Mi padre aparecía en el listín del 41. Había abandonado a su esposa el 5/6/41. Mildred Jean Ellroy aparecía en la guía telefónica del 42 como residente en el 6901/2 de South Catalina. Mi padre aseguraba que por la época del ataque a Pearl Harbor vivía con mi madre en la calle Ocho con New Hampshire. Su memoria era irregular. En realidad vivían tres calles al norte, en la Cinco con New Hampshire.
Bill y yo reconstruimos los posibles hechos.
Mi padre conoció a la pelirroja en 1941, en Los Ángeles. Abandonó a su mujer. Se fue a vivir con Jean Hilliker. Escapó de una mujer. Corrió hacia otra. La mujer plantada abandonó la casa que compartían. Se trasladó a otra, a tres manzanas de distancia del nido de amor de su marido. El traslado fue coincidencia… o maliciosa planificación.
Quizás acechara a mi padre.
Quizá se hubiera trasladado a tres manzanas de él para castigarlo.
Quizá lo hubiese hecho para ver a la pelirroja y sentir un placer malicioso. Conocía a mi padre. Sabía qué le esperaba a la pelirroja.
Durante el resto de la guerra no aparecieron más listines telefónicos. Los del 46 y 47 faltaban. Los de Beverly Hills, también.
No pudimos concretar cuándo fue el traslado a North Doheny, 457.
Se instalaron quién sabe dónde. El divorcio de los Spalding se produjo en el 39 o el 40. El de mi padre, a finales del 45. Entonces quedaron libres para casarse.
Lo hicieron en el condado de Ventura, el 29/8/47. Mi madre tenía treinta y dos años. Estaba embarazada de dos meses y medio. En la licencia de matrimonio constaba un domicilio común. Era el 459 de North Doheny. El documento especificaba que para ambos se trataba de su segundo matrimonio.
Yo nací en marzo del 48. Jessie Hilliker murió en el 50. Tuvo un derrame cerebral y cayó fulminada. Mis padres se trasladaron al 9.031 de Alden Drive. El matrimonio fue mal. Mi madre pidió el divorcio el 3/1/55.
Alegó «extrema crueldad». Adjuntó una lista de las propiedades comunes, como el mobiliario y un coche. También estableció su deseo de ser quien se ocupara de mí a tiempo completo. Mi padre aceptó los términos. Firmó un acuerdo sobre propiedades el 3/2/55. Ella se quedó con el coche y los muebles. Y se haría cargo de mí durante los meses escolares y parte del verano. A él le quedaban dos visitas semanales y algún tiempo de verano conmigo. Tenía que pagar la minuta del abogado y cincuenta dólares al mes en concepto de alimentos. El 28/2/55 se celebró una audiencia. Mi padre fue convocado. No se presentó. El abogado de mi madre instó un auto de incomparecencia. Mi padre me dijo que ella follaba con su abogado.
El auto de incomparecencia se libró el 30/3/55. El divorcio podía finalizarse en el plazo de un año. Mi madre presentó contra mi padre una demanda por daños y perjuicios. El tribunal le ordenó comparecer el 11/1/56. La orden exponía las acusaciones concretas.
Decía que mi padre me había llevado a casa la noche de Acción de Gracias. Se había quedado ante la puerta. Había escuchado a escondidas. El 27/11/56 había irrumpido en el apartamento. Había registrado sus ropas y los cajones del tocador. La había acosado en el supermercado Ralph's, en la Tercera con San Vicente. La había insultado a gritos mientras compraba. El incidente se produjo a finales de noviembre del 55.
Mi padre contrató un abogado. Escribió una nota y presentó otra querella contra mi madre. Decía que el estilo de vida que ella llevaba estaba reñido con mi desarrollo moral y social. Mi padre temía por mi salud y mi seguridad.
Mis padres vieron a un juez, que nombró un ayudante judicial. Y le aseguró a mi madre que investigaría las acusaciones.
Mis padres se entrevistaron. Él dijo que Jean era una buena madre cinco días a la semana. Bebía dos tercios de botella de vino cada noche y cuando llegaba el sábado «se descontrolaba». Añadió que era una maníaca sexual. La bebida iba unida a ello. Afirmó que esa noche ni siquiera tuvo que escuchar a escondidas. Devolvió a su hijo a las 17.15. Jean salió a la puerta. Tenía el cabello revuelto y aliento a alcohol. Un tal Hank Hart estaba sentado ante la mesa de la cocina. Sólo llevaba una camiseta de tirantes. Sobre la mesa había una botella de champán, tres latas de cerveza, una botella de vino y otra de whisky.
Se alejó del apartamento. Decidió visitar a unos amigos del vecindario. Volvió a pasar por el apartamento. Oyó que su hijo lloraba y «sonidos confusos». Se acercó a la ventana de la cocina y miró. Vio que su hijo entraba en el cuarto de baño a tomar una ducha. Vio que Jean y Hank Hart estaban tumbados en el sofá del salón. Empezaban a besarse. Hart le metía la mano bajo el vestido. El chico apareció en el salón. Llevaba pijama. Miraba la tele. Hank Hart se mofaba de él. El chico se iba a la cama. Hank Hart se quitaba los pantalones. Jean se levantaba la falda. Follaban en el sofá.
Mi padre dijo que se había marchado a casa. Había llamado a mi madre. Le había preguntado si no le daba vergüenza. Jean respondió que hiciera lo que quisiese. En el supermercado Ralph's no había acosado a mi madre. Había llevado a su hijo a casa unos días después de Acción de Gracias. Jean no estaba. Su hijo le enseñó la manera de entrar en el piso. Abrió una puertaventana y entró en el apartamento. No miró la ropa de Jean ni abrió los cajones. Nunca la había insultado. Era ella quien lo llamaba y le soltaba groserías.
El investigador judicial habló con Ethel Ings, quien aseguró que Jean era una madre excelente. Jean le pagaba setenta y cinco centavos por hora. Cuidaba de su hijo. Jean nunca lo dejaba solo. El niño asistía a una iglesia luterana todos los domingos. Jean jamás le alzaba la voz ni utilizaba un lenguaje soez.
El investigador habló con la directora de la escuela El Paraíso de los Niños, quien le dijo que Jean era una madre excelente. El padre mimaba al chico y no lo obligaba a estudiar. Lo utilizaba para controlar a su madre. Cada noche, lo llamaba y le hacía preguntas acerca de ella. Le decía que respondiera «sí» o «no» cuando su madre estaba cerca.
El investigador judicial habló con Eula Lee Lloyd, quien afirmó que Jean era una madre excelente. El señor Ellroy no era un buen padre. Últimamente lo había visto varias veces asomándose a las ventanas del apartamento de Jean.
El investigador habló con mi madre, quien rechazó el testimonio de mi padre. Negó las acusaciones de conducta sexual desordenada y de dipsómana. Añadió que su ex marido había mentido a su hijo repetidamente. Le había dicho que tenía una tienda en Norwalk. Le había dicho que estaba comprando una casa con piscina. Quería tener al chico sólo para él. La llamaba cosas horribles. Y lo hacía delante de su hijo. Su ex marido era un homosexual latente. Tenía constancia médica de lo que decía.
El investigador se puso del lado de mi madre. Tuvo en consideración el expediente de trabajadora de la salud de mi madre y dijo que parecía poseer un carácter firme. Ella no se comportó ni por un instante como una borracha o una desarrapada. El juez también se inclinó por mi madre. Emitió una orden formal. Señalaba a la querellante y al demandado que no se molestasen de ninguna manera el uno al otro. Dijo a mi padre que no rondara el apartamento de mi madre y mucho menos que irrumpiera en él. Le dijo que pasara a recogerme y a dejarme y que el resto del tiempo se mantuviera alejado.
La orden tenía fecha 29/2/56. Mi madre estaba a dos años y cuatro meses vista del sábado noche. Las notas y registros catalogaban su vida en mala alianza. Podía dar la investigación por exitosa. Sabía una cosa más allá de toda duda. Ignoraba quién había matado a mi madre. Pero sabía cómo había llegado a King's Row.
31
No bastaba. Era una pausa momentánea y un punto de partida. Tenía que saber más. Tenía que saldar mi deuda y obtener aquello que me pertenecía. Mi voluntad de mirar y aprender aún era fuerte y estaba perversamente sintonizada. Era mi padre, asomado a la ventana del dormitorio de mi madre. No quería que terminase. No quería dejar que terminase. No quería perderla otra vez.