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– ¿Quieres convertirte en un vampiro? -Se volvió hacia Carolyn y Julianne.

– Santo Dios, pobre Emily, ha debido de darse un golpe en la cabeza.

– No me he golpe… -comenzó a decir Emily.

– Quizá deberíamos llamar a un médico -dijo Julianne, poniendo los dedos en la frente de Emily para comprobar si tenía fiebre.

Emily frunció el ceño y se apartó despacio de la mano de Julianne.

– No estoy enferma.

– Creo que deberíamos dejar de leer esos libros tan picantes que desbocan nuestra imaginación -dijo Carolyn, palmeando suavemente la mano de Emily. -Sugiero que nuestra próxima lectura sea Hamlet.

– Sí, claro, porque seguro que una historia con un montón de asesinatos, envenenamientos, apuñalamientos y caos por doquier no desbocará en absoluto nuestra imaginación -dijo Emily con sarcasmo. -Y dejad de mirarme todas como si me hubiera vuelto loca o me hubiera tomado una dosis de láudano. No he querido decir que me fuera a convertir en un vampiro de verdad…

– Menudo alivio -dijo Carolyn.

– Voy a hacerme pasar por un vampiro para despertar el interés de la gente. Mi intención es conseguir que las mujeres vampiro se pongan de moda y que se hable tanto de ellas en las reuniones sociales que el nuevo editor al que le he enviado el manuscrito no dude en publicarlo. Luego, una vez que las mujeres vampiro sean del interés general, todo el mundo saldrá corriendo a comprar mi relato. Y no sólo ganaré un montón de dinero que me permitirá salvar a mi familia de la ruina financiera, sino tiempo para encontrar a alguien con quien casarme por amor.

– Creo que sí que te has dado un porrazo en la cabeza -masculló Sarah. -El único interés que generarás haciéndote pasar por vampiro será el de adivinar cuánto tiempo pasará antes de que te envíen a un manicomio.

– Nadie sabrá que soy yo quien finge ser un vampiro -dijo Emily. -Llevaré puesto un disfraz.

Julianne parpadeó.

– No puedes hablar en serio.

– Te aseguro que sí. Llevo mucho tiempo meditándolo y planificando hasta el mínimo detalle. Si tengo éxito no tendré que casarme precipitadamente. Y créeme cuando te digo que mi plan funcionará.

– Quizá sería mejor que nos explicaras con exactitud cuál es tu plan -dijo Carolyn con voz cargada de suspicacia.

– Muy bien. Esta noche me escabulliré en la velada de lord y lady Teller, me pondré el disfraz, que consiste en una capa negra, una máscara y unos colmillos…

– ¿Dónde esconderás el disfraz? -la interrumpió Sarah.

– ¿Cómo piensas escabullirte de la velada? -Le preguntó Carolyn. -¿Cómo te desharás de tu acompañante?

– ¿Dónde demonios conseguiste los colmillos? -preguntó Julianne.

Emily fue enumerando las respuestas levantando los dedos.

– Esconderé el disfraz en los setos fuera de la biblioteca de lord Teller antes de la fiesta; no será demasiado difícil ya que su casa está a sólo seis puertas de aquí. Para escabullirme fingiré que me duele la cabeza y me excusaré por un rato. Mi madre y tía Agatha no cuestionarán mi historia y estarán tan ocupadas poniéndose al día con sus amigas que no me echarán de menos. Y en lo que respecta a los colmillos, los hice con madera y luego los pinté de blanco. Encajan perfectamente en mis dientes y parecen de verdad. De hecho, son aterradores. ¿Os gustaría verlos? -Sin esperar respuesta, abrió su ridículo. Se inclinó sobre él, se puso los colmillos que había hecho sobre los suyos y levantó la cabeza, sonriendo ampliamente.

Al instante, tres gritos ahogados resonaron en la salita.

– ¡Cielos! -Susurró Julianne, llevándose la mano al corazón. -Pareces realmente un vampiro.

– Sí, lo sé -ceceó Emily. Por desgracia era imposible no hacerlo con aquellos dientes falsos en la boca.

– ¿Y qué es exactamente lo que tienes planeado hacer? -Preguntó Sarah, subiéndose las gafas que se le habían vuelto a deslizar por la nariz. -¿Irrumpir en la fiesta agitando la capa?

– Por supuesto que no -dijo Emily con tono ofendido.

– Menos mal. Por lo menos no has perdido la razón por completo.

Emily se quitó los colmillos.

– Voy a aparecer en la terraza agitando la capa. -Se inclinó hacia delante y clavó la mirada en Carolyn. -Es entonces cuando necesitaré tu ayuda, Carolyn.

– ¿La mía? -Carolyn abrió mucho los ojos y negó con la cabeza. -Oh, no. No me pidas que me ponga colmillos y una capa…

– No hace falta -la interrumpió Emily. -Cuando llegue el momento, me escabulliré a la biblioteca, me disfrazaré y saldré a la terraza. Apareceré por las ventanas del salón de baile. Lo único que tendrás que hacer es estar situada de cara a las ventanas y en cuanto me veas, mostrarte agitada y asustada mientras me señalas con el dedo. Será entonces cuando se percaten de mi presencia las chismosas con las que estés.

– ¿Y si está sola? -intervino Julianne.

– Tendrá que asegurarse de que no lo está -dijo Emily con paciencia. -Tan pronto como me haya visto, regresaré corriendo a la biblioteca, me quitaré el disfraz y volveré a la fiesta.

– ¿Y si alguien te persigue? -preguntó Sarah.

– Soy muy rápida, y llevaré una buena ventaja. Antes de que nadie consiga pillarme estaré de vuelta en la biblioteca, preparada para regresar a la fiesta. En medio de la conmoción, nadie notará mi ausencia. Por supuesto diré, como todos los demás, que he visto al vampiro. -Sonrió ampliamente. -Y dado el número de testigos y de lo mucho que les gusta difundir cotilleos a los aristócratas, la noticia de que hay una mujer vampiro en Mayfair se propagará como la pólvora.

– No soy buena actriz -dijo Carolyn. -¿Por qué tengo que ser yo quien revele tu presencia?

– Porque eres la única en la que puedo confiar. Sarah no asistirá a la fiesta debido a su estado, y Julianne… -Se interrumpió avergonzada.

– Y Julianne no ha sido invitada -terminó Julianne por ella. -No hace falta que te andes con rodeos, Emily. Todas sabemos que no he recibido ninguna invitación desde que me casé, salvo de vosotras tres. Ni espero recibir ninguna en el futuro. Mis acciones y mis padres tienen la culpa. Pero no te preocupes por ello, porque yo desde luego no lo hago. Aunque no sabes cuánto lamento no estar en esta velada en particular para intentar disuadiros de esta locura.

– No es una locura -insistió Emily. -Es una idea brillante. Carolyn será una testigo verosímil para cualquiera.

– ¿Qué sucederá si te pillan? -preguntó Sarah.

– No lo harán -le aseguró Emily. -Soy más rápida que cualquiera de mis hermanos, lo que es mucho decir.

Sarah frunció los labios, y Emily casi pudo ver cómo se movían los engranajes de la mente de su amiga. Por fin tomó la palabra.

– Te sugiero que hagas algún tipo de insinuación que despierte la curiosidad de las damas antes de representar tu pequeña actuación. Después de todo, no somos las únicas que hemos leído La amante del caballero vampiro.

– Sí, y asegúrate de que se te vean los colmillos. De esa manera, la gente creerá que está viendo realmente un vampiro. De lo contrario pensarán que sólo eres una loca agitando una capa -añadió Julianne, claramente metida en la situación. -¿Cómo sabrán que se trata de una mujer si lo único que verán es una máscara, unos colmillos y una capa?

– Le he cosido los tirabuzones rubios de una vieja peluca de mi madre a la máscara -dijo Emily.

Sarah hizo una mueca y se llevó la mano al hueco de la espalda.

– Oh, cómo desearía estar allí-refunfuñó.

– Así podrías disuadirla de esta locura -dijo Carolyn.

– No, pero podría ayudarla -dijo Sarah. -Es mejor echarle una mano; está claro que no va a cambiar de opinión. -Frunció el ceño, luego esbozó una sonrisa. -La ventana de la salita de mi casa tiene una vista excelente del parque. Dime a qué hora será la función y me acercaré a mirar. Como estoy segura de que Matthew estará cerca de mí, en cuanto me vea asomada en la ventana señalaré hacia fuera y le diré que una figura envuelta en una capa acaba de cruzar el parque. No sabremos que lo que vi fue un vampiro hasta que oigamos los rumores, pero será un testimonio más.