Había recibido varios golpes en el rostro y una media de nailon aparecía enrollada en torno al cuello.
Harris llamó por radio a la comisaría de San Dimas. El encargado de la centralita llamó a la Brigada de Homicidios de la Oficina del Sheriff. El teniente Charles McGowan, el sargento Harry Andre y el sargento Claude Everley salieron hacia el lugar. Un teniente patrullero y un agente experto en huellas llegaron un par de minutos más tarde.
Andre había visto la escena del crimen del caso Jean Ellroy y le comentó a Everley que se parecía mucho a la que ahora tenían delante. El asesino del caso Ellroy también había cubierto las piernas de la víctima con su abrigo.
Llegó un coche de la Oficina del Forense. Llegó un fotógrafo. Un ayudante del forense examinó el cuerpo. Un agente iluminó la escena del crimen y la retrató.
El ayudante del forense señaló varios primeros indicios de rigor mortis. La víctima presentaba rigidez de cuello y cabeza. Everley le quitó las prendas externas y examinó la ropa interior. Llevaba braguitas rojas, sujetador rojo y liguero también rojo. No llevaba medias.
Andre vació el bolso. Contenía unas gafas, un dólar con treinta y dos centavos, un paquete de cigarrillos Camel, un cepillo para el pelo, un par de guantes azul celeste de lana o de mezcla de lana y algodón. Un frasco de aspirinas, un llavero de plástico, un bolígrafo, un espejo de bolsillo y un monedero de piel marrón con un caballo blanco y plateado repujado en la tapa. El monedero contenía fotos de la víctima, un taco de billetes de autobús, un recorte de periódico con el resultado de una carrera de caballos y sendas tarjetas de identificación a nombre de Elspeth Evelyn Long y Bobbie Long. Las direcciones que aparecían en las tarjetas eran de Nueva Orleans, Miami y Phoenix, Arizona. En los documentos aparecía como fecha de nacimiento de la víctima el 10/7/06 y el 10/7/13. Una tarjeta de identificación de una compañía de seguros traía una dirección de Los Ángeles: calle 52 Oeste, 2.233 1/2. La tarjeta había sido expedida el 18 de febrero de 1957.
La gente del depósito de cadáveres se llevó el cuerpo. Andre llamó a la Brigada de Homicidios. Le dijo al agente de la centralita que enviase a alguien a la dirección de la víctima. Everley sacó su linterna del coche y exploró la zona. No distinguió huellas de neumáticos ni dio con objetos que hubiesen podido utilizarse como armas.
Ray Blasingame se fue a casa. El fotógrafo tomó algunas instantáneas más. Salió el sol. Ya a plena luz del día, Andre y Everley recorrieron la calzada a pie.
No vieron nada nuevo.
La víctima vivía en un pequeño edificio de apartamentos. El suyo estaba en la planta baja y se accedía a él por la parte de atrás. Ward Hallinen, Ray Hopkinson y Ned Lovretovich lo registraron.
Despertaron al portero y le enseñaron la placa. El hombre los condujo al apartamento, abrió y se volvió a la cama. El trío examinó las dos habitaciones. Encontraron una caja de medias de nailon y una pila de monedas de plata de dólar y medio dólar. Encontraron un montón de recortes de prensa sobre carreras de caballos. Encontraron una cámara preparada para tomar la foto número seis del carrete. Encontraron una agenda. Encontraron un cheque de treinta y siete dólares, con fecha 21/1/59. Estaba librado por Bill's Cafe, West Florence Avenue, 1.554, y correspondía a la paga semanal. Encontraron algunos programas de carreras de caballos y cartas y hojas de papel con anotaciones de un informador introducido en el mundo de la hípica.
El apartamento estaba limpio. Las pertenencias de la víctima estaban pulcramente ordenadas. Las medias estaban emparejadas.
Se llevaron la cámara y la agenda. Volvieron a despertar al portero y le dijeron que mantuviese el lugar bajo llave. El hombre respondió que debían hablar con una mujer llamada Liola Taylor. Vivía en la puerta de al lado. Él apenas conocía a Bobbie Long. Liola la conocía mejor.
Encontraron a Liola y la interrogaron. Dijo que Bobbie Long había sido vecina suya durante cuatro años, más o menos. Trabajaba en un restaurante de Florence. Conocía montones de hombres. Nunca iba sola. Le gustaba la compañía masculina y salía con un tipo rico. Decía que iba tras su dinero. Nunca mencionó el nombre del tipo. Tampoco hablaba de su propia familia.
Hallinen, Hopkinson y Lovretovich se dirigieron hacia el Bill's Cafe. Hablaron con el jefe, William Shostal, quien les dijo que Bobbie Long era una camarera amable y eficiente. Le gustaban las carreras de caballos. Solía pasar el rato con una compañera de trabajo llamada Betty Nolan.
Shostal les dio la dirección de Betty. Los polis se presentaron en la casa de la camarera y la interrogaron.
Betty dijo que el martes había visto a Bobbie en el trabajo. De eso hacía tres días. Bobbie tenía previsto ir al hipódromo el jueves. Bobbie conocía a un tipo llamado Roger. Bobbie conocía a un tipo que trabajaba en las mantequerías Challenge. Betty aseguró que desconocía los apellidos. Según ella, Bobbie no conocía a ningún «tipo rico». Dos semanas atrás un hombre había llevado a Bobbie al trabajo. Era un tipo con bigotes, cuidadosamente peinado hacia atrás con gomina. Conducía un coche blanco y turquesa. Betty añadió que no sabía su nombre y que no había vuelto a verlo. Indicó a los policías que debían hablar con Fred Mezaway, el cocinero del Bill's Cafe, que el miércoles o el jueves le había llevado el cheque de la paga a Bobbie.
Hallinen telefoneó a Bill Shostal y consiguió la dirección de Mezaway. Shostal dijo que probablemente ya estuviera en casa. Hallinen, Hopkinson y Lovretovich fueron hasta allí e interrogaron a Mezaway.
El hombre dijo que tenía pensado llevarle el cheque a Bobbie a primera hora de la noche del miércoles, pero que se había enredado en una partida de cartas y no se lo había entregado hasta el jueves por la mañana. Bobbie le había echado una bronca por jugar a cartas.
Según Mezaway, Bobbie salía mucho, pero no pudo aportar nombres de acompañantes. Agregó que le debía trescientos dólares a un corredor de apuestas. Desconocía su nombre. Tampoco sabía de ningún «tipo rico», de nadie llamado Roger, de ningún hombre con el cabello peinado hacia atrás con gomina ni de ningún empleado de las mantequerías Challenge.
Los policías volvieron al apartamento de Bobbie Long. Revisaron la agenda y empezaron a llamar a los amigos de Bobbie. Obtuvieron una serie de respuestas inconducentes. Por fin, se pusieron en contacto con una mujer llamada Freda Fay Callis. Freda Fay dijo que había visto a Bobbie el martes. Salieron juntas y recogieron a una amiga común, Judy Sennett. Acompañaron a Bobbie al médico, pues sufría intensos dolores de cabeza después de darse un golpe con una máquina de té helado, en el trabajo. El doctor tomó una radiografía de la cabeza de Bobbie y le extrajo una muestra de sangre. Las chicas fueron a Rosemead y dejaron a Judy en casa de su yerno. Freda Fay condujo a Bobbie de regreso a Los Ángeles y la dejó en su apartamento. Bobbie la había llamado el día anterior, explicó Freda Fay a los policías, para preguntarle si quería ir con ella al hipódromo pero Freda Fay estaba sin un centavo y había declinado la invitación.
Freda Fay dijo que Bobbie era una fanática de las carreras de caballos. Por lo general tomaba el autobús a Santa Anita. A veces, conocía a alguien que luego la llevaba a casa en coche. Bobbie era amistosa. No andaba como loca detrás de los hombres. Le gustaban los que tenían dinero. Freda Fay no conocía a ningún «tipo rico» ni a nadie llamado Roger. Tampoco conocía al corredor de apuestas de Bobbie. No sabía de ningún hombre de cabello peinado hacia atrás con gomina ni de nadie que trabajara en las mantequerías Challenge.
Los policías hicieron unas cuantas llamadas más. Se pusieron en contacto con Ethlyn Manlove, otra amiga de Bobbie. Según ella, Bobbie nunca hablaba de su familia. Le había contado que había estado casada, pero que de eso hacía muchísimo tiempo. Había contraído matrimonio en Nueva Orleans y se había divorciado en Miami. Ethlyn Manlove explicó que Bobbie salía a menudo. No pudo aportar nombres de sus acompañantes. No conocía a ningún «tipo rico». No sabía quién era el corredor de apuestas de Bobbie. No conocía a ningún hombre que se peinara cuidadosamente con gomina ni a nadie que trabajara en las mantequerías Challenge. El nombre de Roger la hizo dudar. Bobbie solía salir con un tipo casado; tal vez fuese él.