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Esa madrugada, Castao me invit a trotar, pero mi carencia de tenis fue la mejor disculpa para evitar desfallecer a los primeros cinco kilmetros dado a mi precario estado fsico. Si las condiciones lo permiten, Castao recorre entre diez y quince kilmetros diarios. Todos los das, Ivn o alguno de sus guardias enciende las luces de la camioneta Toyota y mientras se calienta el motor, l hace estiramiento en la oscuridad. El sol an no se asoma y Castao se calza unos tenis casi nuevos, medias blancas, pantaloneta y camiseta verde. A las cinco de la madrugada comienza y termina al amanecer.

La costumbre de trotar temprano viene de su hermano Fidel, que despus de iniciar el trayecto por las solitarias carreteras sin asfaltar, le deca al conductor: Pon el contador de kilmetros en cero y ptame cuando marque veinte.

Durante esa hora de sudor y exigencia fsica, Castao tuvo tiempo para pensar y decidirse a revelar varios misterios que ha dejado inconclusa la historia reciente del pas.

Como quien guarda un secreto durante quince aos y por fin siente que lleg el momento de expresarlo, entr a la casa despus de trotar y apenas salud. Se ba rpidamente, se puso el uniforme camuflado y pidi un caf. Con una actitud distinta, ms resuelto y serio de lo normal, me dijo:

-Si esto que relatar es un asesinato, debo aceptarlo. Pero cuntos asesinatos en bien de las naciones no cometen los estados? Tena que hacerlo. Carlos Pizarro era el hombre de Pablo Escobar. Los narcotraficantes siempre soaron con el poder y Pablo siempre quiso la presidencia. Ya no iba a ser presidente de Colombia pero s iba a tener uno de l. Pizarro tena que morir!

A finales del mes de mayo de 1985 nos encontrbamos detrs de la hacienda Npoles, en un casero cercano llamado la Estacin Cocorn, varias personas en una mesa; entre ellas, Pablo Escobar, Fernando Galeano, Albeiro Areiza, Guido Parra, Fidel Castao y yo. De esa reunin existen dos testigos ms, que an viven.

Pablo cit a mucha gente ese da, y cuando l citaba, se asista o se asista. En otra oportunidad convoc a un gobernador de Antioquia, a un alcalde y a un coronel de la Polica de Medelln. Se presentaban y punto. As eran las cosas con Pablo Escobar en aquella poca.

Carlos Pizarro, el entonces comandante del grupo guerrillero M-19, aterriz en la Hacienda Npoles, procedente de las montaas del Cauca. Antes de arribar el hombre grande del M, como le deca Escobar a Pizarro, el capo nos inform sobre las razones que haban motivado la reunin. Se acerc a mi hermano Fidel y comenz a hablar: Plantearemos aqu una cosa seria, hombre Fidelio. Como quiera que sea, la extradicin est caminando y nos estn jodiendo. Vamos a hacer una vuelta y aqu todos tenemos que colaborar. Nos encontramos en la obligacin de hacer algo para salvarnos. Existen unos procesos jurdicos muy fuertes contra nosotros en el Palacio de Justicia. Es necesario borrarlos y no dejar huella de nada ante la ley. Tendrn que comenzar de cero y al obtener nosotros poder, nadie se atrever a denunciarnos. Fidel contest: Listo. Yo pongo unos fusilitos para lo que se necesite. Y Escobar replic: Yo pongo la plata.

As fue como se acord en presencia ma, nada ms y nada menos que la toma del Palacio de Justicia.

Carlos Pizarro lleg a la reunin acompaado de un hombre que hasta hoy es una incgnita para m. El comandante guerrillero no llevaba su famoso sombrero blanco sino una gorra. Tras unas gafas oscuras ocultaba su mirada. Se acerc a la mesa y nos salud con un corto gesto y una venia que reflejaba su incomodidad por nuestra presencia. Escobar lo salud y Pizarro le manifest al odo su inters de no hablar frente a tanta gente: Seor -as le deca Pizarro a Pablo- preferira tratar con usted en privado. Escobar contest en un tono fuerte y desabrochado, ms paisa que nunca: No, hombre. No te preocupes que estos son como de la familia. No hay problema. Pizarro le insisti: Yo s le solicito que sea ms privado. Venga pues, sentmonos all, le contest Escobar mientras nos llamaba a uno por uno: Ven, fulano, sutano, perencejo. Pablo no seleccion a ninguno y nos pasamos los mismos para el otro lado.

En la reunin no se habl nada de logstica o tctica. Result una congregacin de poder donde se analizaron las consecuencias de lo que se efectuara. Hablaba Pizarro y recuerdo que el enigmtico hombre slo aprobaba con un corto movimiento de cabeza lo que se deca pero, al manifestarse una propuesta, intervena como si participara de la parte operativa: Eso tiene sus vainas con los muchachos, repiti varias veces.

El estafeta de Pizarro nos dijo a todos algo que me llam la atencin: No todo el M sabe de esta operacin. Eso est claro. Aos ms tarde, me enter de que aquello no lo conocan varios miembros del M-19, personas honestas como Navarro Wolff, Gloria Quiceno y Vera Grabe. Adems de muchos otros. De Otty Patio mejor no opino ni para bien ni para mal. Esa tarde se definieron las misiones y la recompensa por la accin. Estas fueron las palabras de Pizarro: Un milln de dlares para el M-19 por eliminar al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Alfonso Reyes Echanda y un milln de dlares adicionales por destruir todos los archivos.

Paso a paso, el abogado Guido Parra les explic dnde encontrar los archivos a quemar. Pizarro enfatiz en la forma de proceder a la Sala donde se mantenan los procesos de extradicin contra Pablo Escobar. Recuerdo, como si fuera ayer, a otro narco que se levant molesto diciendo: Bueno, se van a tomar el Palacio o solamente la sala donde archivan los procesos del patrn? Ah intervino nuevamente el hombre que acompaaba a Pizarro: No, no, no Un momento. Tambin es posible incinerar lo de l. Por esto recibieron trescientos mil dlares ms.

Las armas que puso Fidel Castao para la toma del Palacio, las entregu yo. Se les dieron dos metras; una MP5, un AR-15, un M-16 y otros fusiles. Escobar puso las armas cortas, granadas y dinamita. Esta ltima no s para qu. En ese momento, para Carlos Pizarro yo no era nadie. Recuerdo que le dijo a Pablo: Seor, yo creo que ms adelante el tema de la extradicin en Colombia lo arreglamos con la gente de la UP. Escobar le replic: Ese movimiento poltico naci muerto. Los que no se baje El Mexicano por el robo que le hizo las FARC, los acaba este pelao. Pablo me seal y Pizarro me mir sin darme ninguna importancia.

De ah naci mi sobrenombre de Pelao. Muchos comandantes de los ms antiguos an me dicen as. Claro que entre ellos o en privado. Por ah me dicen tambin Piquia por lo hiperactivo. Ellos creen que no me doy cuenta.

Despus de la toma del Palacio, Pizarro mantuvo relacin con Pablo durante mucho tiempo, hizo para l varios secuestros y Escobar lo invit a exportar cocana en varios embarques de droga que salan por Panam hasta La Habana. Nosotros tambin mantuvimos relacin con Escobar pero con una diferencia: Jams fuimos mercenarios de Pablo! Mi hermano y yo nos convertimos en sus peores enemigos.

Al comprender que acabar con el monstruo de Escobar se demorara, decidimos eliminar a su engendro, Carlos Pizarro. Esa accin se acord con un grupo de civiles antisubversivos entre los que estaba yo; exista lo que se llama paramilitares. Aquel da nos acompaaba un hombre prestante que haba perdido en el Palacio de Justicia a un ser querido en primer lazo de consanguinidad. Nosotros pensbamos que Pizarro era un tipo rescatable y que el pas necesitaba una tercera fuerza poltica en la que la gente pudiera creer, pero mientras Pablo Escobar viviera no sucedera. Pizarro se convirti en candidato a la presidencia con un gran apoyo popular, pero Pablo lo mantena chantajeado y extorsionado. Escobar tendra un idiota til en la presidencia o en el cargo que alcanzara, en alguna componenda poltica. Creo que Pizarro fue otra de las vctimas del narcotrfico. Era un hombre con talante a quien le toc optar por ah, quizs, por la falta de plata y en contra de su voluntad. Es que el dinero del narcotrfico destruye y corrompe lo que sea. Siempre aparece cuando se necesita y surge como por arte de magia.