—Caballeros —dijo Karen—, muchas gracias por venir.
Indicó la sala, pero creo que realmente pretendía incluir todo lo que había más allá también.
—Como pueden imaginar, no quiero perder todo esto. ¿Cómo vamos a impedirlo?
Malcolm tenía las manos cruzadas sobre la superficie de la mesa.
—Como le dije a Jake, Deshawn será el abogado principal… necesitamos un rostro humano. Naturalmente, yo trabajaré entre bambalinas, igual que varios de nuestros asociados en Nueva York. —Miró a su hijo—. ¿Deshawn?
Deshawn llevaba un traje gris y una corbata verde; yo estaba aprendiendo a amar el verde.
—¿Ha informado ya a Inmortex sobre el litigio?
Miré a Karen.
—No —respondió ella—. ¿Por qué debería hacerlo?
—Imagino que querrán subirse al carro —dijo Deshawn—. Después de todo, este caso apunta al corazón de lo que están vendiendo. Si el tribunal falla que no es usted Karen Bessarian, que es alguien nuevo y que no tiene derecho a sus posesiones, Inmortex tendrá graves problemas.
—No había pensado en eso.
Deshawn miró a su padre, y luego otra vez a nosotros.
—Hay otro aspecto que debemos tener en cuenta. Mientras este asunto esté en el aire, su hijo Tyler casi con toda probabilidad intentará que congelen sus cuentas… y sin duda un juez aceptará esa petición. Ningún magistrado va a obligarla a abandonar esta casa todavía, pero puede encontrarse con que no tiene acceso a sus cuentas bancarias.
—Yo tengo dinero —dije de inmediato—. Sobreviviremos a esto.
—A menos que alguien lo desafíe a usted también —contestó Deshawn.
Fruncí el ceño. Tenía razón. Aunque los canadienses no fueran tan dados a los litigios como los estadounidenses, mi madre había dejado bastante claro que no creía que yo siguiera siendo yo.
—Entonces ¿qué podemos hacer? —pregunté.
—Primero —dijo Malcolm—, por favor comprendan que no se trata de nuestras tarifas, sino de cuidar de ustedes. Y por favor comprendan que esperamos ganar plenamente… con tiempo.
—¿Con tiempo? —dije—. ¿Cuánto tardará esto?
Malcolm miró a Deshawn, pero Deshawn inclinó la cabeza hacia su padre, delegando en él.
—En una causa civil —dijo Malcolm— se puede esperar a que haya un hueco libre, o se puede pujar por uno; los estados recaudan así un montón de dinero hoy en día. He estudiado el asunto en Detroit. Si está dispuesta a ofrecer, digamos, medio millón, podría tener un juicio con jurado en un par de semanas. Pero eso será sólo el principio. A menos que abortemos este asunto o lo resolvamos antes del juicio, esto llegará hasta el Tribunal Supremo, no importa lo que se decida en primera instancia. De un modo u otro, Bessarian contra Horowitz se convertirá en un referente legal.
Karen sacudió la cabeza tristemente.
—He pasado toda mi vida profesional tratando de ganarme un nombre, pero no quiero terminar como Miranda, Roe o D'Agostino. —Hizo una pausa—. Es curioso: muchos escritores usan seudónimo, pero Bessarian es mi apellido auténtico; lo recibí de mi primer marido. Roe era un seudónimo, ¿no?
—Jane Roe, sí —dijo Malcolm—. Porque ya tenían a una Jane Doe en los tribunales. Su verdadero nombre era Norma McCorvey: ella misma lo reveló años más tarde. —Se encogió de hombros—. Irónicamente, luego se volvió una antiabortista furibunda. No mucha gente llegó a asistir a las celebraciones por la victoria cuando se falló Roe contra Wade y el caso fue sobreseído.
Karen volvió a sacudir la cabeza.
—Bessarian contra Horowitz. Santo Dios, qué manera de terminar una familia.
Deshawn pareció comprenderla.
—Naturalmente, puede que no llegue a juicio.
—No voy a llegar a ningún acuerdo —dijo Karen llanamente.
—Lo entiendo. Pero intentaremos que el asunto sea sobreseído en todas las etapas. De hecho, esperamos que lo echen para atrás esta misma tarde, en la audiencia preliminar.
—¿Cómo? —preguntó Karen—. Quiero decir, sería magnífico si fuese cierto, pero ¿cómo?
—Muy simple —dijo Deshawn. Tenía las manos cruzadas sobre la mesa exactamente igual que su padre—. Hay un motivo por el que Alto Edén está en la cara oculta de la Luna. Me refiero a que, cierto, es un lugar magnífico para los ancianos, pero hay algo más. La cara oculta de la Luna no es jurisdicción de nadie. Cuando… ¿cómo los llaman? ¿Pellejos descartados?
Malcolm asintió.
—Cuando los pellejos mueren allí arriba —continuó Deshawn—, no hay papeleo… ni certificado de defunción. Y sin un certificado de defunción, la acción de Tyler no puede prosperar; no se puede recurrir un testamento en este estado sin uno.
El juez asignado para las mociones iniciales del caso era un tal Sebastian Herrington, un hombre blanco que parecía tener cuarenta y tantos años, aunque según su biografía en la Red tenía casi setenta. Supuse que eso era bueno para nosotros: alguien que se sometía a tratamientos de rejuvenecimiento probablemente estaría favorablemente dispuesto hacia la postura de Karen.
—Muy bien —dijo el juez—. ¿Qué tenemos aquí?
No era más que una audiencia preliminar y los medios de comunicación no se habían enterado todavía: en la sala no había nadie más que Karen y yo, los dos Draper y una mujer hispana de aspecto severo y unos treinta y cinco años que representaba a Tyler. Se levantó en respuesta a la pregunta del juez.
—Señoría, soy María López, abogada de Tyler Horowitz, único hijo de la novelista Karen Bessarian, ahora fallecida. —López llevaba el pelo castaño corto con mechas rubias. Su rostro era duro, casi aguileño, y su frente alta e inteligente—. La señora Bessarian era viuda —continuó—. Tyler y sus hijas menores de edad (las nietas de la señora Bessarian) son los únicos herederos mencionados en su testamento; son sus únicos herederos ante la ley, y los lógicos depositarios de sus propiedades. Es más, Tyler es mencionado como representante personal en el testamento de la señora Bessarian. Tyler ha cursado una petición en su nombre y el de sus hijas como únicos beneficiarios del testamento. Quiere resolver la cuestión de su herencia y busca la aprobación del tribunal para hacerlo.
Se sentó.
—Me parece un asunto muy claro —dijo el juez Herrington, que tenía un rostro aún más alargado que el mío, con una barbilla que se abría como un calzador. Se volvió hacia nosotros—. Pero veo que tenemos un grupo poco habitual esta mañana. ¿Quién es el abogado?
—Señoría —dijo Deshawn, poniéndose en pie—. Soy Deshawn Draper, de Draper y Draper; nuestro bufete está en Manhattan, pero tenemos licencia para practicar la abogacía aquí en Michigan.
Herrington tenía una boca pequeña, que frunció en un semicírculo perfecto. Nos señaló a los tres, sentados a la mesa, con un pequeño gesto de la mano.
—¿Y éstos son?
—Mi socio, Malcolm Draper. Karen Bessarian. Y Jacob Sullivan, un amigo de la señora Bessarian.
—Quería decir, ¿qué son éstos?
La voz de Deshawn sonó completamente firme, completamente tranquila.
—Son Mindscans, señoría: conciencias descargadas. Los originales de estas tres personas se sometieron al proceso Mindscan ofrecido por Inmortex Incorporated, transfirieron sus derechos como persona a estos nuevos cuerpos y se han retirado a la cara oculta de la Luna.
Herrington compuso ahora sus rasgos en una expresión interrogante, con sus ojos marrones muy abiertos bajo una ceja negra que abarcaba toda su frente.
—Naturalmente, conozco la reputación de su firma, señor Draper, pero… —Frunció el ceño y se mordió el labio inferior unos instantes—. Los tiempos están cambiando, como dijo Bob Dylan.