Lanzó una mirada cargada de significado a Hjelm, que estaba sentado a su lado. Hjelm parpadeó un par de veces antes de aventurarse a hablar. Vio asomar una sonrisa a los labios de Hultin desde algún sitio muy en el fondo.
– Yo he llegado aquí por una estupidez, no por heroísmo, y el tiempo dirá si se trata de un castigo o de una recompensa. Me llamo Paul Hjelm y vengo de la policía de Huddinge. Seguro que durante los últimos días habéis visto desfilar mi encantadora fotografía juvenil por los medios de comunicación.
«No ha estado tan mal considerando las circunstancias», pensó Hjelm, que por culpa de los sudores que le entraron tras el gran esfuerzo se perdió parte de la siguiente presentación. En cualquier caso, el hombre sentado a su izquierda tenía un aspecto bastante finlandés y daba la impresión de ser algunos años mayor que Hjelm. Era larguirucho, muy rubio y de piel casi blanca. A Hjelm le hizo recordar a Martti Vainio, el dopado corredor finlandés de larga distancia que se convirtió en político conservador. Su acento era mínimo pero, en comparación con el de Chávez, muy evidente.
– Arto Söderstedt, finés de pura cepa -dijo lacónicamente-. O más bien finlandés suecoparlante con nombre finés; las consecuencias de tener una madre diplomática. Me han traído esta madrugada desde Västerås en el jet privado del jefe de la DGP.
Ya sólo quedaba un hombre, un verdadero gigante vestido con ropa bastante descuidada, musculoso, pero también con esos michelines que dejan los anabolizantes cuando no se combinan con el ejercicio regular. Hjelm intentó no sacar ninguna conclusión definitiva basándose en esas vagas observaciones.
– Soy Gunnar Nyberg, de la policía de Nacka -dijo Gunnar Nyberg de la policía de Nacka.
La continuación que todo el mundo estaba esperando no llegó. En su lugar, Hultin retomó la palabra.
– Tenemos cinco espacios a nuestra disposición: mi despacho, esta… ¿cómo lo llamamos, sala de conferencias?… donde celebraremos nuestras reuniones, y otras tres estancias más. Tres significa dos personas en cada sala, de modo que organizaremos el trabajo un poco por parejas. En fin, como siempre. Propongo las siguientes parejas: Norlander y Söderstedt, despacho 302; Holm y Nyberg, 303; Hjelm y Chávez, 304. En cada uno de los despachos hay dos mesas de trabajo, dos teléfonos, un interfono, dos teléfonos móviles y un equipo informático completo. Yo estoy en el despacho 301, y esta sala tiene el número 300. En cada una de vuestras mesas encontraréis un dossier con un informe completo del caso. Bueno, una vez zanjadas estas pequeñas cuestiones administrativas quiero pedirle a Norlander que nos haga una presentación general de los detalles realmente importantes, es decir, de los policiales. Después repartiré las tareas. Adelante, Viggo.
Norlander se levantó y se sentó en el borde de la mesa, al lado de Hultin. Cogió el rotulador de la pizarra blanca que tenía a su espalda y lo estuvo manoseando mientras hablaba:
– De momento no hay nada que hacer respecto al tema forense. El asesino no ha dejado huella alguna, ni un solo pelo. Precisamente esta falta de huellas es lo que nos ha llevado a sospechar que existe alguna especie de implicación profesional. Así que, por ahora, olvidaos de pruebas forenses. El arma es una nueve milímetros normal, pero con un impacto muy potente. Las balas han atravesado limpiamente las cabezas y luego las han extraído de la pared con alguna especie de pinza. En los dos casos, el asesino estaba sentado en el sofá del salón cuando la víctima llegó a casa, y desde esa posición disparó dos balas. A pesar de que ambas víctimas tenían esposa, y en el caso de Daggfelt incluso un hijo que vive en el mismo domicilio, parece ser que el asesino sabía que la víctima volvería sola y tarde. Os dibujaré los dos salones para daros una idea de la simetría en el modus operandi.
Norlander dibujó dos cuadrados azules en la pizarra blanca, que a su vez rellenó con unos cuantos cuadrados y rectángulos más pequeños. Al final, trazó una línea corta que se extendía en diagonal partiendo del mismo punto en los dos cuadrados.
– La puerta del salón -aclaró-. Como podéis apreciar, los dos salones son prácticamente cuadrados. Además, tanto el mobiliario como el diseño son casi idénticos. El asesino estaba sentado aquí, en este sofá situado en la pared y lejos de la puerta. Aguardó hasta que la víctima se desplazó un poco hacia un lado, para que las balas se incrustaran en la pared y no salieran volando por la puerta hacia un destino incierto en el exterior, y acto seguido disparó dos tiros que atravesaron la cabeza de la víctima.
Norlander trazó una diagonal sobre cada cuadrado indicando el trayecto de las balas desde el sofá hasta la pared que había justo al lado de la puerta.
– La simetría puede tener dos funciones. O una función ritual, es decir, que se trate de una especie de método de ejecución aprendido para que alguien lo reconozca y se sienta amenazado. O que se trate de un faroclass="underline" dirigido a nosotros para que esperemos el mismo procedimiento otra vez y para que, en caso de que se rompa la simetría, podamos pensar que no se trata del mismo asesino en serie. De todos modos, creo que alguien debería comprobar el modus operandi con la Interpol, la unidad de coordinación de la UE y con el resto de la red internacional de contactos que tenemos, para ver si se trata de un método de ejecución habitual dentro de alguna organización terrorista o mafiosa. Pero nuestro trabajo más importante ahora mismo, por supuesto, es intentar prever la próxima víctima. No va a ser fácil; como seguramente comprenderéis, hay toda una serie de vínculos entre Kuno Daggfeldt, de Danderyd, y Bernhard Strand-Julén, de Östermalm. Podemos dividirlos en cinco, uno por pareja: enemigos comunes, amigos comunes, actividades de ocio comunes, intereses comerciales comunes y cargos en juntas directivas comunes. Estas categorías naturalmente se van a solapar unas con otras, y la única intención es que nos sirvan de líneas directrices aproximadas.
Norlander volvió a su sitio y se sentó. Hultin le hizo un gesto con la cabeza y tomó la palabra:
– De acuerdo, suponiendo que esa simetría se aplique también a la fecha, entonces esta noche no debería pasar nada, pues el primer asesinato tuvo lugar la noche del 29 al 30 de marzo; el segundo entre el 31 de marzo y el 1 de abril, el mismo Día de los Inocentes. Hoy es 1 de abril (creo que el señor director Mörner ha dejado esto perfectamente claro hace un momento); si esta simetría, que obviamente se basa en unas premisas demasiado vagas, se mantiene, entonces el tercer asesinato se producirá mañana por la noche. Identificar a una presunta víctima y ponerla bajo vigilancia en tan poco tiempo resulta, por supuesto, imposible. Pero estaría bien si por lo menos consiguiéramos centrarnos en un círculo aproximado, de modo que, confiando en la grata ayuda de la policía de Estocolmo, pudiésemos poner bajo vigilancia a, tal vez, los cinco o seis candidatos más probables. Tened en cuenta también que deben volver solos y llegar tarde a casa. Propongo la siguiente distribución de tareas: Viggo se encarga de Interpol y del tema del modus operandi; Nyberg intenta encontrar a los enemigos comunes, por qué no en el remoto pasado, en la Escuela de Economía de Estocolmo, por ejemplo, o durante el camino hacia el éxito; Holm procura identificar el círculo de amistades personales y averiguar si hay amantes secretas o algo así; Hjelm se dedica a las actividades de ocio, club náutico, golf, órdenes, y tal vez algo más si es que lo hay; Söderstedt se centra en los negocios (solicita a la policía financiera toda la ayuda que te puedan prestar, pues este tema es quizá el más complicado de todos); y Chávez estudia los cargos que han tenido las dos víctimas en las juntas directivas de distintas empresas. Personalmente, voy a estar trabajando en los aspectos generales, estructuras, coordinación y cosas así. Quiero que esta maldita pizarra blanca se llene hasta arriba de diagramas de flujos. Son casi las cuatro. Propongo que sigamos un par de horas más hasta que podamos establecer una buena organización del trabajo para mañana.