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Martes. Ella ha sembrado la hacienda entera con nombres abominables y carteles ofensivos:

Al remolino por aquí A la Isla de la Cabra por aquí Por aquí a la Cueva de los Vientos

Ella dice que este parque seria un lindo lugar de vacaciones si existiera la costumbre. Lugar de vacaciones — otro de sus inventos: sólo palabras, sin el menor sentido. ¿Qué es un lugar de vacaciones? Pero mejor no preguntarle, le da tanta rabia explicar.

Viernes. Leha dado por rogarme que deje de ir a las Cataratas. ¿Qué hay de malo en eso? Dice que la hace temblar. Me pregunto por qué; siempre lo hice, siempre me gustó la zambullida y el fresco. Supongo que para eso se hicieron las Cataratas. No tienen otro uso que pueda ver y tienen que haber sido hechas para algo. Ella dice que sólo fueron hechas como paisaje: como el rinoceronte y el mastodonte.

Bajé las Cataratas en un barriclass="underline" no fue satisfactorio para ella. Bajé en una bañera: seguía siendo insatisfactorio. Nadé por el Remolino y los Rápidos vestido con hoja de vid. Se dañó mucho. De allí vinieron quejas aburridas sobre mi extravagancia. Me siento demasiado sofocado aquí. Necesito un cambio de clima.

Sábado. Me escapé el martes por la noche y viajé dos días y me construí otro refugio en un lugar apartado y borré mis huellas lo mejor que pude, pero ella me dio caza mediante una bestia que ha domado y que llama lobo y llegó haciendo otra vez ese ruido penoso y volcando esa agua por los sitios con los que mira. Me sentí obligado a regresar con ella, pero pronto emigraré cuando se presente la ocasión. Ella se dedica a muchas cosas tontas; entre otras, a estudiar por qué los animales llamados leones y tigres viven de hierbas y flores, cuando, como dice ella, el tipo de dientes que tienen indicarían que fueron hechos para comerse entre sí. Eso es una tontería., porque hacerlo los mataría y eso introduciría lo que, según tengo entendido, se llama "muerte"; y la muerte, según me han dicho, aún no entró al Parque. Lo cual es una lástima, en algunos aspectos.

Domingo. Logré soportarlo.

Lunes. Creo que entiendo para qué es la semana: es para dar tiempo para descansar del cansancio del domingo. Me parece buena idea… Ella ha estado trepando otra vez a aquel árbol. La hice bajar. Ella dijo que nadie estaba mirando. Parece considerar eso como justificación suficiente para arriesgarse a cualquier cosa peligrosa. Se lo dije. La palabra justificación la dejó admirada y con envidia, además, pensé. Es una buena palabra.

Martes. Me dijo que estaba hecha de una costilla tomada de mi cuerpo. Esto es por lo menos dudoso, si no algo más que dudoso. No me falta ninguna costilla… Ella se hace mucho problema con el buitre; dice que la hierba no pega con él; teme no poder criarlo; piensa que está hecho para vivir de carne en descomposición. El buitre debe arreglárselas lo mejor que pueda con lo que se le ofrece. No podemos dar vuelta todo el esquema para acomodar al buitre.

Sábado. Ella se cayó a la charca ayer cuando se estaba mirando en ella, cosa que siempre hace. Casi se ahogó y dijo que era de lo más incómodo. Esto le hizo sentir pena por las criaturas que viven allí, a las que llama peces, porque sigue aplicándole nombres a las cosas que no los necesitan y que no vienen cuando las llaman con esos nombres, lo cual no tiene la menor consecuencia para ella, igual es tan cabeza hueca; así que sacó un montón de esas criaturas y las trajo anoche y las puso en mí cama para que se calentaran, pero me fijé en ellas de vez en cuando todo el día y no veo que estén más felices allí que antes, sólo inás quietas. Cuando llegue la noche las arrojaré afuera. No volveré a dorinir con ellas, porque las encuentro pegajosas y desagradables para tenderse entre ellas cuando una persona no tiene nada puesto.

Domingo. Logré soportarlo.

Martes. Ella se lleva bien con una serpiente ahora. Los otros animales se alegraron, porque siempre estaba experimentando con ellos y molestándolos; y yo me alegro porque la serpiente habla y esto me permite descansar un poco.

Viernes. Ella dice que la serpiente le aconseja probar la fruta de aquel árbol y dice que el resultado será una educación magnífica, amplia y noble. Le dije que habría también otro resultado: introduciría la muerte en el mundo. Eso fue un error: habría sido mejor guardármelo para mí; sólo logró darle una idea: ella podría salvar al buitre enfermo y darles carne fresca a los abatidos leones y tigres. Le aconsejé mantenerse lejos del árbol. Dijo que no lo haría. Preveo problemas. Emigraré.

Miércoles. He pasado un período desparejo. Anoche escapé y cabalgué toda la noche lo más rápido que pude, esperando salir del Parque y ocultarme en alguna otra región antes de que empezaran los problemas; pero no lo logré. Alrededor de una hora después de la salida del sol, estaba cabalgando a través de una llanura florecida donde miles de animales estaban pastando, dormitando o jugueteando entre si, de acuerdo con su deseo, cuando de pronto estalló una tempestad de ruidos horribles y en un instante la llanura era una conmoción frenética y cada animal estaba destruyendo al vecino. Supe lo que significaba: Eva había comido de aquel fruto y la muerte había llegado al mundo… Los tigres comieron mi caballo, sin prestar atención cuando les ordené desistir, y me habrían comido a mí si me hubiese quedado, cosa que no hice, porque me aparté a gran velocidad… Encontré este sitio, fuera del Parque y estuve bastante c& modo por unos días, pero ella me encontró. Me encontró y nombró el lugar como Tonawanda dice que pareceeso. En realidad no sentí pena porque viniera, porque por aquí hay poco para comer y ella trajo algunas de aquellas manzanas. Me sentí obligado a comerlas, tanta hambre tenía. Iba contra mis principios, pero encuentro que estos principios no tienen fuerza auténtica sino cuando uno está bien alimentado… Ella llegó cubierta de arbustos y montones de hojas y cuando le pregunté qué quería decir semejante desatino y se las arranqué y las tiré; ella soltó una risita y se ruborizó. Nunca antes había visto a alguien soltar una risita y ruborizarse y me pareció algo indecoroso e idiota. Ella dijo que pronto sabría cómo era yo mismo. Fue cierto. Hambriento como estaba, bajé la manzana a medio comer — por cierto la mejor que hubiera visto nunca, si se consideraba lo avanzado de la temporada— y me arreglé yo mismo con las ramas y hojas tiradas y después le hablé con cierta severidad y le ordené que fuera a buscar más y que no se exhibiera de ese modo. Ella lo hizo y después de esto nos arrastramos bajando hasta donde había estallado la batalla entre las bestias salvajes y recogimos algunas pieles y le hice preparar un par de trajes adecuados para las ocasiones públicas. Son incómodos, es cierto., pero elegantes y eso es lo que importa en la ropa… Descubro que ella es buena compañera. Veo que yo estaría solitario y deprimido sin ella, ahora que he perdido mi propiedad. Por otra parte, ella dice que se ha ordenado que trabajemos para vivir de ahora en adelante. Ella será útil. Yo controlaré.