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Encontraron al socio de Eddie Vince y también lo descartaron. Siguieron el rastro de Bobbie Long hasta Nueva Orleans y Miami sin obtener respuestas concretas. El caso Long dejó de chisporrotear y quedó inactivo.

El 15 de marzo de 1960 recibieron otra confidencia. Dos desgraciados secuestraron a una adolescente. La forzaron en su camioneta y se la llevaron a la montaña. La violaron, se corrieron sobre ella y la obligaron a hacerles una mamada. Luego, la soltaron. La chica contó lo sucedido a sus padres y éstos llamaron a la comisaría de San Dimas. La chica habló con dos detectives de la brigada. Describió a los asaltantes. Uno de los tipos respondía a la descripción de un chiflado del pueblo llamado Robert Elton Van Gaasbeck. Los detectives llevaron a la chica al apartamento de Van Gaasbeck. Ella identificó al hombre y también la camioneta, una Ford del 59. Van Gaasbeck delató a su compinche, Max Gaylord Stout.

Harry Andre encerró a Van Gaasbeck y a Stout. Pero los exoneró de cualquier responsabilidad en los casos Bobbie Long y Jean Ellroy.

El 29 de junio les transmitieron otra información. Un mexicano había intentado violar a una mujer en un aparcamiento de camiones, en Azusa. La víctima se llamaba Clarisse Pearl Heggesvold.

El mexicano había entrado en el remolque de la mujer y la había sacado de él a tirones. La arrastró detrás del vehículo y le arrancó el vestido y las bragas. «Me vas a dar un poco de eso», había murmurado. La víctima empezó a gritar y su vecina, Sue Sepchenko, acudió corriendo y empezó a golpear al mexicano con el palo de la escoba. El mexicano soltó a Clarisse Pearl Heggesvold y corrió hacia Sue Sepchenko. Clarisse Pearl Heggesvold arrancó del suelo varios adoquines y los arrojó contra el coche del individuo, un Buick de dos puertas blanco y rojo, del 55, matrícula MAG-780. Las piedras rompieron el parabrisas y dos cristales de un costado. El mexicano subió a toda prisa al coche y escapó. Sue Sepchenko llamó a la comisaría de San Dimas. Informó del accidente y dio el número de matrícula del sospechoso. Los agentes de tráfico investigaron los datos y detuvieron al propietario del vehículo. Charles Acosta Linares, alias Rex.

Al Sholund se encargó de comprobar la información. Encerró a Linares pero lo soltó enseguida. Linares era obeso y manifiestamente psicótico.

El 27 de julio recibieron otro soplo. Un tipo llamado Raymond Todd Lentz había irrumpido en una casa de La Puente completamente desnudo. Encontró a Donna Mae Hazleton y a Richard Lambert Olearts dormidos en el sofá del salón. Donna Mae y Richard despertaron. Lentz salió corriendo. Richard llamó a la comisaría de San Dimas. Unos agentes de patrulla encontraron a Lentz y lo detuvieron. Lentz declaró que había estado bebiendo con el ex esposo de Donna Mae y que sabía que la mujer acababa de divorciarse. Había pensado que podría entrar en la casa y acostarse con ella. Estaba casado, pero su mujer esperaba un hijo y no podía complacerlo.

Claude Everley interrogó a Lentz y lo descartó como sospechoso en tiempo récord.

En mayo del 62 una mujer fue estrangulada en Baldwin Park. El caso quedó sin aclarar. Se trataba de un estrangulamiento de manual. Parecía un trabajo rápido: asfixiar y largarse. Prácticamente no guardaba parecido con las muertes de Jean Ellroy y de Bobbie Long.

El 29 de julio del mismo año se produjo un intento de violación. La víctima se llamaba Margaret Jane Telsted. El violador era un tal Jim Boss Bennett. Se habían conocido en el Torch Bar de Glendora.

Bennett y la señorita Telsted tomaron unas cervezas juntos, luego, él la invitó a su apartamento de La Puente. Fueron hasta allí en el coche de ella. Tomaron una cerveza en la cocina. Bennett condujo a la señorita Telsted hasta el dormitorio y, una vez allí, la arrojó sobre la cama. «Vamos, has estado casada y sabes lo que quiero», le dijo. La chica respondió: «No soy una fulana.» Bennett la golpeó en el pecho y le arrancó los pantalones, la blusa y las bragas. Él se desnudó y dejó a la vista sus partes pudendas. Dijo que quería follar. Arrojó al suelo a la señorita Telsted, la obligó a abrirse de piernas y consiguió penetrarla ligeramente. La mujer se resistió. Bennett le golpeó la cabeza contra el suelo, pero siguió sin conseguir una penetración completa.

La señorita Telsted se refugió en un dormitorio contiguo y vio a un hombre dormido en la cama. Huyó a la cocina. Benett le dio alcance. Ella dijo que se sometería a sus deseos si le permitía vestirse y mover el coche de sitio. Dijo que su ex esposo podía andar al acecho y quería ser discreta. Bennett accedió. La señorita Telsted se puso la ropa y salió de la casa. Bennett la siguió. La mujer subió al coche. Bennett intentó impedírselo. El perro salió de la casa y dedicó un gruñido a su dueño. Bennett retrocedió. El perro saltó al coche y se sentó al lado de la señorita Telsted. Ésta se dirigió hacia la comisaría de policía de West Covina e informó del incidente. Se llevó al perro a casa con ella.

Los agentes de West Covina llamaron a la comisaría de San Dimas y trasmitieron la denuncia. Dos detectives fueron a casa de Jim Boss Bennett. Lo condujeron a la comisaría y lo encerraron. El hombre negó las acusaciones de Margaret Telsted. Según sus palabras, en ningún momento había llegado a estar dentro de ella. Los detectives formularon cargos contra él. Después, sometieron a Bennett a una investigación exhaustiva. Creyeron encontrar cierto parecido entre Bennett y el retrato robot realizado hacía ya tanto tiempo. Llamaron a la Brigada de Homicidios de la Oficina del Sheriff y lo señalaron como sospechoso de asesinato.

Ward Hallinen se acercó a la comisaría de San Dimas. Desde detrás de un falso espejo, observó a Jim Boss Bennett. Guardaba cierto parecido con el sospechoso de la muerte de Jean Ellroy. Buscó a Bennett en el registro de vehículos y en el de antecedentes penales.

Ambas consultas obtuvieron rápida respuesta.

Bennett no tenía vehículos registrados a su nombre, pero sí un prontuario que ocupaba dos páginas.

Había nacido hacía cuarenta y cuatro años en Norman, Oklahoma. Desde 1942 había sido condenado varias veces por asalto. También lo habían denunciado por conducir en estado de ebriedad, el 16/3/57 y el 7/7/57. Esta última denuncia se había producido en el cercano Baldwin Park.

Bennett conducía un Mercedes del 47 y había estado a punto de llevarse por delante a seis peatones frente a la sala de baile Jubilee. Una patrulla lo había perseguido. Bennett había desviado el coche a un terraplén sin asfaltar, había detenido el vehículo y había salido de él trastabillando. Las dos agentes le echaron el guante antes de que cayese al suelo. El tipo se resistió al arresto y tuvo que ser reducido por la fuerza.

También había sido detenido por agresión, el 22/2/58. El hecho había tenido lugar en la sala de conciertos VFW, en el cercano Baldwin Park.

Bennett estaba bailando con una mujer llamada Lola Reinhardt y de pronto, sin motivo aparente, empezó a gritarle. Le dijo que quería marcharse de inmediato. La señorita Reinhardt se negó. Bennett la arrastró fuera y la obligó a subir al coche a empujones.

La abofeteó y le gritó. «O me matas, o te mato», exclamaba. Un hombre llamado Lester Kendall se acercó al coche. Bennett rodeó con un brazo el cuello de la señorita Reinhardt e intentó asfixiarla. Kendall agarró a Bennett. La mujer se desasió. Alguien llamó a la comisaría de Temple City. Llegó una patrulla y un agente detuvo a Jim Boss Bennett.

Hallinen hizo una comprobación en las empresas de servicios públicos. Encontró seis direcciones anteriores de Jim Boss Bennett.

Había vivido en Baldwin Park, en El Monte y en La Puente. Sus antecedentes laborales mostraban grandes lagunas entre un empleo y el siguiente. Había trabajado en Hallfield's Ceramics y en United Electrodynamics. Era peón, tractorista y electricista. Estaba casado con una mujer llamada Jessie Stewart Bennett. De vez en cuando vivían juntos.