Pero llegó amor. Aconteció que pasó por delante de la casa del cuarto herrero un mozo que se llamaba Achy -es decir, Nuca Roja-, y vio a la barbuda en la ventana, bordando un chaleco de lana para un ruiseñor amigo que tenia, y que ya iba viejo, el vespertino cantor del bosque, y lo enfermaban los inviernos. Contestó la barbuda muy dulce al alegre saludo del mozo, quien, sin pensarlo más, entró en la fragua, y preguntó a un criado que allí estaba tirando del fuelle, si aquélla era la famosa hija del cuarto herrero, y si seguía soltera. De sí dijo Achy que tenía una yegua paridera en un prado vecino a Dublín que llaman Bregia, y dos calendas en un molino en el Connaught, y que su oficio era botonero, y allí mismo, delante del cuarto herrero y de su hija, hizo de un cuerno de buey una botonadura completa de gabán, imitando los botones tréboles de cuatro hojas. El cuarto herrero y su hija encontraron al mozo muy de su gusto, y lo aposentaron en la herrería, que dijo que quería imponerse del carácter de aquella prenda antes de pasar a matrimonio.
Toda Irlanda comentó los amores que le salían a la barbuda, y el botonero cada día estaba más contento de haber encontrado aquella joya, y ya hablaba de casarse para San Martín en Cork. Pasó camino de Tara, adonde iba a oír un concierto de arpa, el rey Chluas Haistig, o sea, Oreja Chata, que era uno de los más notorios entre los doscientos cuarenta y siete reyes que había por entonces en Irlanda, y quiso saludar a los novios, y saliendo al campo tras el almuerzo, a solas con el mozo botonero, le preguntó cómo se había enamorado de la barbuda y si aquellos coloreados pelos no eran impedimento de amor. Y el mozo botonero contestó:
– Me enamoré, señor rey, al verla en la ventana bordando, y me pareció que tenía el hermoso rostro, apoyando la mejilla izquierda en él, descansando en un trozo de verde prado que volase en la mañana por el aire, y al volverse hacia mí, para responder a mi saludo, vi que del lado derecho se había ruborizado.
– Entonces -insistió el rey-, ¿no viste que aquello era barba de dos colores?
– No me dio tiempo amor para ver tanto, cuantimás que todo se me era mirar cómo venía su dulce voz a buscarme por el aire.
E1 rey Chluas Haistig, que era hijo de una bruja del mismo nombre, fue aquella misma noche a ver a su madre, y le contó su conversación con el botonero enamorado, y le preguntó si no habría remedio para la gran barba de la hija del cuarto herrero. Lo había, y era plantar un guisante de olor envuelto en una onza de tierra de bosque en la espesura de la barba, y conforme fuese creciendo el guisante iría alimentándose de pelo, tal que en llegando a florecer, la barba estaría borrada del rostro de la lozana barbuda. Oreja Chata le mandó la noticia con un guisante de olor al botonero, deseándole eterno amor, felices bodas y abundante prole.
Pero aconteció que la medicina sólo surtía efecto si estaba la moza que la usaba en su virginidad, que de andar alzándose en el sexto, sería remedio tan contrario que todo el cuerpo se le cubriría de vello. No bien comenzó a arraigar el guisante, comenzó a vestirse de pelo todo el cuerpo de la moza, y era pelo tocudo, semejante al que embraga en el vacuno del monte, y sudoroso. Y el botonero se asustó de tanta fealdad, y huyó a Francia, buscando emplearse en Aquisgrán, en el guardarropa de los Doce Pares. Scianabhan quedaba preñada de cinco meses y días, y por no delatarse ante toda Irlanda, que estaba pendiente de sus amores, pasó de oculto a Gran Bretaña con una nodriza, y en la selva de Dartmoor parió un niño, al que le fue puesto de nombre Merlín cuando recibió bautismo. Reinaba en ambas Bretañas Galaín el Perezoso, abuelo del rey perpetuo Arturo.
La Escuela De Longwood
A los tres años de su edad pasó Merlín a la escuela de Longwood, que era de letras y de armas, donde leyó latín por el Donato y griego por súmulas alejandrinas, simples por Dioscórides, farmacia galénica, medicina hipocrática, pirotecnia por el Biringucho, humores y vapores por Paracelso, alquimia por don Gabir Arábigo, y a los cinco años ya resolvió el problema de la chimenea autoventilante, que es la cuadratura del círculo en caminología. Y pasmaba a todos ver a aquel arrapiezo, espigadillo, el pelo a lo mendicante, los ojos vivaces, discutir con los maestros, y en vez de ir soltar la cometa o jugar a la rana, pasaba las horas libres en imponerse en hebreo, trasmutación, arte de la guerra y Homero. Y queriendo, cumplidos los ocho años, seguir a Montpellier a estudiar medicina, escribió la nodriza a Irlanda, a las señoras de Gwirmoan, que eran hadas benéficas -perecieron cuando la helada del año 1627, la llamada gregoriana, por haber caído el día San Gregorio, que las encontró el hielo pasando por flores en la huerta de una condesa viuda, por curarla de melancólicas soledades-, y las tres hermanas enviaron el agua del cuarto creciente en una jarra sellada, y con sólo dos buches se puso Merlín como de obra de veinte años, el bozo dorado, alto y muy airoso. Pero antes de marchar a Montpellier acudió a la fragua real de Gales, y ayudó en la espada "Plántala" del rey Arturo, que tal la bañó Merlín en agua secreta, que nunca se podrá oxidar. También es de su mano el foso de Persse Castle, que está formado por un canal de agua en el que flota una capa de tierra de un dedo de gorda, que basta para alimentar copia de varia flora, y nadie sospecha que esté debajo el agua, y vienen los caballeros enemigos osados cabalgando, y se hunden en lo que creyeron césped y jardín del perpetuo verano. Cuando estaba Merlín en estas obras solía andar vestido con el doble ropón colorado de los maestros reales, por un nada sacaba de la funda los cristales de aumento, muy dictaminante, y no daba paso sin sentencia griega o latina, por pavonearse de textos y saberes. En el castillo de Persse estaban de damiselas con la condesa vieja las infantas bretonas, y los jueves subía Merlín a la cámara de estudios a enseñarles las genealogías irlandesas y la heráldica Carolina, y también arte de altanería, piedras preciosas y hierbas medicinales. Entre las infantillas florecía aquella que años después sería la discreta reina doña Ginebra.
– Salto -dijo él inglés posando los papeles y limpiando la lupa con el pañuelo- la estancia y estudios del joven mago en Montpellier, y el viaje a Irlanda, ya titulado en medicina, y en todo él no se apeó del bonete y la esclavina amarilla, y en Cork salió el público a la calle por verle, y aun hubo confusión por tan mitrado como iba, que por los caminos de Irlanda los mendigos y los niños le pedían limosna arrodillados en el lodo de la vía y sobremanera en los puentes, confundiéndolo con el emperador bizantino romano, que tenía anunciado con testimonio de la sabia Viviana ir peregrino al pozo de San Patricio. Reclamada la herencia del cuarto herrero -la madre barbuda había muerto en un convento de Cantorbery, a cuyo coro se retirara de arpista, de una fluxión cordial con alternativas, la cual exigió un novenario de sangrías que por habérselas dado bajo Piscis, dieron fin a la doliente-, por consejo de un monseñor de Borgoña que lo quería poner en su séquito de sumiller mayor y oidor secreto, pasó a Salamanca a que le leyeran dos semestres de Escrituras, y a Toledo a oír ciencia caldea, cabala y astrolabio; y de sus sucesos toledanos, voy a leerte uno que es grande novedad política.