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Poirot realiza un viaje de placer por la deslumbrante tierra de los faraones. Pero, como de costumbre, el crimen le sale al paso. En el barco a bordo del cual recorre el Nilo, alguien asesina a Linnet Ridgeway, la mujer más rica de Inglaterra, hermosa muchacha que se encontraba en plena luna de miel. Resulta que en la embarcación han coincidido unas cuantas personas que tienen motivos para matar a Linnet. Aunque la más sospechosa es Jacqueline de Bellefort, antigua novia del marido de Linnet y que, a impulso del despecho, se dedicaba a acosar a la pareja, persiguiéndola por todas partes. Antes de que Poirot empiece a poner en orden sus ideas, nuevas víctimas van cayendo. El laberinto de la acción se hace tan apasionante que hasta Poirot parece incapaz de centrarse y desenmascarar al asesino.

Agatha Christie

Poirot en Egipto

ePUB v1.1

Ormi 08.10.11

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Death On The Nile

Traducción: H. C. Granch

Agatha Christie, 1937

Edición 1958 - Editorial Molino - 250 páginas

ISBN: 842720146X

Guía del Lector

En un orden alfabético convencional relacionamos a continuación los principales personajes que intervienen en esta obra:

ALLERTON (Mistress): Distinguida dama, tía de Juana Southwood y madre de

ALLERTON (Tim): Muchacho sin voluntad, atacado de tuberculosis.

BELLEFORT (Jacqueline): Esbelta y elegante amiga y compañera de colegio de Linnet.

BESSNER (Carlos): Médico eminente, alemán.

BLONDIN (Gastón): Propietario del restaurante de moda Chez ma Tante.

BOURGET (Luisa): Doncella de Linnet.

BOWERS: Señorita de compañía de la otoñal Van Schuyler.

BURNABY: Propietario de «Las tres coronas».

CARMICHAEL (Guillermo): Abogado y apoderado en Londres de Linnet Ridgeway.

DOYLE (Simon): Novio de Jacqueline Bellefort y más tarde esposo de Linnet.

FANTHORP (Jaime): Abogado y sobrino de Carmichael.

FERGUSON: Joven sociólogo de ideas comunistas.

FLEETWOOD: Maquinista del vapor Karnak

MARÍA: Camarera de Linnet Ridgeway.

OTTERBOURNE (Rosalía): Agraciada muchacha, hija de.

OTTERBOURNE (Salomé): Reputada novelista.

PENNINGTON (Andrés): Abogado en los Estados Unidos de los asuntos e intereses de Linnet.

POIROT (Hércules): Afamado detective belga protagonista de esta novela.

RICHETTI (Guido): Arqueólogo italiano.

RACE: Antiguo e íntimo amigo de Poirot.

RIDGEWAY (Linnet): Joven hermosa y acaudalada, la mujer más rica de Inglaterra.

ROBSON (Cornelia): Pariente pobre que acompaña a su tía millonaria durante su viaje a Egipto.

ROCKFORD (Sterndale): Socio de Pennington.

SOUTHWOOD (Juana): Inteligente joven, muy amiga de Linnet.

SCHUYLER (María Van): Anciana aristócrata, tía de Cornelia.

WINDLESHAW (Lord Carlos): Pretendiente de Linnet, antes del matrimonio de ésta.

Capítulo I

—¡Linnet Ridgeway!

—¡Es ella misma! —dijo el señor Burnaby, propietario de «Las Tres Coronas», dirigiéndose a su compañero.

Ambos se quedaron mirando fijamente, con los ojos formando un círculo y la boca ligeramente entreabierta.

Un «Rolls Royce», rojo y sinuoso, acababa de detenerse frente a la oficina de Correos local.

Una muchacha se apeó del automóvil, una muchacha tocada con sombrero y luciendo un vestido que parecía —sólo parecía— sencillísimo. Una muchacha de cabello dorado y rasgos autoritarios. Una muchacha de formas encantadoras. Una muchacha como se veían pocas en Malton-Under-Wode.

Con paso imperioso penetró en la oficina de Correos.

—¡Es ella! —repitió de nuevo el señor Burnaby. Y continuó en voz baja, en tono confidencial—: ¡Posee millones...! Se gastará aquí miles y miles de dólares. Hará construir piscinas, jardines italianos y una sala de baile. Hará derribar la mitad de la casa y la volverá a edificar.

—Traerá dinero a la ciudad —dijo su compañero.

Éste era un individuo flaco. Hablaba con tono gruñón en que se advertía algo de envidia.

El señor Burnaby parecía estar complacidísimo.

—Sí, es una suerte para Malton-Under-Wode. Una gran suerte.

El señor Burnaby asintió, moviendo la cabeza.

—¡Qué diferencia con sir Jorge! —exclamó el otro.

—Los caballos tuvieron la culpa —aseguró su compañero, con indulgencia—. Nunca tuvo suerte.

—¿Cuánto se gastó él en esto?

—Apenas unos sesenta mil dólares, según dicen.

El hombre delgado dejó escapar un silbido.

—Y se asegura que ella se habrá gastado sesenta mil antes de acabar.

—¡Maldita sea! —dijo el hombre delgado—. ¿De dónde ha sacado tanto dinero?

—De América, por lo que yo he oído. Su madre era hija única de uno de esos groseros millonarios. Como en las películas, ¿sabe?

La muchacha salió de la oficina de Correos y subió al coche.

El hombre delgado la devoró con la mirada mientras ella emprendía la marcha, y murmuró entre dientes:

—No me parece justo que sea tan guapa. Dinero y belleza... es demasiado. Cuando una joven es tan rica como ésa, no tiene derecho a ser bella al mismo tiempo... Y ella es bella al mismo tiempo... ¡Y ella es bella de verdad...! Tiene todo lo que puede apetecer una mujer... ¡No es justo!

Extracto de la página de sociedad del Daily Blague:

«Entre los asistentes a la cena en «Chez Ma Tante» tuve ocasión de admirar la belleza de Linnet Ridgeway. A su lado estaban la distinguida señorita Juana Southwood, lord Windleshaw y el señor Tobías Bryce. La señorita Ridgeway, como nadie ignora, es hija de Melhuish Ridgeway y de Ana Hartz. Hereda de su abuelo, Leopoldo Hartz, una inmensa fortuna. La encantadora Linnet es la sensación del momento; se rumorea que en breve se hará público un noviazgo. ¡Lord Windleshaw parecía, en efecto, muy entusiasmado!»

La distinguida señorita Juana Southwood dijo:

—Querida, creo que todo esto va a ser sencillamente maravilloso.

Estaba sentada en el dormitorio de Linnet Ridgeway, en Wode Hall. Desde la ventana contemplaba los jardines a sus pies y, más allá, veíase el campo abierto enmarcado por las sombras azules de los bosques.

—Es estupendo esto, ¿verdad? —dijo Linnet.

Apoyó los brazos sobre el antepecho de la ventana. Tenía una expresión ardiente, vivaracha, dinámica. A su lado, Juana Southwood parecía, en cierto modo, algo oscurecida. Era una dama joven, de veintisiete años, con un rostro largo e inteligente y cejas depiladas caprichosamente.

—¿Y has hecho todo esto en tan poco tiempo? Habrás empleado un gran número de arquitectos y además...

—Tres.

—¿Cómo son los arquitectos? No creo haber visto ninguno.

—Estaban bien. A veces los encontraba poco prácticos.

—Querida. ¡Eres encantadora! ¡Tú sí que eres práctica!

Juana cogió una sarta de perlas del tocador.

—Supongo que serán auténticas, ¿verdad, Linnet?

—Naturalmente.

—Esto te parecerá natural a ti, querida, pero no a todo el mundo. Por mucha cultura que posean o aunque se llamasen Woolworth. Amiga mía, parece increíble que estén unidas tan artísticamente. Deben valer una fortuna fabulosa.