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– La oposición parece bastante débil e inoperante -continuó-. No se ha producido ninguna amenaza. Es verdad que ha habido algunas protestas y que en el ayuntamiento se han recibido algunas cartas y eso, pero nada que parezca especialmente grave. Parece poco probable que encontremos el móvil ahí, ¿estás de acuerdo? -dijo mirando a Karin, que asintió con la cabeza.

– ¿Habéis examinado las cartas de protesta que han llegado al ayuntamiento?

– Aún no.

– Hacedlo lo antes posible -conminó Knutas-. ¿Hay algún yacimiento de interés arqueológico en Högklint?

– Al parecer, no. La zona ha sido parcialmente excavada con anterioridad, parece que no hay nada importante, aunque vamos a hablar con más gente.

Wittberg bebió un buen trago de refresco.

– Yo he tenido una conversación muy interesante con Susanna Mellgren -intervino Karin-. Me llamó esta mañana y me contó que lo de la infidelidad de su marido es cierto.

– ¿No me digas? -dijo Knutas sorprendido-. Pero si lo había negado hasta ayer mismo.

– Sí, ya, pero ahora asegura que la infidelidad de su marido se ha prolongado durante varios años, si bien con diferentes mujeres. No obstante, no está segura de que estuviera liado con Martina Flochten, porque cuando está con alguna mujer nueva ella suele notárselo inmediatamente. Asegura que no le importa que se vaya con otras. La verdad es que me dio la impresión de que sigue casada con él porque, de momento, es lo más práctico y ventajoso desde el punto de vista económico. De hecho, está estudiando para sacarse el título de fisioterapeuta y abrir su propia consulta. Si no me equivoco, seguro que piensa separarse en cuanto pueda valerse por sí misma.

Knutas arrugó la frente.

– Tendremos que volver a hablar de ese tema con Mellgren. Y eso que aseguraba que su matrimonio iba bien -masculló e hizo una anotación en sus papeles.

Le pidió a Agneta Larsvik que les refiriera sus impresiones sobre el autor de los hechos. Ella se colocó en el extremo de la mesa.

– Antes de nada quiero subrayar que esto son sólo unas ideas preliminares, no es posible afirmar nada con rotundidad de una manera tan precipitada. Considerad lo que os voy a decir como un tamiz, una hipótesis de trabajo, nada más. Dicho lo cual, casi todo apunta a que tenemos que vérnoslas con una persona con graves trastornos psíquicos. Este asesinato seguramente lo ha llevado a cabo él solo, lo cual presupone que posee una gran fuerza física. Es probable que el autor de los hechos no tuviera ninguna relación directa con Martina Flochten, yo creo que no se conocían. El crimen no parece que vaya dirigido directamente contra ella. En cambio, me parece que el modo de perpetrarlo induce a pensar en alguien que alberga sentimientos de odio y de desprecio contra las personas, en particular contra las mujeres. Hay una especie de simbolismo en ello, su significado exacto es difícil de precisar tras un solo asesinato. Creo que ha intentado humillar a su víctima y causarle la mayor impotencia posible. Con ello, él se convierte en la persona que tiene el poder y ese estado le produce placer. Podemos imaginar que tal vez sufriera malos tratos en su infancia o que se sintiera humillado por uno de sus padres o por ambos, y que ahora quiera vengarse colocando a la víctima en la misma situación de impotencia que sintió él de pequeño. No me sorprendería que mantuviera una relación complicada con su madre.

– ¿Y cómo demonios busca uno una mala relación madre-hijo? -Kihlgård estiró las manos y a punto estuvo de volcar la taza de café de Karin.

Agneta Larsvik sonrió.

– Puede ser útil tenerlo en mente durante los interrogatorios, por ejemplo, si alguien se expresa de forma despectiva contra las mujeres o no mantiene contacto con sus padres, sobre todo con la madre.

– Lo que dices es que quería que la víctima experimentase una sensación de impotencia -intervino Karin-. ¿Por qué iba a continuar torturándola cuando ya estaba muerta? Entonces no podía sentir ya esa vejación.

– Ten en cuenta que estamos hablando de los sentimientos de un asesino, no existe ninguna lógica ni ningún pensamiento racional. Él se encuentra completamente inmerso en un estado emocional que lo lleva a detentar el poder y disfruta tanto de ello que no piensa en otra cosa. Reduce a su víctima a una cosa, un objeto, algo que le sirve de ayuda para entrar en ese estado que se esfuerza por alcanzar. Para él es una forma de mitigar su angustia, al menos de forma momentánea.

– ¿Qué opinas del componente ritual, de que el asesinato fuera parte de un rito? -preguntó Wittberg.

– Una cosa no tiene por qué excluir la otra. Puede tratarse de un fanático que se dedica a algún tipo de práctica ritual vudú.

– ¿Y qué puede significar el hecho de que ella esté desnuda? -quiso saber Knutas.

– La desnudez indica que el crimen tiene un componente sexual, desde luego. Quizá, curiosidad, lo cual induce a pensar que es sexualmente inexperto. También cabe preguntarse qué ha hecho con la ropa, si no habrá detrás algún componente fetichista.

– Igual que con la sangre… ¿para qué demonios la quiere?

– Recoger la sangre derramada puede ser para él una manera de conservar los sentimientos positivos que obtiene. De la misma manera que un asesino en serie suele llevarse algo de sus víctimas, un mechón de pelo, ropa o cualquier otra cosa.

– ¿Un asesino en serie?

Karin parecía aterrada.

– Sí, eso es.

El gesto de Agneta Larsvik era grave.

– Lo primordial, por supuesto, es no aferrarse a ninguna idea preconcebida, pero deberemos tener en cuenta que este asesino puede volver a actuar.

Domingo 11 de Julio

La sala de Arte Antiguo del Museo Provincial de Arqueología de Gotland, en la calle Strandgatan de Visby, estaba desierta aquel domingo por la tarde. El vestíbulo de la entrada parecía fresco en contraste con el calor que hacía fuera, en la calle, y el silencio era total. Sus pisadas retumbaban sobre el suelo de piedra. La chica de la recepción estaba detrás de la ventanilla profundamente enfrascada en la lectura de un libro y al parecer no lo oyó llegar. Se vio obligado a toser un par de veces antes de que ella finalmente alzara la vista detrás de sus gafas de concha. Sus miradas se cruzaron y él sacó la entrada sin pronunciar una palabra. Para salvar las apariencias se dio una vuelta por las salas de piedras rúnicas, tumbas prehistóricas y reconstrucciones de asentamientos de la Edad de Piedra. Al parecer era el único visitante. Un radiante domingo de verano la gente prefería estar en la playa o en su casa de veraneo antes que hacer una visita al museo. El tiempo era muy adecuado para su propósito.

Tomó la escalera de piedra que lo condujo a lo realmente interesante, la sala de los tesoros. Siempre le invadía la tristeza cuando entraba en ella. Allí sólo había una mínima parte de todas las riquezas que se habían extraído del suelo de Gotland, desde que a mediados de los años sesenta comenzaran en serio las excavaciones en la isla. Tesoros de plata, adornos y monedas.

Teniendo en cuenta su superficie, Gotland poseía mayor cantidad de tesoros arqueológicos de la época vikinga que ningún otro lugar del mundo. Allí se habían desenterrado no menos de setecientos tesoros de plata de esa época. El más conocido era el Spillings, el mayor tesoro de plata del mundo perteneciente al período vikingo. Se extrajo en Spillings, en la parroquia de Othem, en Gotland, en 1999. El tesoro pesaba sesenta y siete kilos y contenía, entre otras cosas, 14.300 monedas, casi quinientos brazaletes, veinticinco anillos y varios lingotes de plata.