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-Déjelas usted- me dijo Blunt-. Ya verán que, cuando yo esté listo, mi mano caerá sobre ellas, en sus escondites, infalible como la mano del destino. En cuanto a los periódicos, tenemos que complacerlos. La fama, la reputación, la constante mención pública; todo esto es el pan y la manteca del detective. Éste debe publicar sus hechos, de lo contrario se podría creer que no los tiene; debe publicar su teoría, ya que nada es más extraño o impresionante que la teoría de un detective o le vale más asombrado respeto. Debemos publicar nuestros planes, porque los periódicos quieren saberlos y no podemos negarnos sin ofenderlos. Debemos mostrarle constantemente al público qué estamos haciendo, o creerá que no hacemos nada. Es mucho más agradable que un diario diga: “La ingeniosa y excepcional teoría del inspector Blunt es la siguiente”, que verle escribir alguna cosa áspera, o, lo que es peor, algo sarcástico.

-Comprendo la fuerza de su argumentación. Pero he advertido que, en una parte de sus declaraciones periodísticas de esta mañana, usted se negó a revelar su opinión sobre un punto de poca importancia.

-Sí. Siempre hacemos eso; causa buen efecto. Además, yo no me había formado una opinión al respecto, de todos modos.

Puse una gran suma de dinero en manos del inspector para encarar los gastos corrientes y me senté a la espera de noticias. Ahora, confiábamos en que los telegramas empezarían allegar de un momento a otro. En el intervalo, releí los periódicos y también nuestra circular descriptiva y noté que la recompensa de veinticinco mil dólares parecía ser ofrecida nada más que a los detectives. Dije que, en mi opinión, la recompensa debía ofrecerse a quienquiera que encontrara al elefante. El inspector manifestó:

-Los detectives encontrarán al elefante, de modo que la recompensa irá adonde debe ir. Si lo encuentran otras personas, será solamente observando a los detectives y usando las pistas e indicaciones robadas a ellos y esto, al fin de cuentas, autorizará a los detectives a quedarse con la recompensa. La verdadera finalidad de la recompensa es estimular a los hombres que consagran su tiempo y su afinada sagacidad a ese tipo de trabajo y no otorgar beneficios a los ciudadanos que por azar tropiecen con una presa, sin habérselos ganado con su propio mérito y trabajo.

Esto, a decir verdad, era bastante razonable. En ese momento, el telégrafo del rincón comenzó a emitir chasquidos y el resultado fue el siguiente despacho:

Estación Flower, Nueva York- 7.30 a. m.

Encontré pista. A través de granja próxima, vi sucesión profundas huellas. Las seguí tres kilómetros dirección Este sin resultado. Creo elefante se ha dirigido Oeste. Ahora, lo seguiré en esa dirección.

DARLEY, detective.

-Darley es uno de los más destacados hombres de las fuerzas policiales- dijo el inspector-. Pronto volveremos a tener noticias de él.

Llegó el telegrama N° 2:

Barker's, Nueva Jersey. 7.40 a. m.

Acabo de llegar. Anoche fue violentada aquí fábrica de vidrio y sustrajeron ochocientas botellas. La sola agua existe cercanías está a ocho kilómetros distancia. Iré allí. El elefante debe estar sediento Las botellas estaban vacías.

BAKER, detective.

-También esto promete- dijo el inspector-. Ya le dije que el apetito de ese animal no sería mala pista.

El telegrama N° 3:

Taylorville. Long Island. 8.15 a.m

Parva heno desapareció cerca aquí noche. Seguramente comida. Tengo pista y parto.

HUBBARD, detective.

-¡Cómo va de un lado al otro ese animal!- dijo el inspector-. Yo sabía que nos iba a dar trabajo, pero lo atraparemos.

Estación Flower. Nueva York. 9 a. m.

Seguí huellas cinco kilómetros dirección Oeste. Son grandes, hondas e irregulares. Acabo encontrar chacarero que dice no son huellas elefante. Dice son agujeros que él cavó para árboles de sombra al helarse tierra invierno pasado. Espero órdenes conducta a seguir.

DARLEY, detective.

-¡Ajá! ¡Un cómplice de los delincuentes! Estamos pisando sobre caliente- exclamó el inspector.

Le dictó el siguiente telegrama a Darley:

Apréselo y oblíguelo indicar cómplices. Siga huellas… hasta Pacífico, sí hace falta.

JEFE BLUNT

El telegrama siguiente:

CONEY POINT, Pensilvania. 8.45 a. m.

Anoche, atracadas oficinas compañía gas y robados tres meses facturas impagas. Hay pista y me pongo campana.

MURPHY, detective.

-¡Santo Dios!- exclamó el inspector-. Sería capaz el elefante de comerse facturas de gas. Por ignorancia, sí; pero esos papeles no permiten mantener la vida. Al menos, por sí solos.

Luego, llegó este conmovedor telegrama:

Ironville, Nueva York 9.30 a. m.

Acabo de llegar. Pueblo estupefacto. Elefante pasó por aquí cinco de la mañana. Algunos dicen que fue al Este, otros, al Oeste, otros, al Norte y otros, al Sur; pero todos aseguran no haber esperado para fijarse bien. Mató caballo; conseguí trozo caballo como pista. Lo mató con trompa; dado estilo golpe, creo que golpeó hacia izquierda. Dada posición que está caballo, creo elefante se encaminó Norte a lo largo línea ferrocarril Berkley. Lleva cuatro horas y media ventaja, pero encontraré su pista en seguida.

HAWES, detective.

Di gritos de alegría. El inspector permaneció impasible, como una imagen tallada. Con serenidad apretó su timbre.

-Alarico envíeme al capitán Burns.

Vino Burns.

-¿Cuántos hombres están listos para órdenes inmediatas?

-Noventa y seis, señor.

-Mándelos al Norte sin demora que se concentren a lo largo de la línea de la carretera de Berkley al norte de Ironville.

-Sí, señor.

-Que efectúen sus movimientos con la máxima reserva. Apenas estén en libertad los demás, téngalos disponibles.

-Sí, señor.

-¡Vaya!

-Sí, señor.

A poco, llegó otro telegrama:

Sage Corners, Nueva York 10.30

Acabo de llegar. Elefante pasó por aquí 8. 15 horas.

Todos escaparon pueblo menos un policía Parece elefante no golpeó policía sino farol. Alcanzó ambos. Tengo trozo policía como pista.

STUMM, detective.

-De modo que el elefante ha ido hacia el Oeste-dijo el inspector-. Con todo no podrá huir, porque mis hombres están diseminados par toda esa zona.

El telegrama siguiente decía:

Glover's, 11.15

Acabo de llegar. Pueblo desierto, excepto enfermos y ancianos. Elefante pasó hace tres cuarto hora. Sesionaba junta antitemplanza; metió trompa ventana y les echó agua aljibe. Algunos la tragaron y murieron; hay varios ahogados. Detectives Cross y O'Shaughnessy atravesaban ciudad, pero iban Sur; de manera que no vieron elefante. Toda zona varios kilómetros redonda terror; gente abandonan sus casas. Adondequiera se vuelven, encuentran elefante; muchos muertos.