– No sé qué quieres decir. -Las palabras sonaron extrañas, pues le era difícil hablar con los colmillos dentro de la boca.
– ¿De veras? -El tono de Logan era más seco que el desierto. Alargó la mano y le arrancó los colmillos de la boca. Después de lanzarles una larga mirada, negó con la cabeza y se los metió en el bolsillo del chaleco. -Es evidente que estás involucrada en algún plan. ¿O debo creer que en realidad eres una mujer vampiro dispuesta a chuparme la sangre?
– No te debo ninguna explicación.
Una mirada que Emily sólo podía describir como auténticamente peligrosa brilló en los ojos de Logan.
– No estoy de acuerdo, pero quieras o no me lo vas a explicar de todas maneras.
Emily alzó la barbilla aún más.
– No haré nada de eso. -Forcejeó con él y se quedó sorprendida cuando Logan le soltó las manos. Retrocedió un par de pasos, poniendo algo de distancia entre ellos, y dio vía libre a su rabia y frustración.
– Esto no es asunto tuyo. Y espero que no lo hayas estropeado todo. -Le tendió la mano. -Ahora, devuélveme mis colmillos.
– Ésa sí que es una frase que jamás imaginé oír a una mujer. Emily abrió y cerró el puño.
– Devuélvemelos.
– No hasta que me digas de qué demonios va todo esto.
– Como ya has averiguado, yo soy la mujer vampiro. No hay nada más que decir.
Logan soltó un profundo suspiro.
– Bien. Entonces llamaremos al magistrado, y le explicarás a él de qué va todo esto.
– No hay nada de explicar. Has quemado las pruebas. -«Ja. Toma ya.»
– Para protegerte. -Se palmeó el bolsillo del chaleco. -Pero ya sabes que no lo he quemado todo.
Porras. A Emily se le puso un nudo en el estómago.
– No es necesario llamar al magistrado.
– Una vez más, no estamos de acuerdo. Tienes dos posibilidades, el magistrado o yo.
– ¿Y si me niego?
– Entonces te delataré.
Emily entrecerró los ojos.
– ¡No serías capaz!
– Pruébame y verás.
– Eso es un chantaje.
– Efectivamente.
– ¿Recurrirías a tal cosa con tal de obtener lo que quieres? -Sin dudarlo un instante.
A Emily le bajó un escalofrío por la espalda ante la helada calma de su voz. Sabía que él hablaba en serio, pero no estaba dispuesta a dejarle ver lo mucho que la intimidaba, así que le lanzó su mirada más fulminante.
– ¿Sabes en qué te convierte eso?
– Sí. En un hombre decidido.
– No. En un chantajista.
– Me han llamado cosas peores. Y bien, ¿qué decides?
– Eres sumamente molesto.
Logan soltó una risa carente de humor.
– Eso es como decir que el océano está mojado.
– Y demasiado exigente.
– Estás poniendo a prueba mi paciencia, Emily. Dímelo ya.
Emily notó en la rígida tensión de sus hombros y en los puños que cerraba con fuerza que Logan estaba a punto de estallar. Al ver que no tenía ninguna escapatoria y que no había otra mañera de resolver la situación, respiró hondo y le contó sus planes sobre las apariciones de la mujer vampiro. No se reservó nada.
– Después de la aparición de esta noche -concluyó, -el interés por las mujeres vampiros crecerá drásticamente. Venderé mi relato y muy pronto ganaré una buena cantidad de dinero; así resolveré los problemas financieros de mi familia.
– Sin tener que casarte.
– Exacto.
El asintió lentamente, sin apartar su insondable mirada de ella.
– Por un lado, tengo que admitir que estoy asombrado -dijo él finalmente. -E impresionado. Es un plan muy ingenioso y atrevido. Lo cierto es que es bastante brillante. De hecho, es algo que podría haber hecho yo mismo.
Emily no pudo contener su sorpresa.
– Eh… gracias.
– De nada. Por otro lado, tengo una pregunta.
– ¿Cuál?
Alargó los brazos y la cogió por los hombros para darle una sacudida.
– ¿Has perdido la cabeza? ¿No te das cuenta del peligro al que te has expuesto?
– Esas son dos preguntas. Y para tu información te diré que lo estaba haciendo muy bien y que el plan salía según lo previsto hasta que tú lo estropeaste todo.
El la miró como si estuviera a punto de estallarle la cabeza.
– ¿Hasta que yo lo estropeé todo? -Repitió él con voz incrédula. -Dios mío, Emily, deberías darle gracias a Dios de que haya sido yo quien te descubriera. Si hubiera sido otra persona, te habrías visto envuelta en un escándalo que habría echado a perder tu reputación para siempre.
Emily sabía que eso era cierto, sin embargo le molestaba oírselo decir.
– Soy consciente de eso, así que tomé precauciones para que no me descubrieran.
– Aun así, ha sido una locura que te arriesgaras de esa manera. Ella sacudió la cabeza.
– No. Al final todo ha salido bien, y después de la aparición de esta noche, mi plan funcionará. Tiene que funcionar.
– Podría haberte ocurrido algo malo. Han intentado matarte dos veces.
– Un hombre que ahora está muerto. Ya no corro peligro.
– No. Por eso ha venido Gideon esta noche. A decirme que descubrió que el hombre que Atwater mató fue contratado por otra persona. Que el asesino aún sigue ahí fuera.
Emily sintió que se quedaba lívida ante tales noticias. Antes de que pudiera decir nada, él le apretó los hombros y se acercó más, haciendo desaparecer la distancia entre ellos. El calor que atravesó a Emily no tenía nada que ver con el fuego que ardía en la chimenea, sino con la apasionada mirada de Logan.
– Podrías haber resultado herida o algo peor esta noche -dijo él con una voz tan baja y ronca que pareció salirle del fondo de la garganta. -Y entonces, ¿qué sería de mí? -Un estremecimiento atravesó a Logan y cerró momentáneamente los ojos. Cuando volvió a abrirlos, el corazón de Emily palpitó con fuerza ante la desnuda emoción de su mirada. -Dios mío, ¿qué habría sido de mí si te hubiera ocurrido algo?
Logan no le dio ninguna oportunidad de responder. Su boca cayó sobre la de ella en un beso duro, cálido y exigente que hablaba de necesidad contenida y puro deseo. La estrechó contra su cuerpo como si no fuera a soltarla nunca, y ella se derritió contra él, rodeándole el cuello con los brazos mientras se ponía de puntillas para apretarse más a su cuerpo. La lengua de Logan jugueteó con la de ella, y Emily abrió más la boca, queriendo más, necesitando más. Logan la besó como si la deseara con desesperación, como si quisiera devorarla, sosteniéndole la cabeza con una mano y deslizando la otra por su espalda hasta ahuecarle las nalgas y apretarla más contra su apremiante dureza.
Ella entrelazó los dedos en el espeso pelo de Logan, obligándole a acercarse más, retorciéndose contra su cuerpo, perdida para todo lo que no fuera él y el deseo ardiente que le atravesaba las venas. Podía sentir cómo le palpitaba todo el cuerpo, provocando un insistente latido entre sus piernas. Logan se rozó contra ella, hundiendo la lengua más profundamente en su boca, inundándole los sentidos con su olor a limpio, a hombre, hasta que todo el mundo de Emily se redujo a eso. A él. A Logan. A sus besos. Sus manos. Su sabor. Y la increíble manera en que la hacía sentir.
Perdida en una espesa neblina de pasión, Emily gimió en señal de protesta cuando él alzó la cabeza de repente. Aturdida, la joven entreabrió los ojos y notó la tensa expresión de Logan que clavaba la mirada en un lugar por encima de su cabeza. Ella frunció el ceño y giró la cabeza. Se quedó paralizada de horror.
Su madre estaba a un metro de ellos, mirándolos fijamente con una combinación de sorpresa y algo que Emily no pudo descifrar. Pero dejando eso a un lado, no cabía la menor duda de que había presenciado el apasionado beso entre su hija y Logan.
Emily sintió que se le encogían las entrañas. Muerta de vergüenza, se apartó del abrazo de Logan y se volvió hacia su madre. Notó que Logan se colocaba a su lado. Abrió la boca para hablar, pero su madre le hizo guardar silencio frunciendo el ceño de una manera severa mientras levantaba una mano. Luego, lady Stapleford centró su atención en Logan.