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Trabajé otra vez; y cuando había hecho una buena cantidad de polvo fuego, lo vacié sobre un puñado de hierba marrón, seca, pensando en llevarlo a casa y guardarlo siempre y jugar con él; pero le dio el viento y se dispersó y se escupió hacia mí fieramente y lo dejé caer y corrí. Cuando miré hacia atrás, el espíritu azul crecía y se estiraba y giraba como una nube y pensé al instante el nombre para éclass="underline" ¡humo!, aunque, lo juro, nunca antes había oído hablar del fuego.

Pronto resplandores amarillos y rojos brillantes se dispararon a través del humo y los nombré en un instante — llamas—y también acerté, aunque éstas eran las primerísimas llamas que había visto el mundo. Treparon a los árboles, refulgieron espléndidas entrando y saliendo en el volumen enorme y creciente del humo tropezante, ¡y tuve que aplaudir, y reír y bailar en mi embeleso, porque era tan nuevo y tan extraño y tan maravilloso y tan bello!

Él llegó corriendo y se detuvo y miró y durante muchos minutos no dijo una palabra. Después me preguntó qué era. Ah, fue muy malo que hiciera una pregunta tan directa. Tenía que contestarla, desde luego, y lo hice. Dije que era fuego. Si le molestó que yo lo supiera y él tuviera que contestar, no fue culpa mía; no deseaba irritarlo. Después de una pausa preguntó:

—¿Cómo llegó?

Otra pregunta directa y también tuvo una respuesta directa.

—Yo lo hice.

El fuego estaba viajando cada vez más lejos. El hombre se acercó al borde del lugar quemado y se quedó mirando hacia abajo y dijo:

—¿Qué son éstas?

—Brasas.

Alzó una para examinarla, pero cambió de idea y la volvió a dejar. Después se fue. Nadale interesa.

Pero estaba interesado. Había cenizas, grises y blandas y delicadas y hermosas: supe qué eran de inmediato. Y los rescoldos; yo conocía los rescoldos, también. Encontré mis manzanas y las arranqué y me sentí alegre; porque soy muy joven y mi apetito es activo. Pero quedé desilusionada; estaban todas abiertas y arruinadas. Arruinadas aparentemente; pero no era así ; eran mejores que las crudas. El fuego es hermoso; algún día será útil, creo.

Viernes. Volví a verlo, por un momento, el lunes pasado al caer la noche, pero sólo por un momento. Esperaba que él me halagara por tratar de mejorar la hacienda, porque yo había querido lo mejor y había trabajado duro. Pero no estaba complacido y se dio vuelta y me dejó. También estaba descontento por otra cosa: traté una vez más de convencerlo de que dejara de arrojarse por las Cataratas. Era porque el fuego me había revelado una pasión nueva —muy nueva y distinta por entero del amor, la pena y esas otras que ya había descubierto: el miedo. ¡Y es horrible! Me gustaría no haberlo descubierto nunca; me da momentos oscuros, arruina mifelicidad, me hace estremecer ytemblar y tiritar. Pero no pude convencerlo, porque él no ha descubierto aún el miedo, así que no puede comprenderme.

Extracto del diario de Adán

Tal vez debiera recordar que ella es muy joven, una simple muchacha, y tenerlo en cuenta. Ella es toda interés, ansiedad, vivacidad, el mundo para ella es un encantamiento, una maravilla un misterio, una alegría; no puede hablar con deleite cuando encuentra una flor nueva, debe cuidarla y acariciarla y olerla y hablarle, y volcarle encima nombres cariñosos. Y es loca por los colores: rocas marrones, arena amarilla, musgo gris, follaje verde, cielo azul; la perla del amanecer, las sombras púrpuras sobre las montañas, las islas doradas que flotan en mares escarlatas al atardecer, la ¡una pálida navegando el bastidor de nubes astillado, las joyas estrelladas que refulgen en los baldíos del espacio: ninguno de ellos tiene algún valor practico, por lo que puedo ver, pero debido a que tienen color y majestuosidad, eso basta Para ella y pierde ja cabeza por ellos. Si pudiera tranquilizarse y quedarse quieta un par de minutos seguidos, seria un espectáculo que daría reposo. En ese caso creo que podría disfrutar mirándola; en realidad estoy seguro de que podría, porque estoy empezando a darme cuenta de que es una criatura notablemente gentil flexible, esbelta, delgada, redondeada, bien formada, ágil, grácil; y una vez cuando estaba de pie, blanca como el mármol y bañada por el sol sobre un peñasco, con ja cabeza joven echada atrás y la mano haciéndose sombra sobre los ojos, contemplando el vuelo de un pájaro en el cielo, reconocí que era hermosa.

Lunes a mediodía. Si hay algo en el planeta en lo que ella no esta interesada no figura en mi lista. Hay animales a los que soy indiferente, pero no pasa lo mismo con ella. No discrimina, los acepta a todos, piensa que todos son tesoros, cada uno nuevo que aparece es bienvenido.

Cuando el poderoso brontosaurio llegó pisando fuerte al campamento, ella lo miró como una adquisición; yo lo consideré una calamidad; ese es un buen ejemplo de la falta de armonía que impera en el modo en que vemos las cosas. Ella quería domesticarlo, yo quería obsequiarle el terreno hogareño y mudarnos. Ella creía que podía ser domado con un buen trato y que seria un buen animal doméstico: le dije que un animal doméstico de seis metros y medio de alto y veinticinco metros de largo no era el objeto mas correcto para tener en casa, porque, incluso con las mejores intenciones y sin querer hacer ningún daño, podía sentarse sobre la casa y aplastarla porque cualquiera podía ver por su mirada que era un animal distraído.

Aun así, puso el corazón en quedarse con el monstruo y no podio ceder. Pensó que podía empezar un tambo con él y quería que yo la ayudara a ordeñarlo; pero no quise; era demasiado riesgo. No tenia el sexo adecuado y de todos modos no teníamos escalera. Diez o doce metros de su cola descansaban sobre el suelo, como un árbol caído, y ella pensó que podio treparse, pero estaba equivocada; cuando llegó a la parte empinada estaba demasiado resbaladiza y cayó), se habría lastimado de no ser por mi.

¿Estaba satisfecha ahora? No. Nada la satisface nunca sino la demostración; las teorías no puestas a prueba no son lo de ella y no las quiere. Es el mejor espíritu, lo reconozco; me atrae, siento la influencia de el; creo que si estuviera más con ella lo tomarla yo mismo. Bueno, a ella le queda una teoría sobre este coloso: creyó que si podía domarlo y ponerlo amistoso podríamos hacerlo parar en el río y usarlo de puente. Resultó que ya estaba bastante domado — al menos hasta donde le importaba a ella así que probó su teoría, pero fracasó: cada vez que lo lenta colocado del modo correcto en el río y volvía a la costa para cruzar sobre él, él se movía y la seguía como una montaña doméstica. Como los demás animales. Todos hacen eso.

Viernes. Martes… miércoles… jueves… y hoy.. todo sin verlo. Es mucho tiempo para estar sola; aun así, es mejor estar sola que no ser bienvenida.

Teníaque tener compañía — fui hecha para eso, creo— así que hice amistad con los animales. Son encantadores y tienen la mejor predisposición y las costumbres más corteses; nunca parecen amargados, nunca te dejan sentir que estás entrometiéndote, te sonríen y agitan la cola, si tienen una, y siempre están dispuestos a juguetear o ir de excursión o cualquier cosa que quieras proponer. Creo que son perfectos caballeros. Todos estos días hemos pasado momentos tan buenos y no me he sentido sola, nunca. ¡Sola! No, diría que no. Caramba, siempre hay un enjambre de ellos rodeándome —a veces cubren hasta cuatro o cinco acres —, es imposible contarlos; y cuando te paras sobre una roca en el medio y miras sobre la extensión de pieles es algo tan moteado y salpicado y alegre de color y resplandores juguetones y relámpagos de sol y tan rizado de rayas que podrías pensar que es un lago, sólo que sabes que no lo es; y hay tormentas de pájaros sociables y huracanes de alas que giran; y cuando el sol golpea toda esa conmoción plumosa, surge de todos los colores en que puedas pensar una luz ardiente, que basta para encandilarte los ojos.