– Eso ha sido un tanto presuntuoso por su parte, ¿no cree?
– No pudo evitar señalar a pesar de su alivio.
Emily parpadeó. Luego abrió mucho los ojos y se rio.
– Cielos, no me refería a mí, sino a lady Hombly.
La sonrisa de Logan se evaporó como un charco en el desierto y frunció el ceño. Lady Hombly. Maldita sea. Se había olvidado por completo de ella.
– No sabía que lady Hombly y usted fueran tan amigos -continuó ella.
– Y no lo somos.
– ¿Ah, no? Parecía muy desolada por haber tenido que interrumpir el paseo.
– Si estaba desolada era porque se le manchó la capa.
– No hay necesidad para la falsa modestia, señor Jennsen. Estoy segura de que lady Hombly se sintió apenada ante el hecho de tener que prescindir de su compañía.
– Le aseguro que no es mi intención alardear de falsa modestia. Y tampoco creo que la gente me busque por razones distintas a aquellas por las que lo hace.
– ¿Su brillante ingenio y sus impecables modales? -sugirió ella en tono cortante.
– Por supuesto. Obviamente, mis conocimientos financieros y mi fortuna no tienen nada que ver.
Ella meneó la cabeza y chasqueó la lengua.
– Qué cínico es usted. -Más bien soy realista.
– Dice que la gente sólo le busca por sus conocimientos financieros, aun así, parece que dedica casi todo su tiempo y energía a sus negocios.
– Así es.
– ¿Hay algo más de lo que disfrute aparte de eso?
Él consideró la cuestión durante varios segundos.
– Las negociaciones -dijo, -las inversiones arriesgadas o aumentar los activos de mis negocios… eso es lo que más disfruto. Y a riesgo de sonar pedante, soy muy bueno en ello.
– Sí, pero ¿qué hace para divertirse?
Él frunció el ceño.
– ¿Para divertirme?
Para irritación de Logan, ella se rio.
– Sí, para divertirse. No me dirá que no conocen ese término en América. -Como él continuó frunciendo el ceño, añadió: -Santo Cielo, no será usted un caso perdido, ¿verdad? Seguramente tiene que haber algo que le parezca divertido. Sin tener en cuenta los negocios, ¿cuándo fue la última vez que disfrutó de algo?
Él se giró hacia ella y se permitió posar la mirada en sus labios durante varios segundos.
– ¿De verdad quiere saberlo? -le preguntó con suavidad.
– Yo… bueno… sí. Por supuesto. -Emily se humedeció los labios y Logan volvió a sentirse atraído hacia aquella exuberante boca que se amoldaba tan perfectamente a la suya.
Tras un breve momento, la miró a los ojos.
– Anoche. Cuando la besé.
Un ardiente rubor cubrió con rapidez las mejillas de Emily, y él tuvo que cerrar los puños para evitar acariciar el profundo sonrojo que sus palabras provocaron.
– Mmm… ¿Y antes? -dijo ella con voz entrecortada.
– ¿Está segura de querer saberlo? -preguntó él de nuevo.
Esta vez, Emily se limitó a asentir con la cabeza.
– Hace tres meses. Cuando la besé.
Logan observó que ella inspiraba profundamente.
– ¿Y antes de eso?
Después de pensárselo durante varios segundos, Logan se dio cuenta de que no podía recordar nada más que no estuviera relacionado con su trabajo. Lo cual le sorprendió e inquietó a la vez. Caviló si decirle la verdad o no, pero decidió que no serviría de nada mentir. Y por otra parte, se mostraba reacio a hacerlo.
– No lo sé -admitió. Le recorrió la cara con la mirada. -Está sonrojada, lady Emily.
El rubor de la joven se hizo aún más profundo, algo que, maldita sea, lo fascinaba todavía más.
– Porque hablar de besos -siseó ella en voz baja -es impropio.
– ¿Y acaso no lo es besarse de verdad?
– Eso también es impropio, como usted muy bien sabe.
– Bueno, ha sido usted quien ha preguntado.
– Sí, pero esperaba que su respuesta tuviera que ver con un paseo a caballo, una cacería del zorro o una fiesta.
– ¿Y perderme la oportunidad de ver cómo se ruboriza de una manera tan encantadora? Mi querida lady Emily, puedo pecar de muchas cosas, pero ser tonto no es una de ellas.
O quizá sí. Había querido conversar sobre un tema más seguro, un tema que no fuera personal y, allí estaban, hablando de besos, lo que ciertamente era como jugar con fuego, pues hacía que quisiera besarla de nuevo. Allí mismo. Ahora mismo. Y que las convenciones y la gente que les rodeaba se fueran al diablo.
Haría bien en volver a cambiar de tema, pero esta vez a alguno completamente seguro.
– Dígame, ¿ha tenido alguna otra noticia de la supuesta aparición del vampiro?
Ella arqueó las cejas.
– ¿Supuesta aparición?
Él también arqueó las cejas, pero ante su tono resentido.
– No creeré otra cosa hasta que lo vea con mis propios ojos.
Algo titiló en la mirada de la joven. «¿Qué demonios estaba tramando?» La eterna pregunta volvió a resonar en la mente de Logan.
– Mi madre y tía Agatha no han hablado de otra cosa esta mañana -dijo ella. -Incluso mi doncella había oído las noticias y no dejaba de comentar lo sucedido.
– Debo reconocer que animó un poco la velada de anoche -dijo él. -Y hablando de eso, cuando llegué a la fiesta la vi de lejos y me pareció que estaba… afligida. Como si hubiera perdido a su mejor amiga. Espero equivocarme y que no haya pasado nada malo.
«Perdido a su mejor amiga.» Aquellas palabras resonaron en la mente de Emily, haciendo que un estremecimiento de aprensión le recorriera la espalda. Qué extraño que él hubiera escogido esa frase cuando era precisamente así como se sintió después de hablar con Carolyn. Aunque una parte de la joven se negaba a creer, a aceptar, que su amiga pudiera estar gravemente enferma, otra parte de ella temía que los temores de Carolyn resultaran ser ciertos.
El hecho de que su desasosiego hubiera sido tan evidente que hasta Logan lo notara despertó su preocupación. Pero lo que más le preocupaba era sentir el repentino deseo de desahogarse con él, de confiarle sus miedos. Por supuesto no lo haría, pero aquel ardiente deseo de querer hacerlo la confundió e inquietó. Sin duda alguna nacía de la necesidad de hablar de sus preocupaciones con alguien, sin importar quién fuera. Normalmente lo habría hecho con Sarah o con Julianne, pero en este caso no podía pues Carolyn no quería que supieran lo que le pasaba.
Y aun así, Emily era incapaz de soltar una mentira categórica. Por eso respondió con evasivas.
– Acababa de oír una noticia que me afligió profundamente, pero ahora todo está bien. -Y esperaba que así fuera. Sencillamente, no podía ser de otra manera. De ningún modo Carolyn podía estar enferma.
– Me alegra oír eso.
– Lo cierto es que cuando lo vi entrar anoche pensé lo mismo. Parecía muy preocupado. -Aunque vaciló un instante, Emily no pudo evitar preguntar: -¿Me equivoco?
Emily no esperaba que él respondiera a la pregunta, pero después de una breve pausa, asintió con la cabeza.
– Me temo que no. Ayer por la tarde me enteré de que uno de mis cargueros había quedado completamente destruido. Un incendio en los muelles. Tenía que zarpar al atardecer.
– Oh, Señor. Eso quiere decir que el barco ya estaba cargado, ¿no?
– Sí.
– Ha debido de ser una gran pérdida. Lo siento.
– Gracias. Pero las cosas materiales pueden ser reemplazadas. Por desgracia, el capitán y cinco marineros resultaron heridos. -Le palpitó un músculo en la mandíbula. -Y dos hombres perdieron la vida.
Emily se llevó la mano al pecho, justo encima del lugar donde el corazón acababa de darle un vuelco.
– Qué horrible tragedia.
– Sí. Fui a visitar a los hombres heridos y me alegra poder decirle que todos se recuperarán por completo.