– Pues me lanzó otro chorro. Jamás había conocido a una chica que tuviera tan buena puntería. Mary no es capaz de acertarle a la pared del establo ni con un puñado de piedras.
– ¿Y tus hermanos?
– Tienen buena puntería, pero Will y Percy suelen estar siempre fuera, en la escuela, y Kenneth sólo sabe hablar de su gran viaje.
Logan miró al alto joven que caminaba junto a su tía y a los dos niños bulliciosos que corrían a su alrededor. Un gran viaje y la escuela eran muy caros. Dadas las enormes deudas de lord Fenstraw, no sabía cómo podría pagar ese viaje. Ni más años de colegio, no sólo para Percy y William, sino también para Arthur. Y Mary necesitaría una institutriz, por no mencionar todos los gastos que suponía mantener a una familia de seis hijos. Logan sintió un inesperado sentimiento de culpa, seguido de inmediato por un susurro que decía: «Eso no es problema ni responsabilidad tuyos».
Exacto. Fenstraw debería haber pensado en su familia antes de invertir de una manera tan temeraria y derrochar su fortuna en las mesas de juego.
Una risa femenina atrajo la atención de Logan. Un poco más adelante, lady Emily y Mary se reían de las travesuras de los perritos. Observó cómo Emily le daba a su hermana un rápido abrazo y Logan sintió que se le caía el alma a los pies. Tales muestras de cariño eran algo desconocido para él. Bien sabía Dios que nunca lo había experimentado. Había observado de lejos cómo lady Emily demostraba su afecto a sus amigas Sarah, Carolyn y Julianne, pero nunca la había visto con su familia, no la había visto interactuar con sus hermanos con aquella expresión tierna y cariñosa con la que trató a Arthur y que le mostraba un lado de la joven que él no había considerado ni sospechado que existiera.
Y basándose en lo que Arthur le había dicho, ahora sabía unas cuantas cosas más sobre lo que ese pícaro brillo en los ojos de la joven le había insinuado. ¿Qué otras travesuras además de cazar ranas, nadar en el lago y disparar chorritos de leche con las tetas de las vacas -y besar a los hombres en las bibliotecas -era capaz de hacer la sorprendente lady Emily?
No lo sabía, pero de repente quería saber más sobre ella. Muchísimo más. Y quería saberlo ya.
Se volvió hacia Arthur y sonrió.
– Venga, alcancemos a tus hermanas.
CAPÍTULO 08
Me acerqué a él lentamente, con los colmillos desnudos
por un hambre tan voraz que casi rayaba el dolor;
una necesidad más fuerte que cualquier cosa
que hubiera experimentado antes.
Nunca en todos los siglos que
llevaba vagando por la Tierra había deseado
algo con tanta desesperación.
El beso de lady Vampiro,
Anónimo
– Por lo que me ha dicho Arthur, es usted muy buena cazando ranas.
Emily se obligó a seguir mirando al frente sin girarse hacia el señor Jennsen. Había visto por el rabillo del ojo que Romeo y él se habían ajustado al paso de Julieta y ella. Su corazón dio un vuelco tan ridículo e irritante que se propuso ignorarlo, más que nada para probarse a sí misma que podía hacerlo.
Pero aunque no lo mirase, era dolorosamente consciente de la presencia del hombre y, de hecho, se quedó horrorizada al comprender que se había rezagado cuando notó que la seguía.
Porras. ¿Por qué le resultaba tan difícil acordarse de que no le gustaba ese hombre? ¿De que por culpa de la enorme cantidad de dinero que su padre le debía su familia acabaría en la ruina sin importar qué otras deudas tuviera? ¿De que no era nada más que un hombre de negocios sin corazón al que sólo le importaba amasar una enorme fortuna sin considerar el daño que causara en el proceso? ¿De que no era más que un grosero americano?
Emily sabía todo eso, pero, de alguna manera, cada vez que estaba cerca de Logan le ocurría algo extraño que la hacía olvidarse de todo y querer cosas que ninguna joven decente debería querer. Y menos, con él.
Miró a su alrededor y vio que Mary y Arthur se adelantaban con rapidez tras Diminuta y Ofelia, distanciándose lo suficiente de ellos para que el señor Jennsen y ella tuvieran un poco de intimidad, algo que Emily no quería. De ninguna manera. Porque, por encima de todo, ese hombre no era más que un libertino que había aparecido en el parque con lady Hombly del brazo. Bah. Estaba claro que ese canalla inconstante había intimado con aquella mujer poco después de haberla besado a ella en la biblioteca.
A pesar de todo, él la sorprendió por la amabilidad con la que trató a su hermano. De hecho, la sorprendió muchísimo. No podía negar que había conseguido sacar a Arthur de su abatimiento, una proeza que ella no había logrado del todo, pidiéndole a Diminuta que le diera la pata y hablando con él de hombre a hombre. Emily no esperaba que Logan actuara tan… decentemente. En especial, con un niño cuyo perro había echado a perder su paseo con lady Hombly.
Lady Hombly… Le sorprendió verlos juntos, aunque aún no sabía por qué. Incluso un ciego se habría dado cuenta de que la viuda se comía con los ojos a Logan la noche anterior, como si él fuera una chuleta de cordero y ella, un perro famélico. Aunque, por supuesto, a Emily no le importaba. Ni lo más mínimo.
Aun así, la joven se encontró estudiando a lady Hombly, intentando decidir si la viuda parecía una mujer a la que hubieran besado. Fue incapaz de averiguarlo, algo que le hizo sentirse tontamente esperanzada al pensar que tal cosa no había ocurrido. Porque si Logan la hubiera besado, dada su habilidad, lady Hombly habría parecido, sin duda, una mujer muy bien besada.
Y ahora él estaba con ella, caminando a su lado, y el pulso de Emily comenzó a comportarse de una manera errática. Hubiera preferido ignorarle, pero con eso sólo le habría dado a entender que le había afectado verlo con lady Hombly, lo que por supuesto no era cierto. Ni por asomo.
De repente pensó que no sería una mala idea actuar educadamente con un hombre al que su padre debía tanto dinero. Puede que incluso consiguiera un poco más de tiempo para su familia, por lo cual bien podría sacrificarse y aguantar su compañía. Se animó al instante. Demonios, ¿por qué no se le había ocurrido antes? Apenas pudo contenerse para no darse una palmada en la frente. Sí, hablaría con él, mantendría una conversación educada, pero sólo por el bien de su familia.
Se aclaró la garganta.
– No sólo soy una buena cazadora de ranas. Soy la campeona invicta.
Como Logan no respondió, ella se giró y le miró. Un error por su parte, pues fue incapaz de apartar la mirada de él. No podía decir que el hombre tuviera un perfil perfecto ya que se había roto la nariz en algún momento de su vida, pero ese defecto sólo confería un aire intrépido y peligroso a su rostro, algo que no debería de resultarle atractivo y que, sin embargo, lo hacía. Aunque por otro lado, tal imperfección era una bendición, pues sin ella habría sido un hombre muy guapo. Extraordinariamente guapo.
– ¿No cree que sea la campeona invicta? -le preguntó.
Logan se volvió hacia ella y el corazón de Emily dio un brinco ante la penetrante mirada de sus ojos oscuros.
– Lo creo. -Tenía el ceño fruncido mientras le escrutaba el rostro como si ella fuera alguna clase de enigma que tratara de resolver. -Pero es un título que nunca, ni en un millón de años, le hubiera atribuido a usted. -Dejó de fruncir el ceño y sus ojos brillaron de diversión. -Pero claro, tampoco se me hubiera ocurrido pensar que tuviera tan buena puntería lanzando chorritos de leche con una teta.
Emily inspiró bruscamente y desvió la mirada al camino que tenía delante. Un intenso rubor le subió por el cuello y la cara.