King's Row no era más que una ventana que se abría hacia atrás. El Hombre Moreno no era más que un testigo con unos cuantos recuerdos. Yo era un detective sin sanción oficial y sin reglas sobre pruebas que me limitaran. Podía dar por ciertas insinuaciones o rumores. Podía recorrer su vida a mi propia velocidad mental. Podía demorarme en Tunnel City y en El Monte y en todos los puntos intermedios. Podía envejecer mientras buscaba. Podía temer mi propia muerte. Podía revivir sus domingos en aquella iglesia junto a las vías del ferrocarril. Allí se predicaban reuniones celestiales. Podía aprender a creer en ellas. Podía dejar a un lado mi búsqueda por un designio divino y esperar el momento en que fijáramos la mirada en una nube.
No sucedería. Ella se alejó de aquella iglesia. Acudía a ella a punta de pistola. Se sentaba en el banco y soñaba. La conozco lo suficiente para dar eso por seguro. Me conozco lo suficiente para declarar que nunca dejaré de mirar.
No permitiré que esto termine. No volveré a traicionarla ni a abandonarla.
Ahora estoy contigo. Huyes, te escondes y te encuentro. Tus secretos no estaban seguros conmigo. Te has ganado mi devoción. El precio que has pagado ha sido verte expuesta públicamente.
Te he robado la tumba. Te he revelado. Te he mostrado en momentos vergonzosos. He aprendido cosas de ti. Todo lo que he aprendido ha hecho que te ame más profundamente.
Aprenderé más cosas. Seguiré tus pasos e invadiré tu tiempo perdido. Dejaré al desnudo tus mentiras. Reescribiré tu historia y mientras tus viejos secretos estallan revisaré mis juicios. Lo justificaré todo en nombre de la vida obsesiva que me diste.
No oigo tu voz. Te huelo y percibo tu aliento. Te siento. Te rozas contra mí. Te has ido y quiero más de ti.
James Ellroy