Выбрать главу

– Las grandes empresas cuentan con un departamento de informática propio -añadió Vito-. Las pequeñas empresas de diez empleados también necesitan trabajar en red, pero para instalarla solicitan los servicios de un consultor externo.

– Y Simon es consultor. -Liz asintió-. No sé por qué me temo que no limitó las malas acciones a su arte. ¿Les robó a esas empresas?

Brent sonrió.

– A las empresas no; a sus clientes. Todas las redes disponen de un administrador, que es quien concede los permisos de acceso pertinentes. Imaginamos que Simon debió de dejarse una puerta abierta a la red de algunas de esas empresas, si no a todas, con permisos de administrador. Así podía acceder siempre al sistema y comprobar cualquier cosa de cualquier persona.

– Como los movimientos bancarios de los modelos -dijo Nick-. Así es como supo que Warren, Brittany, Bill Melville y Greg Sanders estaban desesperados por obtener ingresos. El muy…

Vito tamborileó sobre la hoja impresa.

– Veinte empresas contrataron los servicios de Frasier Lewis. Entre ellas hay seis financieras, tres agentes inmobiliarios y dos aseguradoras médicas.

– Ahí nos hemos quedado encallados -dijo Maggy-. Hemos estado buscando cualquier cosa que vincule a esas empresas con los Vartanian o con alguna de las víctimas, pero de momento no hemos encontrado nada.

– Dios. -Liz le arrebató la hoja a Vito-. Simon ha pensado en todo. -Entonces se echó a reír con alegría y cierta petulancia- Nosotros también somos bastante buenos. -Le entregó la hoja a Nick-. Mira cuál es la sexta empresa que aparece, Nick.

Nick sonrió con sagacidad.

– Hijo de… -Le dio a Vito una palmada en la espalda y depositó la hoja sobre su escritorio-. Mira, Chick, es la empresa que administraba las finanzas de la tía de Winchester. -Señaló la caja de pruebas que tenía detrás-. Ahí están los balances de los últimos cinco años.

– Rock Solid Investments es una empresa financiera especializada en captar clientes jubilados -añadió Liz-. Muchas personas de edad ponen su dinero en sus manos.

– Puede que la anciana enterrada junto a Claire también lo hiciera. -Vito exhaló un suspiro. Estaban muy cerca, solo rezaba porque no llegaran demasiado tarde-. Muy bien, ¿qué tenemos que hacer ahora?

– Diría que necesitamos una orden judicial para registrar los archivos de los clientes de Rock Solid -apuntó Maggy-. Espero que el juez de guardia sea insomne. ¿Quién quiere ir?

Vito se puso en pie, pero Liz y Nick lo asieron por los hombros y lo obligaron a sentarse.

– Mierda, Liz -dijo Vito entre dientes-. Esto no tiene gracia.

Liz se puso seria de inmediato.

– Maggy, acompaña a Nick. Brent, ve tú también por si necesitan a alguien que se entienda con su informático. Vito, tú te quedas conmigo. Si de verdad quieres ayudar a Sophie, descansa un poco. Necesitarás estar fresco cuando encuentres a Simon Vartanian.

Domingo, 21 de enero, 3:10 horas

El teléfono del escritorio de Vito sonó y este se abalanzó sobre él.

– Ciccotelli.

– Soy Tess. Sé que si tuvieras noticias nos habrías llamado, pero quería decirte que estamos todos reunidos en tu casa, la familia entera. Estamos preocupados por ti. Solo quería que lo supieras.

Se imaginó la escena: toda la familia reunida en señal de apoyo. De pronto anheló acudir junto a ellos y hallar consuelo.

– No deberíais preocuparos por mí sino por Sophie.

– Ya lo hacemos. No sufras, tenemos muchos motivos por los que estar preocupados -añadió Tess con ironía-. No te rindas. Estoy segura de que Sophie sabe que estás haciendo todo lo posible por encontrarla.

Si alguien lo comprendía, esa persona era Tess.

– Gracias. Dáselas a todos de mi parte. Os llamaré en cuanto pueda.

Colgó el teléfono, se recostó en la silla y se cruzó de brazos con fuerza. Hacía diez horas que Simon se había llevado a Sophie y tres que Maggy, Nick y Brent se habían marchado a por la lista de clientes de Rock Solid Investments.

– ¿Dónde se han metido?

Jen levantó la cabeza del portátil y lo miró con compasión.

– Intenta relajarte, Vito, aunque sé que es difícil.

Maggy López había conseguido la orden judicial con bastante facilidad, pero encontrar a alguien de Rock Solid Investments que tuviera acceso a la lista completa de clientes estaba resultando más difícil de lo que esperaban. El empleado que jugaba a hacer de administrador de la red en su tiempo libre estaba de vacaciones y no había forma de dar con él, y al parecer nadie más conocía todas las contraseñas. De hecho, resultaba irónico que hubieran llegado a sugerirles que hablaran con su consultor informático.

Vito trató de relajarse, pero no le resultaba posible. Posó la vista en el CD con la grabación de la cámara oculta que le había ofrecido Brent. Recordó que el día en que encontró a Sophie viendo la película de su padre ella le había confesado que necesitaba verlo. Ahora Vito necesitaba verla a ella. Introdujo el CD en su ordenador y se contempló a sí mismo junto a la cama de Anna mientras Sophie aguardaba en la puerta con la jarra de plástico en la mano.

Quitó el sonido y avanzó rápido hasta que volvió a ver a Sophie, con la jarra en la mano y las lágrimas rodándole por las mejillas. Observó que su expresión se suavizaba y su mirada se demudaba. Y vio lo que no había visto el viernes por la noche porque había estado pendiente de Anna: Sophie lo miraba con amor. Ninguno de los dos había pronunciado las palabras; ella tenía miedo de estropear las cosas. Sin embargo, acababa de verlo con sus propios ojos. Vito cerró el archivo y también cerró los ojos. E hizo lo que llevaba dos años sin hacer: rezar.

Domingo, 21 de enero, 4:15 horas

Nick entró corriendo con un montón de hojas en la mano.

– Tenemos la lista.

De inmediato, Vito se puso en pie y tomó el listado, pero eran páginas enteras de nombres que no le decían nada. Miró a Liz, que al oír la voz de Nick había salido de su despacho a toda pastilla.

– ¿Qué se supone que tenemos que hacer con esto? -preguntó Vito, frustrado.

Brent se encontraba justo detrás de Nick, con el portátil bajo el brazo.

– Tenemos que hacer una selección y filtrarlo. Según Katherine, la anciana muerta parecía tener entre sesenta y setenta años, así que he efectuado una búsqueda de las clientas de entre cincuenta y cinco y ochenta, para asegurarnos. Salen unos trescientos nombres. He mirado cuántas tienen exactamente entre sesenta y setenta, pero siguen saliendo más de doscientas.

Vito se hundió en la silla.

– Doscientas. -Esperaba obtener un solo nombre. Sin embargo, los demás no se desanimaron. Estaban llenos de energía, y Vito se imbuyó de ella.

Jen caminaba de un lado a otro de la oficina.

– Bueno, pensemos. ¿Qué le ha robado a toda esa gente? ¿Dinero?

– Propiedades -respondió Liz-. Se quedó con el terreno de la tía de Winchester. Puede que a otra persona le robara otro cerca de una cantera, lo bastante aislado para poder hacer lo que le diera la gana sin levantar sospechas.

– Y sin que nadie lo oyera -añadió Nick.

Vito cerró los ojos. La desesperación volvía a amenazarlo.

– Hemos dado por hecho que se ha llevado a Sophie al mismo sitio adonde llevó a todos los demás.

– No compliques las cosas -le ordenó Nick-. A menos que tengamos un motivo para creer lo contrario, debemos dar por hecho que Simon seguirá con su rutina.

Vito se puso en pie y asintió con firmeza.

– Muy bien. Dividiremos el listado y averiguaremos cuáles de esas personas tienen propiedades dentro de la zona indicada en el mapa de la Secretaría de Agricultura. Luego buscaremos las casas de más de una planta.

– Por lo del ruido del ascensor -dedujo Nick-. No os olvidéis de la amalgama de los empastes. Tenemos que buscar a alguien que vivió en Europa antes de los años sesenta.