Cerró los ojos con fuerza y se pasó las manos por la cara. Por mucho que quisiera saber qué era lo que lady Emily estaba tramando, sería mejor para él mantenerse alejado de ella. Eso era lo que tenía que hacer. Lo que debía hacer. Era un hombre inteligente. No de esos que se dejaban gobernar por la pasión.
Pero entonces recordó la triste desolación que había visto antes en los ojos de Emily, y se dio cuenta de que quería saber algo más sobre ella aparte de la travesura que estuviera tramando. Por razones que no podía comprender, Emily despertaba su instinto protector. Algo que había enterrado con éxito años atrás. Algo que no tenía ningún deseo de resucitar.
Sí, necesitaba mantenerse alejado de ella. Muy lejos.
¿Acaso sería tan difícil? Podría hacerlo. Con facilidad. Claro que sí. Sin problema. Empezando desde ya. Volvería a la fiesta y buscaría a aquella mujer tan hermosa a la que había estado a punto de abordar.
Sí, eso es precisamente lo que haría.
En cuanto recordara el nombre de esa otra mujer.
– Menos mal que has vuelto -susurró Carolyn. -Me tenías preocupada. -Arrastró a Emily hacia la esquina más próxima. Sintiéndose más que confundida, Emily la siguió. -El plan ha salido a la perfección -dijo Carolyn en voz baja una vez que se ocultaron tras las palmeras. -La noticia de la aparición del vampiro corre de boca en boca. Lord Teller ha avisado a las autoridades y ha dicho que también piensa ponerse en contacto con Bow Street. Varias damas se han desmayado y… -La voz de Carolyn se desvaneció y la joven frunció el ceño. -Emily, ¿estás bien?
Sinceramente, no lo sabía. El encuentro con Logan Jennsen la había dejado tan temblorosa que hasta llegó a olvidarse del tema de la aparición del vampiro. Tragó saliva y le dirigió a Carolyn lo que esperaba fuera una sonrisa alentadora.
– Estoy bien, y muy contenta de que todos hablen de la mujer vampiro. Has actuado de maravilla.
– No fue difícil. Dabas miedo de verdad.
– Por desgracia, me temo que las cosas no salieron exactamente según lo planeado. -Le relató con rapidez los problemas que tuvo con el frasquito de sangre y la capa. -Apenas logré entrar por la puertaventana de la biblioteca sin que me descubrieran.
– Menos mal que no te atraparon. Creo que eso es prueba suficiente de que ésta es una empresa peligrosa. Deberías darle gracias a Dios de que todo saliera bien y abandonar este loco plan.
Emily negó con la cabeza.
– Tengo que volver a hacerlo. Esto sólo ha servido para despertar el apetito. La próxima aparición hará que todos se mueran de hambre. Y salvo por esos fallos sin importancia con la capa y el frasquito de sangre, todo salió perfecto. -Bueno, salvo por eso y porque Logan había estado a punto de descubrirla a ella y… lo que llevaba escondido en el corpiño.
Carolyn negó con la cabeza.
– En realidad, no creo que… -Se interrumpió de golpe y se inclinó hacia delante, clavando la mirada en el cuello de Emily. -¿Qué es eso?
Emily se pasó los dedos por la garganta.
– ¿El qué?
– Tienes una marca en el cuello. -Carolyn extendió la mano y frotó la piel de su amiga con un dedo enguantado. -Creía que era una mancha producida por tu precipitada huida, pero no se quita.
Emily se quedó helada. Recordó unos cálidos e indagadores labios explorando su cuello, y se sintió inundada por una oleada de calor. Soltó una risita que sonó más nerviosa de lo que a ella le habría gustado y luego se cubrió el cuello con la mano.
– Debe de ser una mancha resistente. Me aseguraré de limpiarla bien antes de acostarme.
La expresión de Carolyn era igual que la de la madre de Emily cuando pillaba a uno de sus hijos en una mentira.
– Eso no es una mancha -dijo Carolyn en un susurro siseante. Agarró a Emily del brazo y la arrastró al fondo más oscuro de la esquina. -Reconozco un mordisco cuando lo veo. Y no estaba ahí cuando hablamos antes.
Emily hizo una mueca al pensar en la mirada de su madre o de tía Agatha cuando vieran la marca.
– ¿Se nota mucho?
– No. Apenas se ve, y habrá desaparecido por la mañana. La pregunta es, ¿de dónde ha salido? ¿Y quién te la ha hecho?
– Eso son dos preguntas. -Emily se pasó la yema de los dedos por el cuello y se obligó a ahuyentar el excitante recuerdo de la sensual boca del señor Jennsen mordisqueándole suavemente la piel. -¿Creerías que es el mordisco de un vampiro?
Una mirada a la cara de Carolyn dejó patente que no lo haría y que no pensaba olvidar el tema.
– Mientras estaba en la biblioteca… -dijo finalmente Emily, intentando con todas sus fuerzas no sonrojarse: -Bueno, no estuve sola todo el rato. Justo cuando logré esconder la máscara y los colmillos en el corpiño… -Se aclaró la garganta. -Entró en la habitación el señor Jennsen. -O al menos rogaba que ése hubiera sido el curso de los acontecimientos. ¿Sería posible que él hubiera visto cómo se metía el bulto en el corpiño? La invadió la sospecha. El no perdió el tiempo en intentar meterle la mano en el escote. Una mano grande y caliente, con unos dedos largos e indagadores…
Interrumpió de golpe sus pensamientos errantes cuando notó que Carolyn la miraba con los ojos muy abiertos.
– ¿Estás diciéndome que él te besó?
– Sí.
– Logan Jennsen.
– Exacto.
– ¿Con tu permiso?
Emily se mordió el labio inferior.
– No me pidió permiso.
– ¿Intentaste detenerle?
– Mmm…, no.
La comprensión -y una chispa de diversión -apareció en los ojos de Carolyn.
– No. Así que no querías que se detuviera.
– Mmm…, no. -Al menos no quiso que se detuviera hasta que corrió el peligro de que él descubriera la máscara y los colmillos en su corpiño. E incluso así tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para apartarle. Pero ella no podía compartir esa información con Carolyn. Era demasiado… privada. Demasiado íntima. Demasiado mortificante.
– Bueno, éste sí que ha sido un giro imprevisto de los acontecimientos.
– Estoy de acuerdo. Ese hombre es odioso y grosero. Carolyn arqueó las cejas.
– Eso es lo que siempre has dicho. Una afirmación, por cierto, con la que nunca he estado de acuerdo. Pero esa marca en tu cuello indica que has cambiado de opinión.
– No. Sólo quiere decir que pienso que besa bien.
Carolyn se cruzó de brazos.
– ¿Que besa bien?
– Oh, vale, besa bastante bien -dijo ella, incapaz de ocultar su irritación, aunque no sabía por qué estaba irritada. Sin duda, por Logan Jennsen. Sí, él tenía la culpa de que ella se sintiera tan agitada y desconcertada. Al ver que Carolyn parecía esperar que ella añadiera algo más, concluyó con un siseo: -Besa de maravilla. Como muy bien sabes.
Carolyn la observó durante varios segundos.
– ¿Eso te molesta?
«Sí.» La palabra vibró en la garganta de Emily, y ésta apretó los labios para contenerla. Como no quería mentirle a su amiga, decidió decirle la pura verdad.
– No lo sé. Estoy muy confusa. No sé por qué dejé que me besara. Ni por qué él quiso besarme. No nos caemos bien. Él me considera una delicada flor de invernadero y yo, que es el hombre más irritante del mundo.
– Creo que debes de caerle mejor de lo que piensas. Es evidente que existe una fuerte atracción física entre vosotros. -La expresión de Carolyn se tornó en una de preocupación, y alargó las manos para coger las de Emily. -Pero debes ser precavida. Si os hubieran descubierto juntos, el escándalo habría echado a perder tu reputación.
– Lo sé -dijo Emily en tono desdichado. -Pero me temo que no lo pensé en ese momento. Dios mío, aquí estoy, haciéndome pasar por un vampiro para salvar a mi familia de la ruina financiera, pero me he puesto en posición de sufrir un destino peor que ése. Y con un hombre que ni siquiera me gusta. ¿Qué me pasa?
– Quizá te guste más de lo que piensas.