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Carlos Castao Gil

El encuentro extraordinario de comandantes se llev a cabo pero no me enter inmediatamente. Me enter de lo acontecido con el comunicado que la Autodefensa entreg a la prensa:

Desde hoy las AUC actan como una confederacin de fuerzas anti- subversivas, donde cada unos de sus comandantes es individualmente responsable de todas sus acciones -public el diario el El Tiempo. Luego dieron a conocer la nueva cpula:

Direccin poltica: Ernesto Bez y Carlos Castao.

Estado Mayor: Salvatore Mancuso, Ramn Izasa, Botaln, Julin Bolvar, Martn Llano, Rodrigo Molano, Alejandro, Antonio Cauca y Adolfo Paz.

Transcurrieron cuatro meses y medio antes de lograr una nueva entrevista con Carlos Castao, tiempo en el que escrib el ochenta porciento del libro y saqu de la mochila preguntas pendientes.

Nos reunimos de nuevo en el cruce de dos carreteras, en medio de un inmenso bosque hmedo-tropical en el departamento de Antioquia. Al subirme a su camioneta, Castao me salud con la cordialidad de siempre:

Cmo le va hombre?

-Muy bien, Comandante. Pens que no nos volveramos a ver.

Sinceramente, el anterior iba a ser nuestro ltimo encuentro pero con lo sucedido falta uno ms.

-Le suger comenzar por la historia de la renuncia e inici su relato de una manera muy particular:

Yo siempre busco un ejemplo para ilustrar lo que pienso. Cundo se ech Pablo Escobar una soga al cuello? El da que mat al ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, que lo ahorc a los 10 aos pero ese da l se la puso. As de sencillo! Quiero decirle que existen acciones que lo colocan a uno en un punto de no retorno. Es la parte invisible de la guerra determinante de lo que uno puede hacer y lo que, no.

Mi decisin les cay como un baldado de agua fra a los comandantes: se les cay el pararrayos y se sintieron sin techo, desamparados.

Cuando usted parti con el comandante Julin y el doctor Ernesto, la determinacin estaba tomada. Ya en la noche, cuando le dimos serenata a doa Rosa, me arme valor para lo que vena. Yo tena lista una cabaa al otro lado del mar instalada con Internet y facilidades para comunicarme con todos los comandantes. Me inquietaba la expectativa por conocer la reaccin de la Autodefensa. Pretenda que los guerreristas se fueran quedando casi solos, y poco a poco se fueran acercando a la tendencia moderada, la que sigue mis planteamientos, la que tiene futuro. Tuve la ventaja de tener comandantes que por guerreristas que sean, tienen cerebro. Terminaron bajo el techo de la tendencia moderada y, ms rpido de lo esperado, la Autodefensa vuelve a ser la misma con distinta estructura.

Mi renuncia gener pnico. Recib mensajes de todos los frentes: en especial de los comandantes de las Autodefensas Aliadas. Estamos con usted, estamos con usted, me decan.

Enviaron una carta firmada por 11 importantes comandantes expresndome la misma opinin. Entonces les contest: Seores, les agradezco sus palabras pero no sobra decirles que no se trata de quines estn conmigo y quines no, sino de permanecer unidos donde debemos estar para que alcancemos un objetivo comn. Los guerreristas se sintieron culpables, reconsideraron su actitud y presentaron propuestas significativas, con la esperanza de que regresara al mando, pero les dije que ni de fundas: cualquier cosa es discutible excepto eso. En la cumbre extraordinaria de comandantes me vi obligado a establecer como condicin para expresar mis puntos de vista el que se aceptara mi renuncia. Rase el problema. Cuando comprendieron que mi decisin era irrevocable y la aceptaron habl.

Me aventaj pronunciar mis palabras no como comandante general sino como otro miembro ms de la Autodefensa, y me fue posible decirles unas cuantas verdades a todos.

La ponencia de ese da la tengo por aqu; detengamos la camioneta para leerla en voz alta. Conocer a fondo las razones de la renuncia. Adems, estas palabras sern un punto de referencia para todos los comandantes; un espejo donde poder mirarse. Luego le describir las consecuencias que ha generado en el interior de la organizacin:

Consigna:

Buena es la unidad pero con respeto y responsabilidad, basta.

A mis amigos y colegas:

Me dirijo a ustedes en mi condicin de siempre, la de ser su amigo. Y de la misma manera sigo mostrndoles el camino que considero debemos recorrer para alcanzar nuestra meta: derrotar la subversin y ocupar un lugar importante en la conduccin del nuevo pas.

Los invito a que demos una mirada al interior de las Auc, y pensemos bsicamente en tres aspectos: Qu somos, para dnde vamos y qu anhelamos.

Pblicamente sostenemos y lo seguiremos haciendo: Somos un movimiento poltico-militar de carcter civil antisubversivo, respetuoso de las instituciones legales. Luchamos por alcanzar un verdadero Estado social de derecho.

En mi concepto, la realidad es que somos una asociacin de grupos con orgenes e intereses dismiles, que bajo un liderazgo unen sus fuerzas transitoriamente contra un solo objetivo: la subversin. Aqu viene, entonces, la importancia del respeto y la responsabilidad. Cada quien es libre y est en el derecho de defender sus intereses particulares. Pero el compromiso con la lucha antisubversiva, y frente al planteamiento del gobierno de turno, una negociacin unidos debe ser irrenunciable. En este sentido, he visto casos que me hacen dudar de este compromiso, pues est claro que cada cual -una vez satisfecho el inters que ha motivado su permanencia en las AUC- en el momento en el que el gobierno de turno le ofrezca un perdn jurdico, el cual ser transitorio, se va por ah independiente de la suerte de las AUC como movimiento.

Yo creo que algunos estn aqu por fortalecer su patrimonio econmico, otros quieren salir de la crcel detenidos por conductas ajenas a la causa o de la causa. Otros quieren evitar llegar a la crcel por conductas de la causa y fuera de ella. Algunos quieren prioritariamente destruir la subversin, otros quieren adems poder poltico y algunos quieren ganar la guerra como sea y pase lo que pase. Para otros es simplemente un modus vivendi y, para algunos, es causa de patria. En fin, toda una gama de deseos propia de humanos, pero todos- absolutamente todos- queremos vivir en paz, en libertad y cmodamente.

Para llegar a esto hay dos caminos:

Destruir la subversin y el mismo Estado, como piensan unos pocos, y remplazarlo por el nuestro, utilizando cualquier mtodo.

El otro -el sensato-, avanzar moderadamente, evidenciar nuestra legitimidad poltica a nivel nacional, y sobre todo internacional, llegando a una negociacin tripartita, con veedura mundial que garantice el respeto universal a nuestra libertad y derechos. Actualmente tenemos ganado un espacio de negociacin con el Gobierno que nos dar una salida jurdica, la cual no garantiza nuestra libertad mientras no demostremos internacionalmente la naturaleza poltica de nuestra causa. Esto, apreciados compaeros, slo lo conseguiremos con profesionalismo y alguna moderacin de nuestro accionar, pero sobre todo mostrando que somos legtimos y esto lo da la sociedad y el apoyo de esta sociedad se ha venido perdiendo.

No podemos caer en el error de creer que, por el hecho de estar al margen de la ley, uno puede hacer lo que quiera. En nuestro caso hay una lnea casi invisible que debemos percibir como lmite en nuestros derechos y facultades. Sabemos que los tribunales internacionales estn diseados para castigar a quienes violenten las inversiones extranjeras en pases como el nuestro. No por esto podemos creer que una violencia innecesaria e indiscriminada podramos justificarla. Aqu el lmite es la libertad y lo que somos. Respecto de lo que piensa el pas y la comunidad internacional de cada uno de nosotros, preocupmonos de lo que est dentro de nuestra rbita. Lo que se salga de nuestra rbita, no debe hacernos sufrir. Aprend, hace muchos aos, que no debo sufrir por aquellas cosas que no est a mi alcance corregirlas. Claro que golpea cuando a uno le dan duro injustamente, no se trata de perder la autovaloracin, esa no se pierde nunca.