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-Yo s para donde va su reflexin y le digo una cosa: la idea es que no se incrementen los excesos de manera proporcional al nuevo nmero de hombres, trece mil.

Mi mente regres al helicptero, pues ya parecamos estar llegando y, como Castao lo haba anunciado, el vuelo fue corto pues el helicptero se desplaz a ciento veinte nudos. Sobrevolbamos una casa campesina en uno de los tantos cerros que forman la zona aledaa al inmenso valle del Sin, despus de pasar los Llanos del Tigre. Dimos slo dos giros en espiral para aterrizar cerca de la casa que pareca ms cmoda que la anterior. Era de concreto y la rodeaban varios kioscos de paja. Durante el viaje me sorprendi la forma en que Castao se refera a las regiones que atravesbamos.

-Ahora entramos en territorio liberado de guerrilla, zona de Autodefensa.

Transcurrieron ms de quince minutos y seguimos en zona nuestra, como l se refiere a las tierras donde la autoridad en la sombra es la Autodefensa. Ms adelante, yo entendera su pasin por las zonas liberadas, al comentarme Hernn Gmez, uno de sus amigos y formadores intelectuales, que Castao haba alcanzado el nivel de lder y de militar serio, cuando dijo: Yo no pienso en propiedades, yo pienso en regiones. No tengo polticos subalternos, y no importa el que gane. El que sea elegido tiene que tenerme en cuenta.

La finca donde aterrizamos constituye una de las principales oficinas de Castao, desde all se maneja la actualizacin de la pgina de Internet. La casa cuenta con aire acondicionado y una cmoda habitacin en una de cuyas paredes se encuentra colgada una foto de Castao con un nio y una nia.

-Los de la foto son sus hijos? -le pregunt.

-S, son mis mandrilcitos cuando estaban ms pequeos. Ahora Carlitos tiene nueve aos y Mara, la futura mdica, cumple quince.

-Y qu le dicen sus hijos al verlo inmerso en esta guerra?

-El nio an no entiende la dimensin del conflicto, y dice: Esprate, papi, cuando yo venga y te ayude piloteando mi Kafir. La nia entiende un poco ms y, por provocarme, me dice: Deja ese paisucho y vente para Europa. Un da Carlitos me pregunt: Papi, los guerrilleros son malos? Yo le contest: Hay unos buenos y otros malos. Por eso estoy metido en esta guerra, hijo.

Era el momento justo para retomar la historia de Carlos Castao desde su infancia y resolver con detalles el gran interrogante: Dnde comenz todo? Cundo se convirti la venganza contra la guerrilla de las FARC en una causa poltica, en una ideologa en formacin aceptada por trece mil hombres armados y algunos colombianos ms que, a pesar de criticar las terribles masacres que han realizado y los desplazados que se les endilga, buscan proteccin militar en la Autodefensa, a la que reconocen como sus legtimos defensores ante los secuestros, los asesinatos, la destruccin y extorsin de la guerrilla, y adems afirman que ellos en los zapatos de Castao habran actuado de igual forma. De todo se ve en Colombia.

-Comandante, le parece si nos devolvemos al secuestro de su padre?

-S, ese fue el triste comienzo de todo. Es que si a pap no lo hubieran secuestrado y asesinado, seguro yo no estara aqu liderando la lucha antiguerrillera. Yo puedo perdonar todo lo que ha pasado en estos veinte aos de guerra, pero la muerte de mi padre, no. Los tiempos cambian y uno no sabe qu pueda pasar, pero mirar a los ojos al asesino del viejo, no s A veces lo veo como el culpable de todos los que yo he tenido que matar. Ese captulo de mi vida an no se ha cerrado, si no me devuelven el cadver de mi padre. Hay tres hombres del secretariado de las FARC con los que yo nunca arreglara en la vida, especialmente uno: el que dio la orden. Yo voy a ser la nica razn para que ellos no lleguen donde quieren.

-Quin es esa persona? -le pregunt.

-No lo voy a decir! Usted no debe atizar guerras; antes trate de apagarlas! l sabe quin es. Por ah me ha mandado razones con el ex ministro lvaro Leyva diciendo que l no fue y que, adems, estaba en la crcel cuando sucedi.

Yo slo tena catorce aos cuando salamos con mi padre de la finca La Blanquita. Nos movilizbamos en un camioncito para Amalfi, mi pueblo, y de repente saltaron unos hombres del matorral hacia la carretera. Era la guerrilla con intencin de parar el carro. Recuerdo que me dio terror. Pero mi padre me calm al decirme: Tranquilo, Carlitoseas. No se preocupe, que esta gente no nos va a hacer nada. Carlitoseas era un diminutivo que se invent para hablarme. Despus de pasar aquel retn sin problemas, le perd el miedo a la guerrilla. Minutos ms tarde, pap pronunci la nica frase que yo le o decir en contra de las FARC: Estos son unos sinvergenzas que no trabajan.

Me enter del secuestro de pap en nuestra primera casa de Medelln, en el barrio Simn Bolvar, detrs de una manga en las afueras de la ciudad. Fidel, mi hermano, la construy y una parte permaneca en obra negra mientras se terminaba un dormitorio privado para l. Fidel entr a la casa y subi rpido al cuarto de mam. Doa Rosa peg un alarido y despus se le oy decir a gritos: Lo van a pelar, lo van a pelar, lo van a pelar!. En esa poca pelar era sinnimo de asesinar. Pero para ella, el trmino era ms viejo an. En los aos cincuenta, poca de violencia partidista liberal-conservadora pelar era despellejar, y eso hacan de verdad con la gente. Sub a mirar qu suceda, y mam se agarraba de las cortinas mientras lloraba. A Fidel le cost trabajo apaciguar su dolor y cuando logr calmarla, sali y se me acerc para llevarme al primer piso y decrmelo: Hermanito, esto est bien verraco. La guerrilla secuestr a pap y haba que contarle a la vieja.

Fidel me cont con detalles lo sucedido y me tranquiliz: Eso lo arreglamos. Aliste sus cosas que maana nos vamos para Amalfi con su hermano Manuelito. Yo an no me preocupaba porque mis hermanos eran amigos de la guerrilla, especialmente Manuel. Ramiro crea que la guerrilla no mataba a un secuestrado y adems deca: Sera bueno que mi pap diera alguna platica a la causa; uno o dos milloncitos; el viejo a ratos es tacaito. Es que Ramiro estaba influido por esa ola juvenil y romntica de la izquierda. Escuchaba Radio Habana de Cuba en la noche y hasta lea China Reconstruye, una revista comunista que llegaba a la casa. Cuando terminaba de leerlas yo las utilizaba para adornar mis cuadernos de religin, recortaba las fotografas de grandes plantaciones de arroz y las pegaba como un ejemplo de desarrollo y de fe, sin imaginarme que los que aparecan ah eran comunistas ateos. Manuel anduvo con los guerrilleros del Cuarto Frente de las FARC. Inclusive fue amigo de Gilberto Aguilar, alias Montaez, uno de los comandantes. Manuelito nunca fue guerrillero, pero s le gustaba hacer con ellos grandes travesas, visitar las minas desde Segovia hasta el sur de Bolvar o ir a pescar.

Es que le digo una cosa: secuestro de ms amistad no ha existido. Cuando ellos iban de paso, mi padre los dejaba acampar en la finca El Hundidor. Uno amaneca y ah se vean los toldos, las carpas y las hamacas guindadas. Por la maana se les daba leche, quesito y, de vez en cuando, de regalo, una novilla. Es que a estos sinvergenzas se les daba claro, guarapo y hasta revuelto! Al secuestrar a mi padre, slo hubo irracionalidad y codicia, maldad.

Mi hermano Fidel tena un bar en Segovia que frecuentaba la guerrilla y se llamaba Bar el Minero. Al llegar los subversivos, l les deca: Bueno, mis muchachos, me entregan las pistolas si se van a emborrachar. Fidel se las guardaba en el mostrador. Cuando las pedan para pelear, las ocultaba y los mandaba a dormir a un reservado que tena el bar. ramos amigos de los guerrilleros por la sensibilidad social que trataban de inculcar, pero, vindolo bien, esa era otra guerrilla, algo idealista.