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– Una excelente elección. De hecho, estoy pensando en reconvertir un montón de habitaciones de mi casa, o más bien de nuestra casa, en bibliotecas.

Ella le devolvió la sonrisa.

– ¿Cuántas bibliotecas hacen falta en una casa?

– En nuestro caso, creo que como mínimo seis. Quizá siete. -La mirada de Logan recorrió el rostro de la joven hasta detenerse en su boca. -Aunque es posible que necesitemos ocho.

– Oh… Santo Dios. Eso suena muy… alentador.

El alargó los brazos y le cogió las manos.

– Me alegro de que pienses así.

– Sí. Sobre todo viendo cómo… -Se interrumpió y se mordió los labios.

– ¿Viendo qué?

– Viendo la manera en que me acabas de besar -continuó ella a pesar de la vergüenza que sentía, -mmm… demasiado suave. Y muy… muy… brevemente.

Los ojos de Logan brillaron de confusión, luego comprendió lo que ella quería decir.

– Y te preguntas si ese beso tan breve y suave indica un menor interés por ti.

«Sí.»

– No. Al menos no exactamente. -Emily se las ingenió para componer una sonrisa radiante y se sintió orgullosa al conseguirlo. -El caso es que no augura nada bueno que tu interés se desvanezca justo antes de que tenga lugar la boda.

– ¿Que mi interés se desvanezca? -El cerró los ojos con fuerza. Cuando los abrió, el fuego candente de su mirada hizo arder a Emily. En un instante, él la estrechaba bruscamente contra su cuerpo y frotaba sus caderas contra las de ella. Emily soltó un jadeo cuando notó su erección rozándose contra la unión de sus muslos.

Te aseguro que mi interés no se está desvaneciendo. -Logan le agarró la mano y le apretó la palma contra la rígida protuberancia. La joven notó cómo palpitaba su miembro y cerró los dedos en torno a él. Logan emitió un siseo. Con una mirada que prácticamente echaba humo, él le habló con voz baja y ronca: -Esto -empujó contra la mano de Emily -es lo que provocas cada vez que me tocas. Demonios, cada vez que me miras. Cada vez que pienso en ti. Siento como si estuviera duro todo el tiempo.

Si te he dado un beso breve y suave ha sido por tu bien -dijo embistiendo de nuevo contra su mano. -Créeme cuando te digo que he tenido que hacer un gran esfuerzo para no arrancarte la ropa con los dientes y hundirme en ti tan profundamente que no pudieses distinguir dónde empiezas tú y dónde acabo yo. Si no tuviésemos que reunimos con tus padres en tan sólo unos momentos, te desnudaría y te amaría hasta que me pidieras misericordia a gritos. Y si no fuera por el hecho de que serás mi mujer en menos de veinticuatro horas, lo haría de todas maneras. -Logan respiró hondo y luego se apartó de ella hasta que estuvo a una distancia prudente. -Ya ves cuánto se ha desvanecido mi interés por ti. ¿Alguna pregunta más?

Santo Cielo. Emily sentía como si echara humo por cada poro de su cuerpo. Se aclaró la garganta para recuperar la voz.

– No. Me ha quedado muy claro.

– No estoy seguro de que sea así, pero ya te darás cuenta mañana.

Mañana. Que Dios la ayudara, apenas podía esperar.

Él le soltó lentamente los hombros y abrió la boca como si fuera a hablar, pero la cerró sin decir nada. Su expresión se tornó preocupada y resultaba evidente que había algo más que quería decirle.

– ¿Hay algo más que quieras decirme? -le instó Emily cuando vio que permanecía en silencio.

Logan vaciló, pero luego asintió con la cabeza. -Así es y también tengo que pedirte una cosa. -Te escucho. El tomó aire.

– Quiero que sepas que esta mañana me he reunido con mi abogado y mis banqueros para establecer un fondo fiduciario para ti. Dispondrás de tu propio dinero y en el caso de que me ocurriera algo, no te faltará nada.

Emily parpadeó.

– Eh… Gracias.

– También he dispuesto unas cuentas para la educación de tus hermanos o cualquier gran viaje que deseen hacer. Si no quieren viajar, pueden utilizar los fondos de la manera que deseen.

Incluso antes de que ella pudiera dar una respuesta a tan extraordinaria generosidad, él continuó hablando:

– También he saldado las deudas de tu padre, incluyendo las que tenía conmigo.

Durante varios segundos, Emily sólo pudo mirarlo fijamente con aturdido asombro. Se estremeció y se dio cuenta de que estaba temblando. Se había pasado meses intentando idear un plan factible con el que salvar a su familia, y él lo había logrado en tan sólo unas horas. Sabía que debería sentirse un poco molesta o decepcionada por ello, pero lo único que sentía era una profunda gratitud al saber que las personas que amaba no serían víctimas de ningún escándalo ni acabarían en la miseria.

– ¿Por qué…? -fue lo único que pudo decir.

Logan le dirigió una mirada insondable.

– Porque vas a ser mi mujer. Porque tu familia será la mía. Porque sé lo importante que es para ti, y, por lo tanto, es importante para mí.

Para mortificación de Emily, se le llenaron los ojos de lágrimas. -Es demasiado. Es muchísimo dinero… Él le puso los dedos en los labios.

– Quiero hacerlo. Por ti. Por ellos. Lo considero una buena inversión. -Logan le levantó la cara con la mano, le rozó los labios con el pulgar y le brindó una sonrisa fugaz. -Nunca he tenido a nadie en quien gastar mi dinero aparte de mí mismo. -Lanzó una significativa mirada al anillo. -Me gusta hacerlo.

– No sé qué decir. Ni cómo agradecértelo.

– Con un beso es suficiente -dijo él tras considerar la cuestión.

Ella soltó una risita.

– Creo que harían falta un montón de besos. -Bueno, si insistes… -Logan lanzó un fingido suspiro. -Intentaré soportarlo como un hombre.

Emily se puso de puntillas y le cogió la cara entre sus manos temblorosas. La inundó una oleada de profundo amor, y las palabras se le agolparon en la punta de la lengua, pugnando por salir de su boca.

– Logan, yo… -Se detuvo, temiendo que si las decía ahora, él pensaría que sólo habían sido provocadas por la gratitud. O peor aún, se sentiría obligado a repetirlas sin sentir realmente los sentimientos que implicaban. O, lo que era incluso peor, rechazaría sus sentimientos.

Pero tenía que decir algo, algo que reflejara lo agradecida que estaba sin revelar la profundidad de sus sentimientos. Se aclaró la garganta.

– Gracias. Por ser tan… maravilloso. Por regalarme este hermoso anillo. Por hacerte cargo de las personas que amo. Por ser… tú. -Se puso de puntillas y le dio un beso en los labios. Luego se plantó sobre los talones y bajó las manos.

El se llevó el dedo a los labios como si aún pudiera sentir allí la boca de Emily.

– De nada. Pero, por lo que me has dicho, todavía me debes una buena cantidad de besos.

– Me esmeraré en saldar mi deuda.

– Excelente. Y ahora, vayamos a la petición…

– No creerás que puedo negarte nada después de todo lo que has hecho por mi familia, ¿verdad? -preguntó ella al verlo vacilar. -Sea lo que sea, dalo por hecho.

Él enarcó una ceja.

– ¿No crees que es un poco arriesgado decir eso sin saber lo que es?

Ella clavó la mirada en esos hermosos ojos oscuros, y supo que no podría negarle nada que estuviera en su mano a ese hombre que tan inesperadamente le había robado el corazón.

– Sí -susurró ella.

– Espero que no vivas para lamentar esa promesa. Me gustaría leer tu relato.

Emily le lanzó una mirada desconcertada. No sabía qué había esperado que le pidiera, pero eso era lo último que había imaginado.

– ¿Quieres leer mi historia de la mujer vampiro?

– Sí. ¿Por qué? ¿Has escrito más?

– No. ¿Por qué quieres leerla?

– Siento curiosidad. Admiro la iniciativa personal, y me ha impresionado tu idea de desarrollar una historia tan intrigante y tener el talento de escribirla. Me gustaría mucho ver el producto terminado.

Emily vaciló.

– Si no quieres que la lea -dijo él quedamente -te libero de tu promesa.