– Por precaución. Me he enterado de que el hombre que atacó a Emily era Ralph Ashton.
Logan frunció el ceño.
– Ese nombre no me resulta familiar.
– No me sorprende. Al parecer, no es la persona que está intentando haceros daño a Emily y a ti. Lo contrataron.
Logan apretó los dientes.
– ¿Cómo lo sabes?
– Mis investigaciones me condujeron a una taberna en St. Giles donde oyeron a Ashton jactándose de que había sido contratado por una suculenta suma de dinero para deshacerse de cierto «problema».
– ¿Alguna pista sobre quién lo contrató?
– Todavía no. Cuando le preguntaron en qué consistía el problema, Ashton se rio y respondió que quien le contrató le había dicho que se trataba de una mujer molesta y que quería quitársela de en medio. Aunque fuera a la fuerza. Es evidente que Ashton no pensaba que Emily iría acompañada de alguien armado o dispuesto a matar para protegerla. Logan cerró los puños.
– Y también es evidente que esto no se ha acabado todavía. Que quienquiera que contrató a Ashton todavía sigue ahí fuera. Y que Emily todavía corre peligro.
– Y tú también -dijo Gideon. -Es por eso por lo que hemos reforzado tu protección.
Pero Logan apenas le oyó. El instinto le decía que tenía que ir a buscar a Emily. Ya.
– Ya me contarás el resto. Regresaré dentro para hablar con Emily. Tiene que estar en guardia. Y quiero asegurarme de que está a salvo.
Gideon asintió con la cabeza.
– Le dejé recado a Atwater de que nos reuniéramos aquí, pero no sé cuándo llegará.
Sin decirle nada más, Logan se dio la vuelta y se dirigió a la mansión, maldiciendo para sus adentros el hecho de que la propiedad de Farmington fuera tan grande. ¿Por qué no vivía en una casa de tamaño normal como la mayoría de los aristócratas? Acababa de doblar la esquina cuando vio a una figura moviéndose sigilosamente entre las sombras cercanas a la mansión. Se agachó al instante y sacó el cuchillo de la bota.
La figura continuó avanzando hacia él, deteniéndose fuera del charco de luz de la terraza frente a las ventanas del salón de baile. Dispuesto a atacar, Logan observó cómo la figura abría un frasquito y arrojaba un líquido al suelo, luego el extraño entró en el círculo de luz amarilla. Con sombría satisfacción y determinación observó la capa negra con capucha. «Eres mío, bastardo.»
La figura se quito la capucha, y Logan observó, anonadado, cómo dejaba al descubierto unos pálidos tirabuzones rubios. Una máscara negra ocultaba el rostro de la figura. Justo entonces vio brillar lo que parecían ser un par de colmillos blancos.
– ¿Qué demonios…?
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por un grito desgarrador proveniente de la puertaventana que conducía al salón de baile.
– ¡El vampiro! -gritó una aguda voz femenina desde el interior de la casa.
– ¡La mujer vampiro está en la terraza!
– ¡Sí, ahí está! -gritó otra voz seguida con rapidez de otras.
Logan miró hacia las ventanas. Había una mujer corpulenta señalando hacia la terraza mientras se llevaba una mano al pecho. Entonces se desmayó y cuatro caballeros corrieron para evitar que se golpeara contra el suelo. Varias personas señalaban hacia la terraza, y muy pronto se congregó una multitud.
Logan volvió a mirar la figura y masculló una maldición por lo bajo. Donde unos segundos antes había un vampiro -o lo que diablos fuera -ahora sólo había sombras y una figura que se alejaba velozmente de él. Con el puñal en la mano, la siguió con rapidez, resuelto a que ésa fuera la última noche que la figura encapuchada pasaba en libertad.
Con el corazón rebosante de alegría, Emily corrió a toda velocidad entre las sombras, manteniéndose cerca de la casa. ¡Habían visto al vampiro! Y esta vez fueron muchas las personas que habían sido testigos de la aparición. Mañana a esas horas, las noticias habrían llegado hasta el último rincón de la ciudad. Y en unos días, Emily esperaba que sus planes tuvieran éxito.
Y todo eso después de pensar que tendría que cancelar la aparición de esa noche no una, sino dos veces. La primera, cuando había visto a Logan. Al verlo aparecer en la pista de baile sintió que el corazón le daba un vuelco y que el alma se le caía a los pies. Porras, no había esperado encontrarlo allí, en especial cuando ella le había hecho creer que no iba a asistir a la fiesta. Pero allí estaba, apuesto y viril, y muy enfadado. Emily había pensado que tendría que suspender su actuación porque, sin duda, él no le quitaría la vista de encima.
Luego había visto a Gideon. Santo cielo, ¿qué estaba haciendo allí? Lo último que necesitaba era un detective de Bow Street fisgoneando en la fiesta. Pero para su inmenso alivio, Logan y Gideon se habían dirigido al vestíbulo. Los había seguido y, después de observar con alborozo que abandonaban la casa, supo que había llegado el momento de que apareciera la mujer vampiro. ¡Y todo había salido a la perfección! Incluso había podido derramar un poco de sangre de pollo.
Casi flotando de excitación, se detuvo ante las ventanas que conducían a la biblioteca. Tras una rápida inspección para cerciorarse de que nadie la observaba, entró en la oscura estancia y se dio la vuelta para cerrar la puertaventana.
Y se encontró cara a cara con Logan Jennsen.
Antes de que pudiera soltar siquiera un jadeo, él la agarró por las muñecas y le sujetó los brazos a la espalda, apresando sus manos con una de las suyas. Después entró en la biblioteca, y cerró la puertaventana. Emily creyó que se desmayaría al sentir el frío filo del puñal contra la garganta.
– Vaya, vaya ¿qué tenemos aquí? -preguntó él con un peligroso ronroneo. Logan dio un paso adelante, obligándola a retroceder a trompicones. -¿A la mujer vampiro que ha estado aterrorizando a los buenos ciudadanos de Londres? ¿O quizás a mi pequeño pirómano? Vamos a echar un vistazo.
Llegaron a la altura de la chimenea, donde la luz de la lumbre los envolvió con su resplandor dorado. Emily giró la cabeza en un intento de ocultar su cara, pero con un simple movimiento del puñal, él le cortó la máscara. Los tirabuzones rubios revolotearon hasta el suelo aterrizando sobre el zapato de la joven.
– ¿Qué demonios…? Mírame -exigió él.
Como ella no obedeció de inmediato, Logan apretó más el puñal contra su garganta.
– O te corto el cuello. Tú eliges.
Emily fue presa de un miedo helado. Por el tono de Logan, ella no dudaba de que él cumpliría su amenaza. Sabiendo que no había manera de librarse de aquella fuerte mano que la sujetaba y sintiéndose como si se hubiera convertido en piedra, la joven giró lentamente la cabeza y luego alzó la mirada. Durante varios segundos, él simplemente se limitó a mirarla. La confusión le nubló los ojos durante un segundo, luego la miró con rabia.
Logan bajó el cuchillo sin apartar la vista de ella. Emily oyó un siseo; el sonido de él enfundando el puñal en la bota. Luego recogió la máscara del suelo. Después de estudiarla durante varios segundos muy tensos, la arrojó al fuego de la chimenea. Si hubiera podido hablar, Emily habría protestado, pero tenía la boca seca y la garganta constreñida por el dolor, la rabia y el temor.
La repentina llamarada en la chimenea iluminó la expresión de Logan, que parecía estar tallada en granito. Entonces desató la capa con capucha que ella había cosido y la lanzó también al fuego junto con el frasquito vacío en el bolsillo. La recorrió con la mirada de arriba abajo antes de volver a mirarla a los ojos.
– Sabía que te traías algo entre manos -dijo él con una voz suave que no reflejaba la furia de sus ojos, -pero ni siquiera en mis sueños más descabellados, no, ni en mis más horribles pesadillas, hubiera imaginado algo así. Es más, lo veo y no lo creo. ¿Qué demonios has hecho?
Decidida a llevar eso hasta el final, Emily alzó la barbilla.