– Supongo que se dará cuenta de lo que esto significa, ¿verdad, señor Jennsen? -dijo ella en un tono que no admitía réplica.
Emily lo vio asentir con la cabeza por el rabillo del ojo.
– Sí.
– Bien. Creo que será mejor empezar con los preparativos cuanto antes.
– Entrecerró los ojos. -¿Alguna objeción por su parte?
El negó con la cabeza.
– Será todo como desea. Mañana conseguiré una licencia especial. Podemos celebrar la boda pasado mañana.
Emily volvió la cabeza hacia él. Si no fuera por el músculo que le palpitaba en la mandíbula, hubiera creído que su rígido rostro estaba tallado en granito.
– Me parece bien -dijo su madre.
Emily tuvo que afianzar sus rodillas para no caer al suelo.
– ¿Una licencia especial? -repitió débilmente. -¿Boda? ¿Pasado mañana? -Como Logan no la miró, desvió la vista hacia su madre. -¿Te parece bien? Mamá, ¿de qué hablas?
Su madre apartó los ojos de Logan y la miró. Emily se encogió de miedo. Jamás había visto una expresión tan resuelta en los ojos de su casi siempre afable madre.
– Sí, Emily, boda. Es evidente que no consideraste las consecuencias de tus acciones cuando decidiste citarte con el señor Jennsen.
Emily se sintió presa del pánico y negó con la cabeza.
– Pero sólo fue un beso.
– Lo que yo vi fue bastante más que un simple beso, habéis llegado mucho más lejos a juzgar por el lamentable estado en el que os encontráis el señor Jennsen y tú.
Emily contuvo el deseo de tirar del corpiño y apartar un rizo rebelde que le hacía cosquillas en la mejilla.
– Sólo nos dejamos llevar un momento. Y sólo lo sabes tú. Te aseguro que no hace falta celebrar una boda.
Su madre la miró con una dureza de la que Emily nunca la hubiera creído capaz.
– Dadas las circunstancias, te aseguro que sí hace falta celebrar una boda; es lo mínimo que puedo exigir para salvar tu reputación. Lo que exigirá tu padre cuando le cuente lo que ha ocurrido aquí esta tarde. El señor Jennsen ya se ha dado cuenta, te sugiero que hagas tú lo mismo.
Emily luchó contra el abrumador deseo de tirarse del pelo y gritar. Tiempo. Necesitaba tiempo. Para pensar. Para respirar. Para planear.
– Pero ¿por qué tenemos que casarnos con tanta rapidez? -preguntó atropelladamente. -¿Por qué no podemos anunciar el compromiso, publicar las amonestaciones y planear la boda con tranquilidad durante tres o cuatro meses? Una boda en primavera sería preciosa. -Sí, y le daría tiempo para hacer planes. Para vender su relato. Sin duda alguna habría resuelto los problemas financieros de su familia para entonces. Y un compromiso matrimonial siempre se podría anular…
– Me preocupa más tu seguridad que unas cuantas cejas arqueadas por una boda apresurada -dijo Logan en tono seco. Aunque le hablaba a ella, miraba al suelo con el ceño fruncido. -Podré protegerte mejor si soy tu marido. Por consiguiente, creo que es mejor que nos casemos pasado mañana.
– Estoy de acuerdo -dijo su madre con una voz tan firme que Emily se sintió herida y traicionada.
– Pero… -intentó discutir a pesar de todo.
– Nada de peros, Emily -dijo su madre con un agudo siseo. -Pasado mañana. No hay más que hablar. -Se volvió hacia Logan. -Le sugiero que trate de mantener las apariencias y que regrese ahora a la fiesta, señor Jennsen. Nosotras regresaremos en unos minutos, luego volveremos a casa. Espero que venga a visitarnos mañana por la tarde para discutir los acuerdos matrimoniales.
Logan, que había permanecido como una estatua a su lado, se despidió con una tensa inclinación de cabeza.
– Te veré mañana -le dijo a Emily con voz tensa.
La joven escuchó, oyó las palabras, pero de alguna manera no le parecieron reales. Aquello no podía estar ocurriendo. No podía estar ocurriéndole a ella. Se sentía… entumecida.
Se sentía como si fuera otra persona la que estuviera observando cómo Logan se pasaba los dedos por el despeinado pelo, cómo se ajustaba la ropa y cómo le hacía una reverencia formal a su madre antes de girarse y hacerle otra reverencia a ella. Sus miradas se encontraron durante unos segundos, y Emily sólo pudo clavar la vista en la rígida expresión de sus ojos oscuros. Donde unos segundos antes había ardiente pasión, ahora sólo había una expresión helada.
Logan se dirigió a la puerta con andar pesado y rígido, como si estuviera dirigiéndose a la horca. Santo Dios, parecía… estoico, resignado con su destino.
Era humillante el poco entusiasmo que mostraba.
Abandonó la habitación sin dirigir una sola mirada atrás.
Emily se volvió hacia su madre que la miraba con una expresión indescifrable. Parecía… ¿contenta? Era imposible, pero no podía pararse a pensar en eso ahora. Porque ahora sólo podía pensar en el hecho de que iba a casarse. Con un hombre que no la amaba. Que se sacrificaría porque tenía que hacerlo. Emily lo había arriesgado todo para poder casarse por amor. Para poder tener todo lo que había soñado.
Y ahora no tenía nada.
CAPÍTULO 20
Había veces que lo sorprendía con la mirada perdida,
y que sabía, sólo sabía, que él echaba de menos su vida mortal.
Añoraba a sus amigos, su trabajo y caminar bajo la luz del sol.
Y si bien me sentía culpable por haberle arrebatado la vida,
también sabía, de una manera egoísta,
que si tuviera que volver a hacerlo, lo haría sin dudarlo ni un momento.
El beso de lady Vampiro,
Anónimo
Gideon miró fijamente a Logan por encima del borde de su taza de café.
– ¿Casarte?
– ¿Casarte? -repitió Matthew.
– ¿Mañana? -La voz de Daniel sonaba como si se hubiera atragantado.
– Sí, me caso mañana -confirmó Logan de mal humor. Les había pedido a los tres hombres que consideraba sus mejores amigos (al menos hasta ese momento) que desayunaran con él. Todo había ido bien hasta que anunció que Emily y él se casarían al día siguiente. Ahora, todos lo miraban como si le hubiera salido un tercer ojo en la frente. -Todos estáis casados, no sé por qué os comportáis como si nunca hubierais oído hablar del matrimonio.
Sus tres casi ex-amigos intercambiaron una mirada, luego volvieron a centrarse en Logan.
– Eso parece -dijo Gideon curvando los labios.
– Si lo dices así… -añadió Matthew con una amplia sonrisa en la cara.
– Así que mañana… -Daniel le lanzó una mirada especulativa. -Hace que uno se pregunte qué te pillaron haciendo. Logan le lanzó una mirada asesina.
– Estaba dándole un beso, nada más. -Lo que era cierto. Más o menos.
Matthew arqueó las cejas, y pinchó con el tenedor un trozo de huevo.
– Debió de ser un beso digno de mención.
Lo que, definitivamente, también era cierto.
– Por el bien de la reputación de Emily, espero que os pillaran su madre o su tía y no alguna bruja chismosa -dijo Daniel.
– Su madre -confirmó Logan con rigidez. -Y no tengo intención de seguir hablando sobre el tema, salvo para decir que es una boda obligada y que el momento en el que se celebrará responde más a una cuestión práctica que a otra cosa. -Se apresuró a poner a Daniel y a Matthew al corriente de los últimos acontecimientos y concluyó con: -Hasta que atrapemos a ese hombre, no voy a correr ningún riesgo con la seguridad de Emily. Cuanto antes nos casemos, antes podré mantenerla bajo estricta vigilancia y protegerla todo el tiempo. Atwater vigilará hoy su casa y después de la boda vigilará la mía hasta que atrapemos a ese bastardo.