Amor… Santo Dios, había estado a punto de decirle que la amaba. La manera en que ella lo había mirado, cómo le había cogido y besado la mano, y sus palabras cariñosas y compasivas le habían llenado de tales emociones abrumadoras que, simplemente, no podía callárselo más. Pero el ruido en el balcón le había interrumpido, y ahora estaba recorriendo las calles de Londres sin saber si su esposa estaba viva o muerta, rogando para tener la oportunidad de decirle cuánto la amaba. Y demostrárselo. Todos los días. Probándole que era digno de ella. En todos los aspectos. Que era digno de aquella mirada que había visto en los ojos de Emily y que le hacía sentir como un héroe. Gideon se detuvo y señaló una casa.
– Es ahí-susurró, indicando con la cabeza el edificio de dos pisos de ladrillo descascarillado que tenían delante. -Parece la típica vivienda, lo que quiere decir que sólo tendrá una puerta en la parte delantera y que probablemente no tendrá más de dos habitaciones: un dormitorio y una sala de estar. -Entrecerró los ojos para mirar los números de las puertas. -El seis está en el primer piso, en la esquina izquierda, con lo cual podría escapar por la ventana.
Logan entornó los ojos.
– No va a escapar. Mientras tú entras en la habitación echando la puerta abajo y armando un buen escándalo, yo entraré por la ventana y rescataré a Emily.
– El factor sorpresa -convino Gideon.
– Sí, y el bastardo quedará atrapado entre nosotros sin ninguna vía de escape.
Gideon asintió con la cabeza y, manteniéndose en las sombras, se acercaron al edificio. Logan se dirigió a la ventana y miró adentro. Al instante se sintió inundado por una mezcla de alivio y temor. Emily estaba en un estrecho camastro atada de pies y manos. Dado que estaba de espaldas a él, Logan no pudo distinguir si estaba viva. Pero la había encontrado. Lo que quería decir que tenía que estar viva. Tenía que estarlo. «Tiene que estarlo.»
Heller estaba agachado ante la chimenea y también le daba la espalda. Años atrás pensaba que odiaba a Heller, pero aquello no era nada comparado con el sentimiento que ahora lo consumía. Miró hacia la puerta por la que Gideon irrumpiría en cualquier momento y apretó los labios en una línea sombría. Esperó con todos los nervios en tensión, con cada músculo de su cuerpo preparado para atacar. Unos segundos después se abrió la puerta de golpe, y Gideon entró corriendo en la habitación mientras lanzaba un grito feroz que podría haber despertado a los muertos. Logan se abalanzó contra la puertaventana, empujando con el hombro y haciendo trizas el cristal, luego corrió directamente hacia Emily. Una rápida mirada por encima del hombro le aseguró que Gideon, efectivamente, había cogido a Heller por sorpresa y que tenía la situación controlada.
Logan se dejó caer de rodillas al lado de la cama y, con manos temblorosas, hizo rodar a Emily sobre la espalda. Fue recibido por la increíble imagen de unos asombrados y parpadeantes ojos que se clavaron en él.
Santo Dios, jamás se había desmayado, pero en ese momento sintió tal alivio al verla viva, que casi perdió la consciencia.
– Emily. -Fue la única palabra que pudo articular. Le arrancó la mordaza que le cubría la boca.
– Logan. -Aquella única palabra, dicha en un ronco graznido fue el sonido más dulce que él había escuchado nunca.
– Aquí estoy, cariño. Estás a salvo. -Se apresuró a cortarle las cuerdas que le ataban las muñecas y los tobillos y la cogió entre sus brazos. Con un sollozo, ella le rodeó el cuello con los brazos.
– Dios mío, pensé que estabas muerto -gimió ella contra su cuello. -Estabas tirado en el balcón, había tanta sangre… fuego… -Emily se estremeció y Logan la abrazó con más fuerza, dándole un beso en la sien. Cerró los ojos y, con el corazón martilleando con la fuerza suficiente para romperle las costillas, elevó una plegaria de agradecimiento.
Se inclinó sobre ella y la recorrió suavemente con las manos.
– ¿Estás herida?
– No. Sólo algunos golpes y moratones debido a que me cargó sobre el hombro, pero nada más. Y tú, ¿estás…?
El interrumpió la pregunta y las demás que sabía que seguirían dándole un suave beso en los labios.
– Te lo contaré después. Por ahora, quédate aquí. -Recogió las cuerdas que había cortado y con las que Heller la había atado y se acercó a Gideon, que sujetaba al hombre contra el suelo. Lo ataron con rapidez. Luego, Logan lo puso en pie y clavó la mirada en el hombre que creía haber matado hacía tantos años.
– Santo Dios, creí haberte visto hace varios días en el parque. Vigilándome. Pero sabía que no podías ser tú. Y aquí estás. ¿Cómo puedes estar vivo? -le preguntó a aquel bastardo que casi había destrozado su mundo al secuestrar a Emily.
– ¿Cómo puedo estar vivo? -Repitió Heller con tono burlón y un intenso odio en la mirada. -Tú sí que deberías estar muerto. Del todo. Sólo por haber matado a Zachary.
Logan entrecerró los ojos.
– ¿De qué demonios hablas? Te maté, aunque ahora estés aquí delante de mí.
– No me mataste, bastardo -exclamó Heller, -mataste a mi hermano Zachary. A mi hermano gemelo. -Sus ojos parecían escupir veneno. -Teníamos un plan perfecto. Nadie sabía que éramos dos, lo que nos daba gran libertad a la hora de poner en práctica nuestras estafas. Nuestro plan consistía en estafar a Martin Becknell y darnos la gran vida durante el resto de nuestras vidas.
Logan lo comprendió todo de golpe.
– Por eso todos juraron que habían estado contigo a la hora que mataron a Martin. No fuiste tú. Era tu hermano el que estaba con ellos.
Un brillo astuto iluminó los ojos de Thomas.
– Y funcionó a la perfección. -Un odio feroz reemplazó el brillo de sus ojos. -Hasta que lo echaste todo a perder. Zachary me advirtió sobre ti y tus sospechas, y sobre las pruebas que habías encontrado. Teníamos que eliminaros a los dos. ¿Y qué mejor plan que matar a Martin y que te culparan a ti por ello? Pero estabas firmemente decidido a que condenaran a Zachary. En cuanto desapareció, supe que lo habías asesinado. Quise matarte enseguida, pero decidí esperar el momento oportuno. Creías que estaba muerto, así que dejé que lo siguieras creyendo mientras planeaba mi venganza. Quería arrebatarte todo lo que era importante para ti y destruirte, igual que tú me lo habías quitado todo y me habías destrozado la vida. -La furia se mezcló con el odio en sus ojos, y Logan se dio cuenta de que se había vuelto loco. -Pero antes de que pudiera llevar a cabo mis planes, me arrestaron. -Soltó un sonido ronco y amargo. -Por un crimen que ni siquiera había cometido.
– Habías cometido bastantes. Merecías ser castigado.
– Tú mataste a mi hermano y jamás fuiste castigado. De hecho, amasaste una fortuna y llevaste una vida de lujos mientras mi hermano se descomponía donde fuera que lo enterraras y yo me pudría en una maldita prisión. -Inspiró bruscamente. -Pero por fin logré escaparme. Y luego averigüé dónde estabas. Y cuando llegué aquí descubrí qué era lo más importante para ti. -Miró a Emily. Logan agarró a Heller del cuello, y se movió para bloquearle la vista de su esposa.
Heller miró a Logan con el odio y la locura ardiendo en sus ojos.
– Mataste al hombre equivocado, Jennsen. Y te he hecho pagar por ello. No tanto como quería, dado que tú y tu esposa estáis todavía vivos, pero incendié tu barco y tu casa, y eso es suficiente, al menos por ahora.
A Logan le hormiguearon las manos por el deseo de cerrarlas sobre el cuello de Heller y apretar hasta que éste exhalara el último aliento. Pero había mejores formas de castigarlo.
– Cuando incendiaste mi barco, mataste a dos buenos hombres. En lo que respecta al cargamento y a mi casa, serán reemplazados sin ningún problema. El daño que has causado no es suficiente «por ahora». Es el fin. Jamás volverás a tener la oportunidad de hacerme daño ni a mí ni a ninguna otra persona.