(¿Conque has terminado con ellos? ¿Piensas regresar?)
¿Me echas de menos?, preguntó Shedemei. :
(He terminado de programar la sonda y la he enviado hace unos minutos. Te lo habría dicho, pero estabas ocupada.)
Enhorabuena. Has logrado lo que tu otra copia te envió a hacer.
(Ahora me he convertido en algo superfluo, como los animales viejos que han pasado la etapa reproductiva. Soy irrelevante para el curso futuro de la historia.)
Lo dudo, dijo Shedemei. Creo que te encontraremos una ocupación. ¿Tu programación no incluye la curiosidad?
(Debo confesarte algo, Shedemei, que no he mencionado porque lo consideraba una especie de anomalía. Me defraudaron tus descubrimientos sobre el Guardián de la Tierra. Incluso intenté demostrar que eran erróneos, demostrar que las fluctuaciones en el campo magnético no pueden surtir los efectos que parece crear el Guardián. Que no puede haber un elemento volitivo en el flujo caótico del magma que hay bajo la corteza terrestre.)
Qué interesante e inútil modo de pasar el tiempo. ¿Qué importa si el Guardián usa el magnetismo o si ésa fue sólo mi aproximación para entender su actividad?
(Lo sé. Cuando comprendí la futilidad de mis investigaciones, comencé a estudiar mi propio ser para ver qué había en mi programación que me inducía a insistir en el vano esfuerzo de negar tu visión del Guardián.)
¿Qué encontraste?
(Nada. Mejor dicho, nada que pueda presentar como código demostrable para dar cuenta del efecto. Sólo puedo expresarlo en un lenguaje impreciso, metafórico, antropomórfico.)
Mi lenguaje favorito. Adelante.
(Yo debía esperar, durante todos estos años, que encontráramos que el Guardián de la Tierra era como yo, algo inorgánico, programado. En tal caso, yo podía esperar que la mejora de mis aptitudes mecánicas me otorgara el grado de influencia que el Guardián posee. En cambio, soy algo totalmente distinto. Una herramienta que imita al Guardián, pero incapaz de convertirse en aquello que imita.)
Hasta ahora, al menos, dijo Shedemei en silencio.
(No, esta diferencia es permanente. No soy sensitivo. Sólo que imito tan bien esa cualidad que por un instante fui víctima de mi propio engaño.)
No creas. Mientras yo use el manto de capitana, formas parte de mí, dondequiera que estés, y yo de ti. Aunque me sienta tentada de tomar un esposo aquí y de parir otro bebé con este viejo cuerpo, nuestra unión durará mucho tiempo. Mi vida tiene tanto sentido que puedo compartirla en parte contigo, aunque ahora seas una presencia superflua.
(Un gesto muy generoso, de acuerdo con mis algoritmos de evaluación moral. Gracias.)
Mon, riendo, hablaba con la multitud. Alguien le había hecho una pregunta.
—Claro que las tres especies son diferentes —dijo Mon—. Eso no es un error. El Guardián miró a los humanos y dijo: «¡Qué limitados! No ven en la oscuridad. Sólo viven en la superficie de la tierra. No pueden volar. Necesitamos algo más para que el mundo sea perfecto.» Y así nos expulsaron de la habitación como a niños malos, mientras el Guardián introducía dos nuevas especies que pudieran ser hermanas de los humanos. Y el Guardián estaba en lo cierto. Los humanos éramos incompletos. Yo pasé mi infancia ansiando ser un ángel. Y aunque podría pasarme toda la vida intentándolo, jamás alcanzaría la sabiduría y bondad de esta anciana. Sí, amigo mío, las diferencias entre los tres pueblos de la Tierra son reales e importantes, pero por eso mismo debemos vivir juntos, no separados.
La muchedumbre respondió con una entusiasta ovación. Shedemei se volvió hacia Edhadeya y ambas rieron.
—Escúchalo —dijo Edhadeya—. Ahora dice cosas en las que cree de veras. Tal vez Mon termine por ser el mejor maestro de todos.
Shedemei notó un tirón en la ropa. Una de las niñas pequeñas del cielo la miraba, y ella se agachó a escucharla.
—Shedemei, sé que hoy estás de mal humor, pero tengo que decirte algo; mNo acaba de vomitar y no encuentro a nadie más que a ti.
Suspirando, Shedemei se alejó del gran espectáculo público y regresó a los deberes cotidianos de la escuela. Aquellas náuseas que duraban un día se habían propagado por toda la escuela y Shedemei sabía que acabaría contagiándose, por mucho que la perspectiva le desagradara. Entretanto, debía limpiar los vómitos y lavar y acostar a una niña descompuesta hasta que sus padres vinieran a buscarla. Un trabajo sucio y cansado para el que Shedemei era muy buena.
NOTAS GEOGRÁFICAS
La región de Mesoamérica y el Caribe fue transformada por la actividad geológica que se desarrollaba bajo la corteza terrestre: la formación de una corriente de flujo rápido que empujó la placa de Cocos hacia el norte a increíble velocidad. Detrás de ella, más de cien volcanes formaron un archipiélago inhabitable que se extendía cientos de kilómetros al este y al oeste de las Galápagos; muchos de ellos siguen activos. En el linde, la placa de Cocos embistió la placa del Caribe a mayor velocidad de la que ésta podía absorber, lo que dio como resultado espectaculares plegamientos; diez millones de años después de la partida de la raza humana, había varias cordilleras de más de diez kilómetros de altura, algunos de cuyos picos superaban los once kilómetros. Entre la erosión y la drástica reducción de la velocidad de la placa de Cocos, los picos más elevados alcanzan hoy apenas los nueve mil quinientos metros de altura sobre el nivel del mar.
Además de formar este alto macizo montañoso, la corteza terrestre se elevó por detrás de las montañas, uniendo Cuba, Jamaica y Haití con la desgarrada y desfigurada masa terrestre de América Central. Los millones de años de inundación debida a la afluencia de las aguas de los ríos de las grandes montañas formaron una vasta llanura de suelo fértil, desde el Yucatán hasta Jamaica.
Aún más el norte de la placa de Cocos, el plegamiento general y la corriente de magma en sí aceleraron un proceso que había comenzado mucho antes: el resquebrajamiento de América del Norte a lo largo del río Mississippi. La placa oriental (la de los Apalaches) comenzó a virar en sentido contrario a las agujas del reloj y a desplazarse hacia el norte; la placa septentrional (la de Texas) continuó su desplazamiento hacia el noroeste. El norte de Sudamérica (la placa del Orinoco) también se desplazó gradualmente hacia el norte, y una grieta se abrió en Ecuador.
La Tierra se volvió inhabitable y los humanos tuvieron que abandonar su planeta natal no a causa de los enfrentamientos nucleares localizados que hubo en esa época, sino por el súbito desplazamiento de la placa de Cocos y los terremotos y la actividad volcánica que fueron su consecuencia. No obstante, todos los emigrantes humanos llevaron consigo la historia de que los actos humanos habían conducido a la destrucción del mundo.
MONTAÑAS
El Gornaya es el macizo central originado por la elevación de la placa de Cocos; sus picos siempre nevados son demasiado elevados para las criaturas que respiran oxígeno. Como la mayoría de los picos están permanentemente ocultos por las nubes, no se usan como referencia y no suelen tener nombre. En cambio, los ríos y lagos sirven como puntos de referencia y sus profundos valles constituyen tanto caminos como hábitats. Antes del retorno de los humanos, el límite del Gornaya quedó determinado por la zona menos elevada donde podía sobrevivir la simbiosis ángeles/cavadores.
MARES
Como el plegamiento del suelo en las cordilleras del Gornaya dejó la mayoría de las estribaciones orientadas del sureste al noroeste, los ríos también iban en esa dirección. Esto, más que el sol naciente, la estrella del norte o el norte magnético, determinaba los puntos cardinales de los cavadores y los ángeles (no tenían brújula y aun en días despejados les costaba distinguir la estrella del norte, y sólo podían ver el amanecer o el sol poniente en los límites del Gornaya). Así, el «norte» del nombre de muchos lugares significaba el noroeste del Gornaya, «oeste» significa el suroeste, «sur» significa el sureste y «este» significa el noreste.