De las notas de Ray, escritas a mano:
MISA NEGRA. Título: un doble significado, la misa de réquiem y la inversión satánica de la misa. V. está escribiendo un poema de este título en el momento de su suicidio, P lo descubre en el diario de ella… El poema (incompleto) describe su encuentro sexual como una misa negra de brujas; la proyección irónica que ella hace de la culpa que imagina que sintió él… P. tiene unos ocho años más que V., es profesor y sacerdote…
El manuscrito de Black Mass contiene aproximadamente cien páginas mecanografiadas, con numeración irregular. En la carpeta se incluyen numerosas páginas de notas y esbozos detallados. Algunas páginas están escritas con tinta roja, otras, en negro. Para los años que tiene el manuscrito, la tinta no ha perdido mucho, aunque hay párrafos que están tachados como con impaciencia y las notas al margen del autor son prácticamente ilegibles.
Me ha sobrevenido una especie de trance, leyendo estas notas de Ray. El mecanografiado a un solo espacio da al texto de Ray un aire de intensidad, de urgencia. Siento como si estuviera oyendo a Ray hablar consigo mismo, y la sensación me recuerda a la que tenía de niña cuando me acercaba a terrenos rurales en los que había carteles de «No entrar».
En Black Mass hay dos personajes principales, V. (Vanessa), una poetisa (¿que guarda cierto parecido con Sylvia Plath?), y R (Paul), que se parece, salvo por el hecho de que es sacerdote, al joven novelista Ray.
La poesía de V. es sincera, con una voz peculiar… Su escritura le otorga una identidad; es un desahogo psicológico. Ve con ojo de poeta, combinando palabras en su cabeza sin cesar, «ordenando el mundo». Conoce a Paul en la Universidad de Wisconsin. Se encuentra con él varias veces, una de ellas en la fiesta de Navidad de los alumnos de posgrado; él se muestra interesado por lo que escribe, la anima…
¿Es coincidencia? Sólo coincidencia: Ray y yo nos conocimos en una recepción para alumnos de posgrado, no en Navidades sino en octubre. Y tiene que ser una coincidencia que Paul tenga ocho años más que Vanessa. A medida que leo está cada vez más claro que Paul es el álter ego de Ray, el centro de la conciencia de la novela; la historia se narra en retrospectiva, después de la muerte/el suicidio de Vanessa, cuando Paul, que para entonces tiene cuarenta y un años y es jesuita, piensa en su historia de amor (¿no consumada del todo?), a la que él puso fin. Casi todas las notas se centran en Pauclass="underline"
Procede de una familia de clase media en Milwaukee, madre irlandesa, padre descontento con la «carga» de la mujer y los hijos… Los deberes religiosos formales de Paul consisten en decir misa cada mañana y leer su breviario… y son ya algo mecánico para él… Cree que actúa de manera «religiosa» sobre todo cuando ayuda a otra gente… Es uno de los «nuevos» sacerdotes. Paul conoce a Vanessa cuando está en cuarto curso y está preparando su tesis… La considera superior a los demás estudiantes de posgrado que conoce y siente cierto instinto protector hacia ella. Le encanta leer su poesía y ofrecerle sus opiniones.
Esto también me parece una casualidad, porque, cuando Ray me conoció, estaba en su último curso, cuarto, y estaba redactando su tesis. Ray también se ofreció a leer algo de lo que escribía yo -no poesía, sino ficción-, incluido un relato que había publicado en la revista Mademoiselle cuando tenía diecinueve años. Y creo que tenía «instinto protector» respecto a mí…
Lo que es ficticio de Paul es su carrera de profesor jesuita: después de irse de Madison, Wisconsin, obtiene trabajo en la Universidad de Detroit (!) y más tarde llega a presidir el Departamento de Lengua y Literatura Inglesa en Fordham, una universidad de los jesuitas en Nueva York. Vanessa, la poetisa atribulada, abandona los estudios después de haber suspendido los exámenes orales para el máster; es demasiado independiente para dar a sus examinadores las respuestas que quieren… (Esto sí que es una coincidencia: aunque yo no suspendí mis exámenes orales en la primavera de 1961, mis examinadores [hombres, y engreídos] me lo hicieron pasar mal y me aconsejaron que no pretendiese hacer el doctorado; Ray se indignó por mí, más que yo, porque yo no tenía el menor interés en pasar por la aburrida y penosa experiencia que era el posgrado.)
Al leer las notas de Ray, oír la voz de Ray -buscando, preguntando, un autor que se interroga a sí mismo sobre sus personajes (que, para el novelista, siempre son tan «reales» como personas del mundo «real»)-, me siento terriblemente conmovida. Está muy claro que Paul es Ray, si Ray hubiera cumplido las esperanzas que su padre tenía depositadas en él y se hubiera convertido en el más selecto de los sacerdotes católicos: un jesuita. (Entre las órdenes religiosas católicas, la Compañía de Jesús es la más aristocrática. Lo curioso es que los jesuitas hacen votos de pobreza, castidad y obediencia, pero tradicional e históricamente, han vivido entre las clases sociales superiores tanto en Europa como en Estados Unidos, y han ejercido una influencia política desproporcionada para su número. Varios de los amigos sacerdotes de Ray eran jesuitas, colegas míos en la Universidad de Detroit.)
Parece evidente que Ray debía de sentirse muy atraído por la Iglesia, a pesar de su rechazo intelectual; y que Ray se identificaba con el «célibe» Paul, atraído por una mujer a pesar de sus votos.
El centro de la novela es el rechazo de Vanessa por parte de Paul y el posterior suicidio de Vanessa, no inmediatamente, sino años más tarde. El tiempo presente de la novela es la misa de réquiem que Paul dice por su antigua amante y su descubrimiento tardío de que estaba enamorado de ella: «Si pudiera volver a la vida, ¿dejaría él la Iglesia por ella? ¿Dejaría el sacerdocio para salvarla?». En medio de muchas especulaciones hay una afirmación directa:
No ha dejado el sacerdocio por ella. Está muerta.
Paul y Vanessa representan a Abelardo y Eloísa, los desgraciados amantes de la tradición católica medieval; Ray había leído sus cartas y le habían parecido muy conmovedoras. También es evidente el paralelismo con la vida y la muerte precoz de Sylvia Plath, porque Vanessa, como Plath, se suicida encendiendo el horno de gas en un piso alquilado en Londres. (Recordemos que, cuando Ray estaba escribiendo esta novela a finales de los cincuenta, Sylvia Plath estaba empezando a ponerse de moda, y esa historia, que ahora nos puede parecer demasiado sabida, era un tema muy audaz para que lo explorase un novelista.) No obstante, Paul no es Ted Hughes; su sexualidad está cohibida, reprimida. Es un católico empapado del sentimiento de pecado, como lo estaba Ray, según confesión propia, durante su adolescencia; cuando siente que desea a Vanessa y cede a ese deseo, la condena sin darse cuenta a morir, a suicidarse: «¿Hasta qué punto está implicado P. en el suicidio de V.? La ha animado con su poesía, que era lo que le daba la vida… Pero cuando se dio cuenta de que la quería, decidió no volver a verla…». Y la última nota en la primera parte: «¿Y qué hay del diario? ¿Cómo lo obtiene P.? El punto de vista de V. ayuda a rellenar los últimos días. Pero no hay respuestas».
Después de las notas mecanografiadas hay una docena de páginas de cuaderno llenas de la letra de Ray, veintitrés párrafos numerados. No consigo leer más que una parte de lo escrito; empiezo a sentirme aturdida, desorientada, ¡qué pena me da que Ray trabajara tanto en esta novela, se preocupara tanto por sus personajes!, que debió de llevar muy dentro durante años. Unas preguntas aisladas: «¿¿¿¿Tiene la voz de V. grabada de alguna manera????», «¿Sería demasiado idealista que V. renunciara a P.?, ¿que se apartara de su vida?».
Es desgarrador ver un esbozo tan detallado de la novela: veintiséis capítulos marcados por nombres de lugares (Londres, Madison, Madison, Londres, Detroit, Londres, Nueva York, Londres, etcétera), con fragmentos intercalados del diario de la poetisa («circuito de poesía en el Medio Oeste», «paseo a medianoche por el George Washington Bridge», «últimos días antes del suicidio y el poema "Black Mass"»), cronologías de las vidas de los personajes, una necrológica del Sunday Times con ocasión de la muerte de la poetisa, y mucho más… Hay incluso un final alternativo, en el que V. sólo intenta suicidarse y P. corre hacia ella, en Londres: «¿Cómo puedo mostrar a Paul que toma su decisión, en parte porque está en Londres? Confía en que ella se recobrará, no sufrirá daños cerebrales, se pregunta si lamentará seguir viva». (Esta frase se interrumpe sin ningún signo de puntuación.) La novela comienza in medias res, con una página llena de texto en su mayoría tachado, aunque puedo leer lo eliminado si miro con cuidado. La prosa es sencilla, directa, sin afectaciones, y periodística, al estilo de Hemingway, como medio de crear un subtexto de tensión, pero el autor debió de sentirse insatisfecho con ese comienzo porque, varias páginas después, la escena desaparece y el relato empieza desde otra perspectiva.
¡Qué sorpresa, descubro el relato de un sueño escrito por Ray! He aquí a mi joven marido escribiendo como pocas veces me había hablado: