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— Parad el generador; la operación ha terminado. El akumulatoro está rebosante de la santificada fuerza de la electricidad.

Acercó una unidad de demostración que había preparado, consistente en unos bulbos de luz conectados en un mismo cable en serie. Tenía que haber carga suficiente en el vaso de Leyden, como para vencer la débil resistencia de los filamentos de carbón, y encenderlos. Así lo esperaba.

— ¡Blasfemia! — gritó el viejo sciuloj, avanzando unos pasos —. Los escritos sagrados dicen que la fuerza santificada no puede aparecer más que cuando el circuito es complejo, y que cuando no o es, la fuerza no aparece. Y ahora este extranjero se atreve a decirnos que ahora la santidad reside en ese vaso, al que no hay conectado más que un cable. ¡Mentiras y blasfemias!

— Yo no haría eso si estuviera en su lugar… — le sugirió Jason al más viejo, que se aproximaba a la bola de hierro situada en la parte superior del vaso de Leyden.

— Aquí no hay ninguna fuerza, no puede haber aquí… — no terminó de decir sus palabras, en el mismo momento que acercaba un dedo a un centímetro de la bola. Saltó una tremenda chispa azul de entre la punta del dedo y el metal cargado, y el sciuloj, lanzó un chillido terrible antes de desplomarse sobre el suelo. Uno de sus compañeros se inclinó para examinarle y luego tomó la mirada llena de espanto hacia el vaso.

— Está muerto — susurré.

— No podéis decir que no se lo advertí — expuso Jason, decidiendo sacar el mayor partido posible de aquella situación ya que tenía la suerte de su parte —. ¡Era él quien estaba blasfemando! — gritó Jason, mientras el viejo se separaba de su compañero muerto —. La fuerza santificada estaba concentrada en el vaso, él no quiso creerlo, y la fuerza le castigó matándole. No volváis a dudar, o todos correréis la misma suerte. Nuestro trabajo como sciuloj — añadió, confiriéndose a si mismo cierta promoción de la esclavitud — es sacar el mayor rendimiento posible de los poderes de la electricidad, para hacer más grande la gloria de Hertug. Que esto nos sirva de recuerdo para que nunca se pueda olvidar. — Miraron el cuerpo yaciente, echándose hacia atrás inconscientemente, y comprendieron perfectamente la exposición a que les acababa de hacer Jason.

— La fuerza santificada puede matar — dijo Hertug, sonriendo ante el cadáver y frotándose las manos —. Estas son en realidad, nuevas maravillosas. Sabía desde siempre que podía producir sacudidas, y causar quemaduras pero no pensé que llegara a tener este gran poder. Nuestros enemigos temblarán antes nosotros.

— Desde luego — respondió Jason retirando los cables que tan cuidadosamente había preparado —. Y ahora — continuó Jason arrastrando las sílabas y bajando el tono de voz — dime qué te parecen estas otras maravillas: un motor eléctrico para levantar y empujar grandes pesos, una luz que pueda penetrar en la oscuridad de la noche, un procedimiento para revestir objetos con una capa de metal, y muchas cosas más. Todas pueden ser tuyas, Hertug.

— ¡Empieza a construir ahora mismo!

— Inmediatamente… ¡tan pronto como nos hayamos puesto de acuerdo en algunos términos del contrato!

— Eso no me suena muy bien.

— Pues aún te sonará peor, cuando oigas los detalles de la proposición, pero estoy seguro de que merecen la pena. — Se inclinó un poco, y susurró al oído de Hertug —: ¿Qué me dices de una máquina que pudiera derribar los muros de las fortalezas de tus enemigos, de tal manera que pudieras aniquilarlos a tu voluntad y apoderarte de sus secretos?

— ¡Salid todos fuera! ¡Pronto! — ordenó Hertug. Cuando se quedaron solos volvió la mirada enrojecida hacia Jason —. ¿Cuál es el trato que mencionabas?

— Libertad para mí, que me eleves al rango de tu consejero personal, esclavos, joyas, muchachas, buena comida… y todas esas cosas que son habituales en el trabajo. A cambio de eso construiré para ti todos esos objetos que he mencionado, y aun muchos más. ¡No hay nada que yo no sepa y pueda hacer! ¡Y todo, todo será tuyo…!

— Los destruiré a todos… ¡yo regiré los destinos de Appsala!

— Eso es poco más o menos lo que me imaginaba, y lo que me proponía. Y cuanto mejor vayan las cosas para ti, mejor lo irán también para mí. Por mi parte no pido más que una vida confortable, y la oportunidad de poder trabajar y concentrarme en mis inventos, ya que soy un hombre de escasas ambiciones. Yo me sentiré feliz encerrado en mi laboratorio… mientras tú dominas y riges el mundo.

— Pides mucho…

— Pero también yo te daré mucho. Hagamos una cosa, piénsatelo durante un día o dos, mientras te decides, y entretanto yo haré algún invento para ti, que te sirva al mismo tiempo de instrucción y beneficio.

Jason recordó la chispa que había derribado al viejo sciuloj y esto le hizo concebir nuevas esperanzas. Quizás aquello fuera el medio de salir de aquel planeta.

Capítulo XII

— ¿Cuándo estará esto terminado? — preguntó Hertug, pasando la mano por los objetos y herramientas extendidas sobre el banco de trabajo de Jason.

— Mañana por la mañana, aunque para ello tenga que trabajar toda la noche, oh, Hertug. Pero antes de que esté terminado quiero hacerte otro regalo, que consiste en un procedimiento de mejorar tu sistema telegráfico.

— ¡No necesita mejoras! Funciona tal como lo hacia en los días de nuestros antepasados, y…

— Yo no voy a cambiar nada; ya sé que vuestros antepasados, sabían de todo más, y que no es posible aventajarles en nada. Pero lo que sí querría es mostrarte una nueva técnica operacional. Mira esto… — y le mostró una de las tiras de metal, con un revestimiento de tiza a modo de escritura sobre ella —. ¿Sabes leer este mensaje?

— Pues claro que sí, sólo que requiere un gran poder de concentración, puesto que es un profundo misterio.

— No tan profundo, yo con un simple golpe de vista, adivino su horrible sencillez.

— ¡Eres un blasfemo!

— Pues yo no lo veo así. Mira aquí: Esto es una B, dos trazos hechos por el péndulo mágico, ¿no es así?

Hertug se entretuvo contando con los dedos.

— Pues sí que es cierto, es una B, tienes razón. ¿Pero cómo lo has sabido?

— Fue difícil descubrirlo, pero en realidad, para mí todo es como un libro abierto. La B es la segunda letra del alfabeto, y por tanto está codificada por dos golpes. La C es la tercera, lo cual aún es fácil; pero se termina con la Z, necesitando para ella veintiséis pulsaciones en la tecla emisora, lo que representa una pérdida de tiempo considerable. Y sin embargo, lo que se tendría que hacer es unas pequeñas modificaciones en el equipo, para que se puedan emitir dos señales diferentes… o lo que es lo mismo, y para ser un poco más originales, llamemos a las unas puntos y a las otras rayas. Y en este momento, haciendo uso de las dos señales, una corta y una larga, podemos transcribir cada letra del alfabeto, con un máximo de cuatro señales, ¿comprendido?

— Creo que me duele un poco la cabeza, y se me hace difícil seguirte…

— Pues piensa en ello esta noche. Por la mañana mi invento estará terminado, y entonces te demostraré lo que te he explicado.

Hertug salió de la habitación, musitando algo entre dientes, y Jason terminó las últimas conexiones sobre una armadura para su nuevo generador.

— ¿Cómo le llamas a esto? — dando una vuelta sobre sí mismo alrededor de una caja alta, y bien adornada de madera.

— Esto es la Bienaventuranza al Hacedor Hertug una nueva fuente de reverencia, respeto y financiación para Tu Excelencia. Hay que colocarla en el templo, o en lugar equivalente de tus dominios, donde el público tendrá que pagar por el privilegio de hacerte homenaje. Observa: Yo soy un individuo que entra en el templo. Hago un donativo a los sacerdotes, cojo esta maneta que sale de este lado, y la pongo en esta posición. — Se puso en movimiento lentamente al mismo tiempo que se oía un ruido de ejes que entraban en funcionamiento, en el interior de la caja —. Ahora mira ahí arriba.