– Oí que lo plantaron en plena avenida Ginza.
– Le gustaba el campo. Siempre vivió en el campo. Por eso lo ubicaron en un lugar como ése.
– Parece que le hicieron una lobotomía.
– Y los estudiantes que trataron de recurrir a la fuerza en la Asamblea, protestando por el arresto… los arrestaron a todos y también los convertirán en hombregajos.
– ¿No eran casi treinta? ¿Dónde los plantarán a todos?
– Dicen que los plantarán frente a su propia universidad, a ambos lados de una calle llamada Camino de los Estudiantes.
– Ahora tendrán que cambiarle el nombre. Ponerle Avenida de la Violencia, o algo así.
Los tres dejaron escapar risitas.
– Eh, no hablemos más de eso. Puede oímos alguien.
Se callaron los tres.
Cuando abandoné la cafetería y enfilé hacia casa, me di cuenta de que ya empezaba a sentirme yo mismo como un hombregajo. Canturreando para mis adentros las palabras de una canción popular, seguí mi camino.
Soy un hombregajo al costado del camino. Tú también eres una mujergajo. Qué diablos importa, nosotros dos, en, este mundo. Hierbas secas que nunca florecen.
Yasutaka Tsutsui