillo… Es un frasquito de cristal… Oh, Dios mío, parece sangre…

– Ha debido de huir por el parque -dijo otra voz. -¡Vamos! -Unos segundos después, oyó sonidos de pisadas que se desvanecieron enseguida.

Llevándose la mano al pecho, respiró hondo varias veces y apretó los párpados con fuerza. Santo Dios, se había librado por los pelos. Casi la habían pillado. Todos sus elaborados planes habían estado a punto de echarse a perder. Y se había quedado sin la capa.

Llena de frustración y todavía temblando, se quitó la máscara y los colmillos. De cualquier modo, tenía que reconocer que por debajo de toda aquella frustración, sentía cómo cosquilleaba una burbuja de júbilo. Aunque las cosas no habían salido tal y como las había planeado, al menos la gente la había visto y creía que era una mujer vampiro. Esperaba que la historia no tardara demasiado en extenderse como la pólvora. Y que la salvara a ella y a su familia.

Ahora, sin embargo, debía regresar a la fiesta. Bajó la mirada a la máscara de seda negra con tirabuzones rubios y los colmillos que sostenía entre las manos. ¿Dónde podía esconderlos? No se atrevía a abrir la ventana para arrojarlos a los arbustos, no fuera a ser que alguien la pillara o los encontrara. Su vestido no tenía bolsillos y no había llevado consigo el ridículo.

Eso sólo le dejaba un lugar. Con un suspiro, envolvió los colmillos en la máscara y con cuidado se metió el pequeño bulto dentro del corpiño, entre los pechos. Estaba concentrada en colocarlo de manera que los colmillos no le arañaran la piel, cuando una voz profunda y familiar sonó justo a su espalda.

– Parece haberse metido en un buen lío, lady Emily. ¿Puedo ofrecerle mi ayuda?

CAPÍTULO 06

Volamos juntos durante toda la noche,

por encima de los árboles, bajo las estrellas y la luna,

y nunca me había sentido tan libre,

no desde que había iniciado esta infernal y solitaria existencia,

en la que todos los que amaba morían, dejándome sola.

En ese momento me di cuenta de que tendría que

hacerle inmortal, pues a pesar de haber superado

tantas dificultades, no podía vivir sin él.

El beso de lady Vampiro,

Anónimo

Emily soltó un grito ahogado y sacó bruscamente los dedos del corpiño como si se hubiera quemado. Se dio la vuelta con rapidez y se encontró con la brillante mirada oscura de Logan Jennsen. El aire de tristeza que le parecía haber visto en sus ojos cuando sus miradas se cruzaron un poco antes en el salón de baile había sido reemplazado por una escrutadora intensidad que la dejó clavada en el sitio. Vestido con un traje negro de gala e iluminado sólo por el fuego que ardía en la chimenea a su espalda, él parecía peligroso y oscuro. La dejó sin aliento, y no sólo porque le hubiera dado un susto de muerte.

Santo Dios, ¿cómo había logrado acercarse tan sigilosamente a ella de nuevo?

– ¿Q-qué está haciendo aquí? -le preguntó, retrocediendo instintivamente, esperando que no percibiera el rubor culpable que le subía por el cuello. Rozó con los dedos las cortinas de terciopelo, y se agarró a la suave tela.

– Supongo que lo mismo que usted.

«Sinceramente, lo dudo mucho.»

– No ha contestado a mi pregunta -dijo él con una voz suave y ronca. Su mirada cayó sobre el corpiño de la joven por encima del cual subían y bajaban sus pechos por la respiración acelerada. Emily se obligó a tranquilizarse para que él no viera lo mucho que la intimidaba.

– ¿Necesita ayuda?

Pensar en sus dedos hundiéndose en el corpiño la hizo sentir como si hubiera caído en un anillo de fuego. Pero el pensamiento de que él descubriera la máscara y los colmillos apagó el fuego al instante.

Emily se recompuso y alzó la barbilla.

– Gracias, pero no. Sólo deseaba encontrar un lugar tranquilo. -Le lanzó una mirada penetrante. -Un lugar tranquilo y solitario.

– Igual que yo. Y aquí estamos -repuso él, apartando la mirada del corpiño de la joven para detenerla en sus labios. Cuando sus ojos se encontraron finalmente con los de ella, éstos parecían haber adquirido un tono ahumado. -De nuevo nos encontramos a solas en una biblioteca.

Sí. Y Emily sabía adónde conduciría eso. Conduciría… «al momento más increíble de mi vida»…, una pura tentación. Y sabía adónde la llevaría directamente «el momento más increíble de mi vida»…, a meterse en problemas.

– Una simple coincidencia -dijo ella con un altivo desdén. -Me dolía la cabeza.

– Entonces ha sido una suerte que no estuviera en el salón. Hace tan sólo unos momentos se ha armado un tremendo revuelo.

– ¿De veras? Espero que no haya ocurrido nada grave.

– Al parecer, algunas damas vieron a un extraño ser en la terraza. Afirman que era un vampiro. Una mujer vampiro.

Emily abrió los ojos como platos.

– ¡No me diga! Qué fascinante.

Él arqueó las cejas.

– ¿No le asusta pensar que una criatura que chupa la sangre ande merodeando por los alrededores?

Ella volvió a alzar la barbilla.

– No soy tan cobarde como usted parece pensar.

– Jamás he pensado que fuese una cobarde. Una delicada flor de invernadero, un enorme problema y un fastidio, sí. Una cobarde, no. -Antes de que ella pudiera informarle de que en realidad era él quien sí era un enorme problema y el hombre más irritante que hubiese conocido nunca, Jennsen desvió la mirada a la puertaventana que ella tenía a su espalda. -Dicen que esa mujer vampiro corrió hacia el parque, con lo cual habría tenido que pasar por delante de esas ventanas. ¿No ha visto a nadie?

Emily sonrió para sus adentros. Era la oportunidad perfecta para dar más carne de cañón a la historia del vampiro. Frunció el ceño pensativamente.

– Bueno, ahora que lo dice, vi una sombra, pero supuse que no era más que uno de los invitados tomando el fresco.

– ¿No cree que hace demasiado frío para eso?

– A algunas personas les gusta el aire frío. Lo encuentran vigorizante. -Le brindó una dulce sonrisa. -Es evidente que usted posee una constitución más delicada.

No hubo nada delicado en la manera en que él se cernió sobre ella con los ojos entrecerrados. La recorrió con la mirada de arriba abajo con tal intensidad que Emily tuvo que hacer un esfuerzo para que no le flaquearan las piernas. Cuando volvió a mirarla a los ojos, la joven tuvo la incómoda sensación de que él sabía exactamente lo que ella había estado haciendo. Podía sentir la palabra «culpable» grabada a fuego en su piel.

– ¿Qué llevaba puesto esa «sombra» que vio? -preguntó él.

Ella profundizó el ceño y frunció la boca.

– Una capa oscura, creo. Sí, ahora que lo pienso, estoy segura de que llevaba una capa oscura. No es que me fijara mucho en ese momento, pero… -Emily se las compuso para ofrecer una mirada de aturdido asombro. -¡Oh! ¿Cree que puede haber sido… ella? ¿La mujer vampiro?

Logan pareció taladrarla con la mirada.

– Supongo que es posible. Asumiendo que existan los vampiros, claro.

– ¿No cree que existan?

– Jamás he pensado en ello.

– Pues debería hacerlo. En especial cuando parece que hay uno merodeando por los alrededores. -La mirada de Emily cayó sobre el cuello de Jennsen, en la piel que se veía por encima de la ropa, y la joven tuvo que agarrarse a las cortinas con fuerza para no ceder al abrumador deseo de tocarle. -Sería mejor que no se arriesgara a que le mordiera.

Logan dio un paso adelante, dejándola sin aliento.