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– Cuando llegue mi turno de hacértelo a ti, estaré demasiado obnubilada por el placer para devolverte el favor -murmuró ella.

– Dejarte obnubilada de placer es parte de mi deber como marido -dijo él, volviéndose a enjabonar las manos para deslizarías esa vez sobre sus pechos.

Emily emitió un largo «ohhh» y arqueó la espalda.

– Me parece que tienes demasiados deberes como marido, pero aún no he oído ninguno de los que me corresponden a mí como esposa.

Logan deslizó las manos más abajo, por su vientre, y luego a la unión de sus muslos.

– Ahora mismo estás haciendo una labor muy importante.

– ¿Separar las piernas para que puedas acariciarme con más facilidad? -preguntó ella, haciendo justo eso.

– No, aunque, por supuesto, te lo agradezco mucho. -Le deslizó un dedo por la hendidura de su sexo antes de penetrarla con él. -Y ahora mismo me haces un hombre muy feliz.

– Y tú me estás volviendo loca.

Logan retiró el dedo y lo hizo rodar perezosamente sobre el clítoris.

– Es otro de mis deberes conyugales.

– Logan… -Con un gemido, Emily le sujetó la muñeca y se giró hasta quedarse de rodillas entre los muslos separados de su marido. -Cuando me siento así, quiero tenerte dentro de mí.

Bien sabía Dios que ahí era donde él quería estar. Apoyó las manos en el fondo de la bañera dispuesto a levantarse, pero ella lo detuvo alargando la mano y rodeando su erección con los dedos. Logan contuvo el aliento con un siseo y cerró los ojos.

– ¿Te hago feliz ahora? -preguntó ella, girando lentamente los dedos sobre el hinchado glande.

Sin poder detenerse, él arqueó las caderas buscando más.

– Sí, muy feliz -logró responder, gimiendo cuando ella le apretó el miembro suavemente. -Me vuelves loco. -Logan levantó las manos y le sostuvo los pechos. -Dios mío, Emily, no te imaginas lo que me haces sentir.

– Dicen que un hombre puede sentirse de esa manera con una facilidad pasmosa.

Emily lo apretó de nuevo y él se arqueó en respuesta. Abrió los ojos y observó a través de los pesados párpados entrecerrados cómo su esposa le acariciaba con los dedos y jugueteaba con él, haciendo que apretara los dientes ante aquel intenso placer. La dejó continuar hasta que ya no pudo soportarlo más.

Incorporándose, cogió las manos de Emily y la puso bruscamente en pie, alzándola entre sus brazos.

– Ya no aguanto más -dijo con voz ronca. Sin prestar atención al charco de agua que iban dejando a su paso, se acercó a la chaise donde la tumbó con suavidad antes de colocarse entre los muslos separados de la joven. Apoyándose en los codos, Logan bajó la mirada a la hermosa cara ruborizada de su esposa. Quería decir algo, asegurarle que no le haría daño, pero era incapaz de articular palabra. Frotó el sexo de Emily con el glande y entró lentamente en ella. Se detuvo cuando alcanzó la barrera del himen y luego, sin dejar de mirarla a los ojos, empujó bruscamente y se hundió por completo en la apretada calidez de su esposa. Emily abrió mucho los ojos y soltó un jadeo.

– Lo siento -dijo él, obligándose a permanecer quieto. -No quería hacerte daño.

Emily negó con la cabeza.

– No me lo has hecho. Sólo me ha sorprendido. -Le recorrió el pecho con las manos. -Me siento… deliciosamente llena. De ti. Me gusta muchísimo.

La capacidad de hablar de Logan iba desapareciendo con rapidez.

– Rodéame con las piernas.

Después de que ella lo hiciera, él se retiró casi por completo, luego volvió a deslizarse profundamente en su interior.

– Oh, Dios mío -susurró ella, cerrando los ojos. -Vuelve a hacerlo.

Él volvió a retirarse muy despacio y luego se hundió de nuevo, apretando los dientes ante la cálida y suave fricción. Siguió embistiéndola con mayor rapidez, con mayor intensidad, y con cada envite sentía que estaba más cerca del clímax. Emily se aferró a sus hombros y, con un jadeo, se arqueó bajo él. Su funda apretada comenzó a palpitar en torno a su miembro y, con un gemido angustiado, Logan volvió a penetrarla profundamente antes de alcanzar la liberación que parecía llevar toda la vida esperando.

Cuando los estremecimientos que le atormentaban se fueron apaciguando, apoyó la frente en la de ella y luchó por recuperar el aliento. Cuando por fin se le normalizó la respiración, levantó la cabeza, y se la encontró mirándole con los ojos entrecerrados y nublados, y los labios, hinchados por sus besos, curvados en una sonrisa.

A Logan le inundó una sensación diferente a cualquier otra cosa que hubiera experimentado antes. Se sentía más feliz de lo que había estado nunca. Saciado de una manera diferente. Satisfecho de una manera completa. Era una combinación de las tres cosas, y aun así le resultaba imposible describir la sensación de satisfacción y bienestar que lo inundaba. Era una sensación de profunda calma y… justicia. Como si hubiera llegado a casa tras una amarga y dura batalla. Bajando la mirada a la cara de Emily, supo que nunca había visto nada tan hermoso como ella. Como su esposa.

Sin querer aplastar a aquella bella mujer que acababa de proporcionarle más placer del que había experimentado nunca, se movió para deslizarse fuera de ella, pero Emily apretó sus brazos y sus piernas con más fuerza para retenerlo y negó con la cabeza.

– No te muevas -murmuró ella. -Me encanta tenerte encima. Dentro de mí.

Él le rozó los labios con los suyos.

– Me alegra oírlo, pues puedo decir con toda sinceridad que éste es mi lugar favorito. Ella suspiró.

– Ahora lo entiendo.

– ¿El qué?

– Todo el revuelo que existe con respecto a esto. A pesar de todo lo que he leído, ahora me doy cuenta de que no tenía ni la menor idea del intenso placer que proporciona hacer el amor. -Emily levantó una mano y le apartó el pelo de la frente. -La unión de tu cuerpo y el mío es algo impresionante. Pensé que sería mágico, pero ni siquiera en sueños había imaginado que podría ser así.

– Me alegro de que te haya gustado.

– Sí-dijo, pero en sus ojos apareció una mirada de incertidumbre. -¿Y a ti?

Él soltó una carcajada de incredulidad.

– Me asombra que tengas que preguntarlo, pero ya que lo has hecho, déjame asegurarte que me ha gustado muchísimo.

A pesar de las palabras de Logan, la incertidumbre en la mirada de Emily no desapareció.

– Estoy segura de que no soy la única mujer con la que has hecho el…

Logan interrumpió sus palabras con un suave beso antes de levantar la cabeza para mirarla directamente a los ojos. Y ahogarse en ellos.

– Emily. Nadie me ha complacido tanto como acabas de hacerlo tú. Nunca.

– ¿Cuántas mujeres has traído a esta habitación?

– Ninguna -respondió él sin titubear, ahuecándole suavemente la mejilla con la mano. -Sólo a ti.

La expresión de Emily se relajó.

– Me alegro. Pero, aun así, estoy celosa de todas las mujeres que te han tocado. De todas las que han compartido esto contigo.

– No tienes motivos para estar celosa. -Y no los tenía… porque lo que él acababa de compartir con ella hacía que todos los encuentros sexuales de su pasado palidecieran en comparación. Se dio cuenta de que era así porque eso era lo que habían sido, encuentros sexuales, mientras que con Emily había hecho el amor. Sintió como si le hubieran dado un golpe en la cabeza. Y en el corazón. Acababa de hacer el amor… por primera vez en su vida.

Y, de repente, pudo darle nombre a la extraña sensación que le inundaba. Era… Amor.

Amaba a Emily. Santo Dios, se había enamorado. De su esposa.

Esta vez ni su corazón ni su mente trataron siquiera de negar la evidencia. Las palabras «te amo» -palabras que nunca le había dicho a nadie -se agolparon en su garganta, exigiendo ser dichas, pero él apretó los labios con fuerza para contenerlas. Algo le dijo que ése no era el momento de decírselas. Era demasiado pronto. Sus emociones estaban a flor de piel. Emily podía pensar que se las decía bajo los efectos de la pasión.