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Ella negó con la cabeza.

– Una promesa es una promesa. Pero me ha sorprendido que sientas interés por…

Él se llevó la mano de Emily a la boca y le dio un beso en el dorso de los dedos.

– Creo que ya he demostrado lo profundamente interesado que me siento. Pero lo creas o no, estoy interesado en más cosas que en…

– ¿Que en arrancarme la ropa con los dientes? Él esbozó una sonrisa radiante.

– Sí, aunque eso es lo primero de la lista. En realidad estoy interesado en todo lo que tenga que ver con mi prometida. Emily se sonrojó.

– Muy bien. Como he escrito varias copias, te daré una antes de que te marches.

– Gracias. Emily… tengo que pedirte otra cosa.

Ella arqueó una ceja.

– Creo que está haciendo una costumbre de esto, señor.

Él se acercó un paso y la tomó entre sus brazos.

– Sí. Una que podría llegar a gustarme mucho: yo te pido que hagas algo y tú me respondes que sí. -Le ahuecó un pecho en la palma de la mano, dejándola sin aliento. Inclinándose un poco, le rozó la sensible piel de la oreja con los labios. -Se me ocurren varias docenas de peticiones que los dos encontraríamos muy… agradables.

Ella cerró los ojos e inhaló su olor, esa deliciosa combinación a ropa limpia, a piel cálida y a sándalo que la hacía tambalearse.

– ¿Varias docenas? -preguntó ella entrecortadamente.

– Sin ni siquiera planearlo. -Logan le mordisqueó el lóbulo de la oreja, y ella cerró los ojos, concentrada en la sensación que atravesaba su cuerpo. -Imagina todo lo que se me ocurriría si le dedicara un poco de esfuerzo.

– Sí… me lo imagino -murmuró ella. Él se enderezó y ella se obligó a abrir los ojos.

– ¿Qué es lo que quieres, Logan? -le preguntó, esperando, rezando para que tuviera que ver con algún lugar privado, donde ella pudiera comprobar cómo le arrancaba la ropa usando sólo los dientes.

– Tantas cosas… -dijo él suavemente. -Tantas cosas como las que me tientas a hacer de manera inexplicable. Pero por ahora me conformaré con una. Y es algo que ya hablamos ayer. Me gustaría llevarte a ti y a toda tu familia a Gunter's. Me daría la oportunidad de conocerlos mejor, y creo que todos se divertirían. En especial Mary y Arthur.

A Emily la inundó otra oleada de amor, y pensó que si él continuaba siendo tan maravilloso, a ella le iba a costar mucho mantener sus sentimientos ocultos durante más tiempo. Esperaba que cuando Logan supiera lo que sentía por él, pudiera corresponderle al menos con una parte de esos sentimientos. De otra manera, Emily acabaría con el corazón roto. A manos de su marido.

CAPÍTULO 21

Hay muy pocas formas de matar a un vampiro,

ninguna de ellas es sencilla, y todas son muy sangrientas.

Por eso no esperaba morir de la manera en que lo hice.

Porque jamás se me ocurrió pensar que un vampiro pudiera morir de pena.

El beso de lady Vampiro,

Anónimo

Logan esperaba en su lugar cerca de la chimenea de mármol en la biblioteca de Matthew y Sarah intentando relajarse sin conseguirlo. Los brillantes rayos del sol entraban por los grandes ventanales, iluminando la estancia con su cálido y dorado resplandor. Desplazó la mirada a la repisa de la chimenea. Faltaban cinco minutos para las diez. Cinco minutos para que diera comienzo la ceremonia que cambiaría su vida.

Una mano cayó sobre su hombro y casi dio un brinco. Se dio la vuelta y se encontró frente a Matthew, que estaba flanqueado por Daniel y Gideon. Los tres parecían bastante divertidos.

– ¡Maldición!, estás hecho un desastre -dijo Matthew.

Daniel se inclinó hacia delante y estudió a Logan con los ojos entrecerrados.

– Me parece que tienes mala cara.

Gideon le ofreció una copa con el brandy suficiente para emborrachar a cinco hombres.

– Ten, bébete esto.

Logan no pudo evitar reírse.

– Si me bebo eso, estaré inconsciente durante dos días. No estoy hecho un desastre. Sólo estoy… -«Ridículamente impaciente. Ansioso por comenzar la ceremonia para poder llamarla mi mujer. Por hacerla mi mujer»-un poco nervioso por el temor de meter la pata en cualquier momento y echarlo todo a perder.

– Relájate -dijo Matthew. -Es muy fácil. Sólo tienes que decir «sí».

– Incluso después de que termine la ceremonia, continúa diciendo eso -le aconsejó Daniel.

– Cierto -convino Gideon. -Y si en algún momento no piensas hacerlo, bésala.

Matthew asintió con la cabeza.

– Besarla te ahorrará un montón de problemas.

Logan logró esbozar una débil sonrisa.

– ¿Es ése el secreto de un matrimonio feliz? ¿No dejar de besar a tu esposa?

– A mí me funciona -dijo Gideon.

– A mí también -añadió Daniel.

– Y a mí -dijo Matthew. -Y todos somos felices y muy pronto seremos padres. Logan arqueó una ceja.

– Entonces es evidente que el secreto de un matrimonio feliz implica algo más que besos.

Daniel le dio una palmadita en la espalda.

– Y tan a menudo como sea posible. Pero eres un tipo inteligente. Normalmente. Ya te darás cuenta.

Armado con esos sabios consejos, Logan volvió a mirar el reloj. Los siguientes cinco minutos se le hicieron tan largos como cinco decenios. Cuando Emily entró finalmente en la biblioteca cogida del brazo de su padre, la visión de la joven lo dejó sin aliento. La falda del vestido azul pálido se abría desde el corpiño escotado hasta sus pies, adornada con delicadas flores bordadas. Llevaba el pelo recogido y sujeto con horquillas de color verde mar. En su cuello colgaba el mismo collar de tres vueltas que llevara dos noches antes, un claro recordatorio de que las marcas rojas que le estropeaban la piel todavía no habían desaparecido. Se sintió emocionado al ver que llevaba el ramo de peonías rosas que él le había regalado el día anterior, atado con un lazo color crema. El anillo centelleaba bajo los rayos del sol, lanzando chispas de colores a la habitación. Los ojos de Logan se encontraron con los de ella, y la cálida mirada de la joven le llegó hasta lo más profundo de su ser, como si ella le hubiera apretado el corazón.

Lord Stapleford la acompañó hasta dejarla a su lado, la besó en la mejilla y se sentó junto a su esposa en las sillas que se habían dispuesto en la estancia para la íntima ceremonia. Logan se volvió hacia Emily y durante varios segundos no pudo hablar por el nudo que se le puso en la garganta. Entonces tragó saliva y susurró:

– Estás preciosa.

La sonrisa de Emily le hizo sentir como si le hubiese tocado un cálido rayo de sol.

– Tú también. De una manera muy masculina, por supuesto -dijo ella, repitiendo las mismas palabras que le había dicho el día anterior.

La ceremonia comenzó y terminó con rapidez. Sin dejar de mirar aquellos hermosos ojos de ninfa, él recitó los votos que lo unirían a Emily durante el resto de su vida. Medio había esperado que el pánico se apoderara de él en algún momento, pero en cuanto la vio entrar en la biblioteca lo inundó una sensación de profunda tranquilidad a pesar de que el corazón le estuvo palpitando con fuerza durante toda la ceremonia, aunque no por los nervios, sino por la excitación. El mismo tipo de excitación que sentía cuando estaba en medio de una complicada negociación comercial. Pero incluso era mucho más que eso… Algo que no sentía desde hacía tanto tiempo que apenas lo reconoció. Era pura y sincera alegría. Y no creía que alguna vez hubiera sentido una dicha tan profunda.

Cuando terminó la breve ceremonia, permaneció junto a su esposa y aceptó las felicitaciones de su familia -que ahora también era la suya -y sus amigos. Al llegar el turno a Arthur, el niño le abrazó por la cintura y a Logan se le puso un nudo en la garganta.

– Ahora somos hermanos -dijo el muchacho, mirando a Logan con adoración.