Carácter animal
Has llegado a mi casa
ordenando las quejas
de la noche.
– Besos como pequeños corazones
se cayeron al suelo
sin cuidado-.
«¿Cuánto pesan los astros?»,
preguntaste,
«¿y las horas del día?
¿Saben quién somos los milenios?
¿Hay praderas de espacio
que se tienden tranquilas
detrás del mirador?»
Oh, ven, ven de nuevo,
escucha los murmullos
de amanecer, haz vino
con las sombras de la estancia.
Que la luz sea una estela de seda para
que tú la toques,
que nunca diga basta.
Desde que tú llegaste
la primavera ha derrochado
toda su gloria floreciendo
por dentro de mi boca,
– nunca mira hacia atrás,
y es libre,
tiene abiertas las manos-.
La estrella Nu de la Cabeza del Dragón
Componen infinitos
las grandiosas llanuras
de un espacio que crece
claro desde el invierno.
He nacido del Sol.
Semilla de piedad,
me gastaré beso a beso.
Soy
un confite de amor
perdido
en las moradas de piedra desdeñosa
y vacío
que labran la galaxia.
Inquilina de un sueño
adolescente, me abandono
como ciertos paseantes solitarios
que conocen la altura
con que los tiraniza el cielo.
Y la Luna, una lezna es-
– telar de fuego negro
manchando de universo mi tejado.
Las maravillas de los mundos
Estos son mis suspiros,
los que emprenden el vuelo
hacia aposentos
donde mueren los pájaros. Son
lágrimas de primavera, y
vuelan como gorriones moribundos que
descosen las nubes a su paso. El
cielo me ha concedido
la luz triste de la Luna, la noche
que cae cual lluvia sucia en
los cañaverales. Queda un
poco de vino, lo bebo entre
jazmines. Ya el cosmos
entona su canción azul
de los atardeceres, pero
el viento, que anda suelto,
arrebata mis lágrimas, las
prende de los árboles.
Beta de la Hidra
Muero mirando un sol,
muero mirando al suelo,
como los girasoles.
Oh, noche que has tallado
arroyos de luz
en la frialdad de las estrellas.
Los mirlos son residuos
del invierno,
que arde como un juguete
en tu silencio.
Oh, noche,
mientras me hundo en tus brazos,
desanuda el dolor
que como hilos de aliento
me ha cosido la boca.
– La vigilia transcurre dulcemente,
juega con la ternura cristalina
del aljófar celeste:
se detiene
en las riberas de oro
donde la luz se apaga-.
Mecánica celeste
Qué dulce el presagio de los años.
Buscando el eterno misterio de la vida,
mis pasos nublan la calma del otoño.
Soy una tierra abandonada
que destila
su corazón de sal cautiva
en la pútrea frescura de los días.
Broto entre las viñas,
mientras la Luna roja pace
por el jardín helado.
Vamos hacia el brezal celeste
de otro tiempo.
– Ya las tardes son tristes como heridas-.
Peregrinan las aves,
se van hacia la noche.
Hacia la noche, sin cesar,
la que nunca termina.
Se han desprendido
azores de río y cereales negros
del tejado de luz
que es la mañana. Un rastrojo de
cielo puro vibra a mi alrededor
y dice:
«oh, vagabundo,
cierra los ojos y escucha la
dulce sinfonía de las esferas».
Los recursos que derivan de la observación
Despierto igual que un ángel
que le canta al ocaso
con labios enmohecidos
por su silvestre soledad.
Regalo de esos ángeles
que pasean a caballo
por las constelaciones,
vago entre el invierno y
devoro mil dulzuras
que dejan de existir si sopla el viento,
que irrumpen lentamente en medio de la vida
y extravían, al tocarla,
la luz negra del mundo.
– Esquirlas de cielo tibio
hacen burla en la risa
de nuestra Luna quieta-.
– A través de los aires,
la barca cristalina de una estrella
desnuda las ramas de plata
del anochecer-.
Lo infinitamente pequeño
En un portal
hecho de luz de luna,
cobijé a mi amor.
¡Mi pobre choza!
La destrozó el frío
una mañana malva.
¿Quién pintará
de nieve
mi nido roto?
¿Quién barrerá
las hojas secas
que ni se quiso
llevar el viento?
¿Quién recogerá
mi pena
como gotas de vino
que se derraman?
En un claro de luna
volví a levantar
una casa nueva.
– Junto al río
miro el agua
que corre
en ascuas-.
Materia es energía,
energía es eterno goce [2]
En mis sueños
amar era lo mismo
que sembrar en el desierto,
con un sable desenvainado,
el durazno de mi corazón.
– Me iré al despuntar el alba
en mi barca dorada
que boga hacia el olvido-…
Ya no es primavera
y contemplo
la Luna errante del verano,
cuya canción de miel y de distancias
rocía el aire de lirios de plata
mientras se oxida
la guillotina verde
de la tarde en flor.
Hora crepuscular
que va de boca en boca
cavando su tristeza mineral
por todas las esquinas.
Hora callada:
despídete de todo afán
pues nada se extingue
mejor
que el gozo de la luz
de las estrellas.
Génesis del vacío
Recuerdo la frontera
que burlaban las aves,
el libro de mi vida
y su altiva silueta
que acarició la nieve
con espinas de cielo.
Apenas sin propósito,
amé a tientas un mundo
soñándolo detrás de las cortinas.
Fui la reina absoluta
de los días lluviosos
que enterré bajo cumbres
de un dolor que dormía.
Y hoy, ¿quién estará conmigo
perfumando con rosas
el peso de mi pena?
¿Dónde iré tan sola en la hermosa mañana?
¿A quién le importa
que a la "noche serena
le crezcan sucias hierbas de luz?
La abundancia de elementos
(Nebulosa de la Lira, estrella agonizante)
Polvo de oro y diamantes ha llovido
del corazón de alguna vieja estrella,
y he librado batalla contra la quimera
de un universo sólido, pequeño,
desprovisto de sorpresas y de amor.
Bajo este manto de nieve celeste,
lloro como una niña que no sabe crecer.
Murmura el agua entre los juncos:
«Es ley común que la belleza
se apague en nuestras manos
como si fuera tierra yerma
que pende de un trozo de cielo
por el hilo de angustia de la aurora,
pues
sólo la muerte comprende a la materia».