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Cuando disminuyó el bullicio, Gideon dijo:

– Si recordáis, Heidi nos leyó una sinopsis acerca de una mujer que se consumía en prisión. Esa mujer había sido acusada falsamente de matar a su hermana. En aquel momento, Heidi no sabía aún el final de la historia -todos asintieron y comentaron lo emocionante que les había parecido aquella historia-. Pero sé de buena tinta que ya la ha acabado. ¿Heidi? Espero que no te importe que lo haya contado, pero estoy seguro de que el resto de la clase quiere saber cómo termina tu historia.

Su mujer desde hacía tres maravillosos días y noches le lanzó una mirada de sorpresa antes de ponerse en pie. Gideon contempló su pelo rojizo, que le caía reluciente sobre los hombros, y recordó que, apenas dos horas antes, había enterrado la cara en aquella hermosa cabellera, después de hacer el amor.

– Bien, así es como acaba mi historia. Aquella mujer llamada Dana tenía una amiga que creía en su inocencia. Como por milagro, su amiga, una profesora, se enteró de que un detective de homicidios estaba dando un curso nocturno de criminología en su aula. Así que se unió a la clase con la intención de aprender cómo se llevaba a cabo una investigación criminal Pero se enamoró perdidamente del guapo detective y de su hijo -todos empezaron a sonreír-. Por pura bondad, el detective le dijo que investigaría el caso si ella aceptaba ser su ayudante. En menos de una semana, el detective le dio la vuelta al caso, y Dana Turner es ahora una mujer libre -dijo con lágrimas en los ojos-. Al parecer, su hermana, Amy, tenía un tumor cerebral que había trastornado su mente y que la empujó a las drogas. Acabó suicidándose, pero lo dispuso todo de modo que pareciera que su hermana la había asesinado. Desde el principio, el detective sospechó que era drogadicta. Insistió en que se realizara la autopsia, que no se había hecho en el momento de la muerte porque la familia no soportaba que el cuerpo de su hija fuera mancillado. Sin embargo, el detective convenció a los padres de Amy de que era necesario hacerla para averiguar la verdad, y le pidió al mejor forense del condado que se encargara de realizarla. El informe de la autopsia desveló que se había encontrado un tumor cerebral y rastros de morfina en el hígado. Ello demostró que la víctima murió por una sobredosis de heroína, y no por intoxicación de monóxido de carbono, como afirmaba el primer informe médico.

Emily alzó la mano.

– Estás hablando de ti y del detective Poletti.

– ¡Sí! -exclamó Nancy.

– ¡Lo sabía!

– ¡Todos lo sabíamos! -gritó Carol.

Heidi miró a Gideon con adoración.

– Me da miedo pensar qué habría ocurrido si Gideon no hubiera aceptado sustituir a Daniel Mcfarlane. Gracias a que nos conocimos, ahora mi amiga es libre para seguir con su vida, y yo he encontrado al hombre de mis sueños. Ahora mi apellido es Poletti. Gideon y yo nos casamos el martes por la noche. Por eso tuvo que cancelar la clase del miércoles. Kevin iba a venir, pero al final prefirió irse a pescar con mi padre, su nuevo abuelo.

Todos rompieron a aplaudir y luego se levantaron de sus sillas y abrazaron a Gideon y a Heidi para felicitarlos. En medio de aquel tumulto, Heidi miró a Gideon.

– Te quiero -musitó en voz muy baja.

Gideon susurró las mismas palabras, y comprendió que su vida no podía ser más feliz.

Cuando la clase acabara, llevaría a Heidi a casa de Daniel. Ya era hora de presentársela y de darle las gracias por haberle ofrecido la oportunidad de encontrar a su alma gemela.

Ya se imagina a Daniel diciendo:

– Sé que en realidad no querías sustituirme. Pensabas que el curso sería un tostón. Así aprenderás a respetar mi regla número uno: nunca dar nada por sentado.

REBECCA WINTERS

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