– Así pues, sin duda alguna se trata del mismo hombre -dijo Proust.
– Parece muy probable -repuso Charlie-. Aunque en cada caso estamos seguros de que el público es distinto, ¿no?
Kombothekra asintió con la cabeza.
– Así es. Y en el caso de la historia de supervivientes número treinta y uno de la página web «Habla y Sobrevive» también. Su autora describe a cuatro hombres, dos de ellos con barba, y tres mujeres. Y dice que eran de mediana edad. Kelvey y Freeguard afirmaron que su público estaba formado por hombres jóvenes.
– ¿Y qué hay de la historia de la superviviente de la otra página web, Tanya, de Cardiff? -preguntó Simón-. Si es que ése es su verdadero nombre… Ésa parece la más distinta a las demás. Las únicas similitudes son las referencias a la estrella del espectáculo y al calentamiento, y podrían ser una coincidencia; quizás fueran dos agresores completamente distintos.
Charlie sacudió la cabeza.
– El público lo formaba un solo hombre. Mientras uno de los hombres violaba a Tanya, el otro miraba. Se emplearon las palabras «espectáculo» y «calentamiento»…, y, de momento, eso basta como punto de coincidencia hasta que se demuestre que no hay relación alguna. Y se sacaron fotos. ¿Sam?
– Sandy Freeguard dijo que le sacaron fotos desnuda y tumbada sobre el colchón. Como en el caso de Naomi Jenkins, se mencionó la palabra «recuerdo». Prue Kelvey dice que cree que le sacaron fotos; oyó unos clics que supuso que eran de una cámara pero la diferencia fundamental es que en su caso no le quitaron el antifaz en ningún momento. El violador se lo dejó puesto durante la agresión. Parecía estar enfadado con ella y no paró de decirle que era tan fea que tenía que seguir con el rostro tapado o no sería capaz de mantener relaciones sexuales con ella.
– No está mal -dijo Gibbs. Era la primera vez que hablaba desde que había empezado la reunión-. No es nada especial, pero tampoco es un adefesio.
Todos volvieron los ojos hacia las fotos del tablero, salvo Charlie. No le hacía falta: ya las había examinado con atención y le había sorprendido la falta de parecido físico entre las víctimas. Normalmente, en cualquier agresión en serie de índole sexual, el violador siempre prefería un mismo tipo de mujer.
Prue Kelvey era guapa, tenía el rostro delgado, la frente estrecha y un pelo oscuro que le llegaba hasta los hombros. Naomi Jenkins llevaba un peinado parecido, aunque tenía el pelo más ondulado y de color más bien castaño rojizo; su rostro no era tan flaco y era más alta. Kombothekra había dicho que Prue Kelvey sólo medía 1,57 de altura, mientras que Naomi Jenkins medía 1,73. Sandy Freeguard tenía un tipo físico totalmente distinto: era rubia, de rostro cuadrado y con unos diez kilos de más, mientras que Kelvey era muy flaca y Jenkins estaba delgada.
– Aunque a ti no te interese, a nosotros sí nos importa lo que les ocurrió a esas mujeres -le dijo Charlie a Gibbs, sintiéndose avergonzada por su comentario.
Sam Kombothekra había fruncido el ceño al oír la palabra «adefesio». Charlie no le culpaba por ello.
– ¿Acaso he dicho eso? -soltó Gibbs, desafiando a Charlie-Sólo estoy diciendo que Kelvey no es especialmente fea. Así que debió haber otra razón para dejarle puesto el antifaz durante violación.
– Pues piensa antes de hablar -le espetó Charlie-. Hay muchas maneras de decir las cosas.
– Oh, estoy pensando, por supuesto -repuso Gibbs, en tono amenazante-. He estado pensando mucho. Más que tú.
Charlie no tenía ni idea de lo que quería decir.
– ¿Tenemos que escucharte a ti y a Gibbs discutiendo, inspectora? -dijo Proust con impaciencia-. Prosiga, subinspector Kombothekra. Le pido disculpas en nombre de mis agentes. Normalmente no suelen pelearse como si fueran unos críos.
Charlie tomó nota mentalmente para no recordarle a Muñeco de Nieve el próximo cumpleaños de su mujer. Sam Kombothekra le sonrió; Charlie pensó que lo hacía para pedirle disculpas en nombre de Proust. Al instante, la opinión sobre él subió varios enteros. Cuando llegó le juzgó como lo que, a sus cincuenta años, ella y sus amigas habrían llamado un perdedor. Sin embargo, tuvo que corregir su apresurado juicio: Sam Kombothekra era simplemente un hombre cortés y bien educado. Más tarde, si conseguía estar un momento á solas con él, se disculparía por la impertinencia de Proust y el grosero comentario de Gibbs.
– Prue Kelvey estimó que estuvo en el coche alrededor de una hora -continuó Kombothekra.
– ¿Dónde vive? -preguntó Simón.
– En Otley.
Proust parecía irritado.
– ¿Ese lugar existe? -preguntó.
Un poco presuntuoso, pensó Charlie, viniendo de un hombre que vivía donde vivía. ¿Qué se creía, que Silsford era Manhattan?
– Así es -repuso Kombothekra.
Otra de las costumbres que molestaron a Charlie cuando conoció a Proust era que siempre contestaba a una pregunta diciendo «Eso es» o «Yo soy», en vez de decir simplemente «Sí».
– Está cerca de Leeds y Bradford, señor -dijo Sellers, que había nacido en Doncaster, o «Donnie», como él solía llamarlo.
El ligero asentimiento de cabeza de Proust dio a entender que la respuesta era vagamente aceptable.
– Sandy Freeguard dijo que estuvo en el coche una hora, dos lo sumo -prosiguió Kombothekra-. Vive en Huddersfield.
– Que está cerca de Wakefield -añadió Charlie sin poder evitarlo.
Charlie puso cara de póquer; Proust nunca podría acusarla de no intentar ayudar.
– Entonces, parece que ese teatro donde esas mujeres fueron atacadas está más cerca de donde viven Kelvey y Freeguard que de Rawndesley, que es donde vive Naomi Jenkins -dijo Proust.
– No creemos que Kelvey y Freeguard fueran atacadas en el mismo lugar que Jenkins y la superviviente número treinta y uno -le dijo Simón-. En las declaraciones de Kelvey y Freeguard no se menciona ningún escenario ni ningún teatro. -Kombothekra asintió con la cabeza-. Ambas describen una sala larga y estrecha con un colchón en un extremo y el público de pie en el otro. Nada de sillas ni una mesa. Los espectadores de las violaciones de Kelvey y Freeguard tomaron copas, pero no cenaron. Freeguard dijo que era champán, ¿verdad?
– Entonces la diferencia es significativa -dijo Proust.
– Hay más similitudes que diferencias -intervino Charlie-El comentario sobre lo de calentar antes del espectáculo… es algo que coincide en los tres casos. Kelvey dijo que la sala en la que estaba era muy fría y, en su declaración, Naomi Jenkins afirmó que el violador mantuvo deliberadamente apagada la calefacción hasta que llegó el público y que se burló de ella a costa de eso. Freeguard fue atacada en agosto, de modo que no es extraño que no mencionara lo del frío.
– Tanto Sandy Freeguard como Prue Kelvey afirmaron que la sala en la que estuvieron tenía una acústica muy rara. -Señalo Kombothekra al volver a consultar sus notas-. Kelvey dijo que pensó que podía ser un garaje y Freeguard también dijo que no parecía la habitación de una casa. Pensó que podía ser una especie de módulo industrial. Dijo que las paredes no parecían de verdad La que pudo ver desde el colchón no era sólida; dijo que estaba cubierta por algún material, algo grueso. Ah, y en la sala que describió Freeguard no había ventanas.
– En su declaración Jenkins mencionó una ventana -dijo Charlie.