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Pero cuando llegó la noche no pude soportar la soledad y fui al refugio nuevo que él había construido, a preguntarle qué había hecho yo mal y cómo podía enmendarlo y volver a tener su bondad; pero él me echó a la lluvia y fue mi primera pena.

Domingo. Ahora es agradable de nuevo y estoy feliz; pero estos fueron días pesados; no pienso en ellos cuando puedo evitarlo.

Traté de conseguir para él algunas de esas manzanas, pero no puedo aprender a tirar derecho. Fallé, pero creo que la buena intención lo complació. Están prohibidas y dice que yo provocaré daño; pero si llego al daño a través de complacerlo, ¿por qué iba a importarme ese daño?

Lunes. Esta mañana le dije mi nombre, esperando que le interesara. Pero no le importó. Es extraño. Si él me dijera su nombre, me importaría. Creo que sería más agradable a mis oídos que cualquier otro sonido.

Él habla muy poco. Tal vez se deba a que no es brillante y es sensible al respecto y desea ocultarlo. Es una gran lástima que se sienta así, porque la brillantez no es nada; es en el corazón donde están los valores. Me gustaría poder hacerle entender que un buen corazón que ama es riqueza, riqueza suficiente y que sin él el intelecto es pobreza.

Aunque habla tan poco, tiene un vocabulario considerable. Esta mañana empleó una palabra sorprendentemente buena. Esevidente que reconoció, él mismo, que

era buena, porque trabajó con ella dos veces después, como por casualidad. No fue buen arte casual, aunque mostró que posee una cierta calidad de percepción. Sin duda puede hacerse crecer esa semilla, si se la cultiva.

¿De dónde sacó esa palabra? No creo haberla usado nunca.

No, no se interesó en mi nombre. Traté de ocultar mi desilusión, pero supongo que no lo logré. Fui y me senté sobre la orilla cubierta cíe musgo con los pies en el agua. Es donde voy cuando tengo hambre de compañía, de alguien a quien mirar,, cíe alguien con quien hablar. No es suficiente — ese encantador cuerpito blanco pintado allí en la charca— pelo es algo y a veces es mejor que la soledad absoluta. habla cuando hablo; está triste cuando estoy triste.' me consuela con su simpatía; dice: "No te deprimas, pobre muchacha sin amigos; seré tu amigo. "Es un buen amigo para mi y el único que tengo; es mi hermana.

¡La primera vez que ella me abandonó! ¡Ah, nunca lo olvidaré… nunca., nunca! ¡Mi corazón era como plomo en el cuerpo! Dije.. "¡Ella era todo lo que tenía y ahora se ha ido!" En mi desesperación dije: "¡Rómpete, corazón mío ya no puedo soportar mi vida!" y escondí el rostro entre las manos y no hubo alivio para mí. Y cuando las aparte, después (le un momento, ¡allí estaba ella otra vez, blanca y refulgente y salté a sus brazos!

Eso fue la felicidad perfecta: había conocido la felicidad antes, pero no era como esto, que era un éxtasis. Nunca dudé de ella desde entonces. A veces ella se iba — tal vez una llora., tal vez el día entero, pero yo esperaba y no dudaba; decía: "Ella está ocupada, o se fue de viaje., pero volverá." Y era así: siempre lo hacía. Por la noche no venía si estaba oscuro, porque era una criaturita tímida; pero si había luna venia. No temo a la oscuridad, pero ella es más joven que yo; nació después que yo. Le hice muchas, muchas visitas; es mi consuelo y mi refugio cuando mí vida es dura y en general lo es.

Martes. Trabajé toda la mañana en mejorar la hacienda; y me mantuve apartada de él a propósito, con la esperanza de que se sintiera solo y viniera. Pero no lo hizo.

A mediodía me detuve y me recreé mezclándome con el revoloteo de las abejas y las mariposas y gozando entre las flores, esas criaturas hermosas que sacan la sonrisa de Dios del cielo y la conservan. Las recogí e hice con ellas coronas y guirnaldas y me vestí con ellas mientras comía mi almuerzo: manzanas, desde luego; después me senté a la sombra y deseé y esperé. Pero él no vino.

Pero no importa. No resultaría nada, porque a él no le importan las flores. Las llama basura y no puede distinguir una de la otra y cree que es superior sentir así. No le importo, no le importan las flores, no le importa el cielo pintado cuando cae la tarde: ¿hay algo que le importe, salvo construir refugios para cubrirse de la lluvia buena y limpia y aporrear los melones y probar las uvas y toquetear la fruta en los árboles para ver cómo están madurando?

Puse una rama seca en el suelo y traté de hacerle un agujero con otra, para llevar a cabo una idea que tenía y de pronto tuve un susto horrible. ¡Una película delgada, transparente, se alzó del agujero y dejé caer todo y corrí! ¡Creía que era un espíritu y estabatan asustada! Pero miré hacia atrás y no se acercaba; así que me incliné contra una roca y descansé y jadeé y dejé que me temblaran los miembros hasta que volvieron a estar firmes; después me arrastré de regreso con cautela, alerta, mirando bien y dispuesta a huir si se presentaba la ocasión; y cuando me acerqué bien, aparté las ramas de un rosal y espié — deseando que el hombre estuviera cerca, porque se me veía tan astuta y hermosa— pero el espíritu se había ido. Fui allí y había una pizca de delicado polvo rosa en el agujero. Puse el dedo en él, para palparía y dije ¡ay! y lo saqué de nuevo. Era un dolor cruel. Me puse el dedo en la boca; y parándome primero en un pie y después en el otro y gruñendo, pronto disminuí mi desdicha; después me sentí llena de interés y empecé a examinar.

Tenía curiosidad por saber qué era el polvo rosa. De pronto se me ocurrió el nombre para él, aunque nunca había oído hablar antes del polvo. ¡Era fuego! Estaba tan segura como podría estarlo una persona de cualquier cosa en el mundo. Así que sin vacilar lo nombré así: fuego.

Había creado algo que no existía antes; había agregado algo nuevo a los bienes incontables del mundo; me di cuenta de eso y me sentí orgullosa de mi logro y estaba por correr y encontrarlo y contarle sobre el asunto, pensando en crecer en su estima, pero reflexioné y no lo hice. No: a él no le importaría. Preguntaría para qué servía, ~ qué podía contestarle yo? Porque no servíapara algo, pero era sólo hermoso, simplemente hermoso…

Así que suspiré y no fui. Pero aquello no servía para nada; no podía construir un refugio, no podía mejorar los melones, no podía acelerar una cosecha de fruta; era inútil, era una tontería y una trivialidad; él lo despreciaría y diría palabras cortantes. Pero para mí no era despreciable; dije "¡Oh, tú, fuego, te amo, deliciosa criatura rojiza, porque eres hermoso... y eso basta!" y estaba por apretarlo contra mi pecho. Pero me controlé. Después elaboré en mi cabeza otra máxima, aunque se parecía tanto a la primera que temí que fuera sólo un plagio: "El Experimento quemado evita el fuego."