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– ¿Quiere que le ayude con las bolsas?

– No, no, no hace falta… pero gracias.

– Le subo ahora mismo las llaves.

El vecino del 10B se volvió hacia la casa y el nuevo portero encendió el motor del coche rojo.

Un estruendo.

El impacto fue tremendo, inesperado, ensordecedor.

Las bolsas del vecino del 10B se le cayeron al suelo, del susto, y las naranjas se desparramaron por la acera. El vecino se dio la vuelta, aterrorizado. El techo de su coche estaba completamente hundido, los cristales reducidos a añicos, el claxon pitaba enloquecido.

El hombre buscó con la mirada al nuevo portero, desaparecido bajo el techo destrozado de su coche. Tardó en percatarse, a pesar de que lo tenía delante de sus ojos, del cuerpo que yacía sin vida sobre su coche, siniestrado para siempre.

No fue fácil reconocerle. El choque, después de una caída de sesenta metros, había tenido efectos devastadores sobre el cuerpo. Pero era él. El antiguo portero. Y ya no había riesgo de que se diese a la fuga.

Cillian, con sus vaqueros y su camisa recién planchada, había decidido jugar su última ruleta rusa en el lugar en el que se había sentido más cerca de la felicidad.

Tenía treinta y un años, un mes y doce días. Y ya no le quedaban razones para quedarse.

Agradecimientos

Durante la escritura, lejos de estar solo y aislado en un estudio delante de un ordenador, recibí el apoyo, la ayuda, los consejos y el cariño de personas a las que es debido un agradecimiento sincero:

En primer lugar agradezco el apoyo a Julio Fernández y Carlos Fernández, que han apostado por el guión, poniendo la primera, importantísima piedra de todo este proceso. Y gracias también por los once años transcurridos en Filmax, que recordaré siempre y que van más allá de este proyecto.

Después a Teresa, compañera de muchas batallas en la productora y la primera persona externa a mi familia a quien dejé leer el guión y que me animó enormemente con su entusiasta «muy mal no está». Junto a Teresa, gracias a los compañeros de Filmax, desde Desarrollo a Producción (Carla, te incluyo aquí), Marketing, Prensa (Katia y Vas a Ver), Cine, Internacional, Administración, Financiero y Legal que, con su apoyo y entrega, han permitido y contribuido a convertir la película en realidad.

Gracias a Jaume, el amigo que, en el mar de propuestas que le rodeaban en ese momento, decidió que Mientras duermes fuera su siguiente película como director. Gracias por haber conseguido que el guión creciera, por haber despertado el interés de tanta gente a su alrededor, y por haber hecho una película que me emociona y enorgullece enormemente. Gracias.

Gracias a David de Plaza y Janés, que ha creído, desde el principio, en esta idea extraña de película y novela en paralelo. Y muchísimas gracias a Emilia, compañera de viaje en la novela, que me ha hecho conocer y descubrir todo lo positivo del trabajo de una editora literaria. Gracias.

El último agradecimiento, pero el más grande, es para mi primera lectora y mucho más que eso. Gracias, Aurelia, por ser paciente e incansable receptora de todo lo que pasa por mi cabeza, por ser siempre mi lúcida consejera a la hora de tomar el camino correcto, por no perder nunca el entusiasmo y la fuerza de animarme, por haber estado y estar siempre ahí. Gracias porque, en el improbable caso de subirme a una azotea, serías siempre una razón incuestionable para hacer caer la balanza al mismo lado y volver seguro a la cama. Gracias.

Dedico esta novela a la memoria de mi madre, Anna, a quien -contrariamente a nuestros Cillian y César con las suyas- siempre he admirado y amado, y a quien sigo añorando muchísimo.

Alberto Marini

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