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Castao se fue y horas ms tarde, el cansancio me aniquil, ca bocabajo y an vestido en una cama. La finca no contaba con lujos y la habitacin era similar a la de anoche: aire acondicionado, una pila de libros sobre el escritorio, un bao enchapado en baldosa. Televisin satelital, un clset con ropa para cualquier ocasin y la caja de mecato que delataba el lugar como uno de los parajes favoritos de Carlos Castao.

Se acercaban las 12 de la noche cuando me despert un repetido e imprudente golpeteo en la puerta, el correo de guerra. Al abrir la habitacin, un hombre visiblemente afanado me entreg una carta antes de esfumarse:

-Un mensaje del comando Castao.

Una hoja amarilla de esos blocs de anotaciones que dicen en la portada: Especial para tomar notas en reuniones y seminarios. Se les olvid decir que adems tambin sirven en el monte para enviar mensajes al estilo de los ejrcitos del Imperio romano. Para Castao, la carta perdura como el medio ms seguro a la hora de trasmitir algo importante o privado; a pesar de usar con frecuencia el telfono satelital y la Internet, prefiere la nota en papel o las instrucciones grabadas en la mente de su mensajero.

La hoja doblada en forma de sobre indicaba, en su singular caligrafa, cul sera mi destino a la maana siguiente:

Seor Aranguren:

Saludo cordial.

Se han incrementado los operativos en la zona, no quiero poner en el ms mnimo riesgo su integridad, en la maana lo llevarn a un sitio donde habr condiciones para continuar nuestro encuentro.

Carlos Castao.

V. HISTORIA DE LA AUTODEFENSA

La camioneta Toyota cuatro puertas se detuvo y con dificultad subi a un inmenso planchn de madera, que mueve los carros de orilla a orilla sobre el ro Sin. Habamos dejado la finca muy temprano y mientras navegbamos para atravesar el silencioso cauce, le pregunt a Ivn, el conductor:

-Hacia dnde vamos?

-Estamos un poco retirados de nuestro destino, primero recogemos a monseor, en Montera, y despus gastamos unas dos horas por la va pavimentada y unas tres ms por carretera destapada hasta llegar al mar, en el Urab chocoano; de ah ascendemos un tramo pequeo hasta llegar al sitio donde el patrn nos aguarda.

Con la respuesta, me qued claro que los operativos militares obligaron a que Carlos Castao se moviera durante la noche hasta un lugar seguro. Cuando el conductor habl de recoger a Monseor, me imagin que llevaramos un obispo, pero no, es el sobrenombre de un viejo amigo de los Castao.

Subimos y bajamos por las montaas que hacen parte del cerro del Jockey, hasta una casa incrustada en el fin del mundo. All se encontraba Castao con el hombre con quien hoy comparte la direccin poltica de las Autodefensas Unidas de Colombia, Ernesto Bez.

Ernesto Bez es el nico de los nueve miembros del Estado Mayor de las Autodefensas al que no le dicen comandante; se dirigen a l como el doctor Ernesto. No acostumbra a vestir de camuflado y, la verdad, no le lucira pues en un comando de alto rango que se apoya al caminar en un bastn elegante, como el que usa, no encaja.

-Soy Ivn Roberto Duque, se es mi nombre; el de guerra es Ernesto Bez -me dijo

-El doctor Ernesto fue la primera persona a la que yo le o el cuento de una Autodefensa civil armada, cuando comenc a realizar operativos conjuntos con las Autodefensas de Puerto Boyac. En ese momento, para obtener una cita con Ivn Roberto Duque, se requera hacer fila. Ernesto perteneca a la base poltica de la Autodefensa de Puerto Boyac y era el pupilo de Pablo Emilio Guarn. Su cuento me interes, porque en el fondo yo era ms poltico que militar, y l insista en la necesidad de construir una fuerza social que apoyara la Autodefensa, y una economa real en la zona, distinta a la ilcita. Sembr en m la necesidad de darle un discurso poltico a la organizacin.

l haba pasado una temporada en la crcel Modelo, en Bogot, y cuando qued libre nos encontramos. En ese ao progresaba en la identidad poltico-militar de la Autodefensa de Crdoba y Urab. El persistente Ernesto, despus de soportar traiciones, fracasos y desengaos en Puerto Boyac, persista idealista e incansable a pesar de que las Autodefensas, que l ayud a crear, se las penetr el narcotrfico y termin por acabarle su carrera poltica.

-Yo creo, mi doctor Ernesto, que usted se va a morir y va a estar luchando por la Autodefensa!

Ernesto interrumpi para decir:

-Comandante Castao, recuerde esa cancin que dice: Despus de que uno viva veinte aos de desengao, qu importa uno ms.

-Al morir Fidel, yo me convert en un solitario arquitecto poltico de la Autodefensa, y Ernesto era el complemento irremplazable para transmitir identidad a la organizacin y transformarla en lo que es hoy. Por Dios! Sera una irresponsabilidad con la historia no incluirlo como una de las almas polticas de este cuento; es uno de mis formadores y faltaramos a la verdad si no damos cabida a la vida y los pesares de este pato tan sufrido, porque hoy est mejor que nunca, pero atraves las duras y las maduras.

Castao solt una de sus carcajadas contagiosas y luego se qued en silencio. Ah comenz a hablar Ernesto Bez, cuya particular forma de contar ancdotas hizo ms amenas las ocho horas de su relato. Su memoria es prodigiosa, recordaba frases y fechas exactas, nombres con precisin y los detalles mnimos que olvidaba los novelaba.

-Entre 1980 y 1981, era estudiante de la Facultad de Derecho en la Universidad de Caldas. Viva el ambiente universitario de agitacin poltica, por los sucesos protagonizados por el grupo guerrillero M-19; la toma a la embajada dominicana y el robo de armas en el cantn norte. En la facultad bullan los simpatizantes del M, y figuraba como lder estudiantil de izquierda Bernardo Jaramillo Ossa. Diez aos despus candidato presidencial. El grupo de Bernardo copaba los rganos de poder, el consejo acadmico, el de la facultad y el consejo superior. En la universidad se estudiaba semestre y medio, porque cualquier asamblea estudiantil convocada por los sectores de izquierda precipitaba un paro de cinco meses, lo cual originaba una inconformidad enorme. Bajo mi orientacin, organizamos un grupo, Movimiento de Unidad para la Restauracin Acadmica, MURA. De inmediato tildaron al movimiento de ultraderecha. Nuestro grupo que slo pretenda impedir tanto paro, se extendi rpidamente por la Facultad de Derecho y diez facultades ms. A los dos aos superamos la mayora estudiantil de la izquierda. Eso me ocasion hasta peleas callejeras. Una noche, en una esquina cualquiera del barrio San Jorge, en Manizales, me enfrent a puos con unos hombres de Bernardo Jaramillo. Primero hablamos y discutimos, pero me gritaron reaccionario y ultraderechista. No me dej y los trat de marxistas criminales. Al final, amanecimos todos en el calabozo.

Me entrevistaron de un peridico regional y el reportero me habl de Pablo Emilio Guarn, un concejal por el partido comunista y ahora, desde el partido liberal, lideraba un proyecto poltico anticomunista, en Puerto Boyac. Me regal la ltima edicin de su peridico Puerto Rojo. Devor la entrevista, me impact y fui a conocerlo.

-Pero qu fue lo que te llam la atencin de la entrevista? -pregunt Castao.

-El titular- le contest Ernesto. En la foto de la primera pgina aparecan las fotografas de tres hombres de las FARC, Jacobo Arenas, Braulio Herrera y Manuel Marulanda. Estos son los carniceros de la Uribe, ms peligrosos como criminales armados de fusil que como pacficos negociadores de paz. Por esa poca, las FARC adelantaban conversaciones con el gobierno de Belisario Betancur, se planeaba la zona de la Uribe como posible sitio de la negociacin.

-En la entrevista le preguntaban a Pablo Guarn que si no tena miedo de la muerte, y l contest: En mi familia los pantalones nunca se acaban por las rodillas. El hombre acu una frase que hizo carrera: Si a la vera del camino encuentran mi cadver, no lo recojan, dejen que los buitres de las FARC lo devoren; recojan ms bien mis banderas y sigan adelante.