¿Están ustedes dispuestos a aceptar que previó esto? El púlpito lo acepta. Es lo mismo que aceptar que en materia de intelecto la Deidad es el Pobre Máximo del Universo, y que en cuestión de moral y carácter llega tan bajo que está al nivel de David.
Carta X
Los dos Testamentos son interesantes, cada uno a su modo. El Antiguo nos da un retrato de la Deidad de estas gentes como era antes de que comenzara la religión, el otro nos da un retrato de Él después de la aparición de la mentira. El Antiguo Testamento se interesa principalmente por la sangre y la sensualidad. El Nuevo por la Salvación. La Salvación por medio del fuego.
La primera vez que la Deidad descendió a la tierra, trajo la vida y la muerte; cuando vino la segunda vez, trajo el infierno.
La vida no era un regalo valioso, pero la muerte sí. La vida era un sueno febril compuesto de alegrías amargadas por los sufrimientos, placer envenenado por el dolor; un sueño que era una confusa pesadilla de deleites espasmódicos y huidizos, éxtasis, exultaciones, felicidades, entremezclados con infortunios prolongados, penas, peligros, horrores, desilusiones, derrotas, humillaciones y desesperación: la más pesada maldición que pudiera imaginar el Ingenio Divino; pero la muerte era dulce, la muerte era apacible, la muerte era bondadosa; la muerte curaba el espíritu golpeado y el corazón destrozado, y les daba descanso y olvido; la muerte era el mejor amigo del hombre; cuando el hombre ya no podía soportar la vida, llegaba la muerte a liberarlo.
Con el tiempo, la Deidad percibió que la muerte era un error, un error, en cuanto insuficiente; un error, en razón de que a pesar de ser un agente admirable para infligir infelicidad al superviviente, permitía a la persona misma escapar a toda la persecución posterior en el bendito refugio de la tumba.
La Deidad meditó sobre este asunto sin éxito durante cuatro mil anos, pero tan pronto como bajó a la tierra y Se hizo cristiano se Le aclaró la mente y supo qué hacer. Inventó el infierno y lo proclamó.
Ahora acá hay algo curioso. Todo el mundo cree que mientras estaba en el cielo era severo, duro, fácil de ofender, celoso y cruel; pero que cuando bajó a la tierra y asumió el nombre de Jesucristo, se volvió lo contrario de lo que fuera antes: es decir se volvió dulce, y manso, misericordioso, compasivo, y que toda aspereza desapareció de su naturaleza y que un amor profundo y ansioso por sus pobres hijos humanos tomó su lugar. ¡Mientras que fue como Jesucristo que inventó el infierno y lo proclamó!
Lo cual equivale a decir, que como manso y suave Salvador fue mil billones de veces más cruel que lo que fuera en el Antiguo Testamento -¡oh, incomparablemente más atroz que lo que fuera nunca en sus peores momentos en los viejos días!
¿Manso y suave? Luego examinaremos este sarcasmo popular a la luz del infierno que inventara.
Aunque es verdad que Jesucristo, el inventor del infierno, se lleva la palma por su malignidad, ya era lo suficientemente duro y desapacible para cumplir su función de Dios antes de volverse cristiano. Nunca parece haberse detenido a reflexionar que la culpa era de Él cuando el hombre erraba, ya que el hombre sólo actuaba según la disposición natural con que Él lo había castigado. No, castigaba al hombre, en lugar de castigarse a Sí mismo. Aún más, el castigo' generalmente exageraba la ofensa. A menudo también, caía, no sobre el ejecutor de la falta, sino sobre algún otro: un jefe o cabeza de comunidad, por ejemplo.
"Moraba Israel en Sitim; y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab.
"Y Jehová dijo a Moisés: Toma a todos los príncipes del pueblo, y ahórcalos ante Jehová delante del sol, y el ardor de la ira de Jehová se apartará de Israel."
¿A ustedes le parece justo esto? No parece que los "dirigentes del pueblo" hubieran cometido adulterio, y sin embargo a ellos se los colgó, en lugar del "pueblo".
Si fue justo y equitativo en esos días, sería justo y equitativo hoy, porque el púlpito sostiene que la justicia de Dios es eterna e inalterable; así como que Él es la Fuente de la Moral, y que su moral es eterna e inalterable. Muy bien, entonces debemos creer que si el pueblo de Nueva York comenzara a prostituir a las hijas de Nueva Jersey, sería justo y equitativo levantar un patíbulo frente a la municipalidad y colgar al intendente y al jefe de policía y a los jueces, y al arzobispo, aunque ellos no lo hubieran hecho. A mí no me parece bien.
Además, pueden estas completamente seguros de una cosa no podría suceder. El pueblo no lo permitiría. Son mejores que su Biblia. Nadapasaría acá, excepto algunos juicios, por daños, si no se pudiera silenciar el asunto; ni aún allá en el Sur tomarían medidas contra las personas que nada sacaran de ello; tomarían una soga y darían caza a los culpables, y si no consiguieran encontrarlos, lincharían a un negro.
Las cosas han mejorado mucho desde los tiempos del Todopoderoso, diga el púlpito lo que quiera.
¿Quieren examinar la moral y la disposición y la conducta de la Deidad un poco más? ¿Y quieren recordar que en la escuela de Catecismo se insta a los chicos a amar al Todopoderoso, a honrarlo, a alabarlo, y a considerarlo como modelo y tratar de parecerse a él tanto como puedan? Lean:
"1 Jehová habló a Moisés, diciendo
"2 Haz la venganza de los hijos de Israel contra los madianitas; después serás recogido a tu pueblo.
"7 Y pelearon contra Madián, como Jehová lo mandó a Moisés, y mataron a todo varón.
"8 Mataron también, entre los muertos de ellos, a los reyes de Madián, Evi, Requem, Zur, Hur y Reba, cinco reyes de Madián; también a Balaam hijo de Beor mataron a espada.
"9 Y los hijos de Israel llevaron cautivas a las mujeres de los madianitas, a sus niños, y todas sus bestias y todos sus ganados; y arrebataron todos sus bienes.
"10 E incendiaron todas sus ciudades y aldeas y habitaciones.
"11 Y tomaron todo el despojo, y todo el botín, así de hombres como de bestias.
"12 Y trajeron a Moisés y al sacerdote Eleazar, y a la congregación de los hijos de Israel, los cautivos y el botín y los despojos al campamento, en los llanos de Moab, que están junto al Jordán frente a Jericó.
"18 Y salieron Moisés y el sacerdote Eleazar, y todos los príncipes de la congregación, a recibirlos fuera del campamento.
"14 Y se enojó Moisés contra los capitanes del ejército, contra los jefes de los millares y de centenares que volvían de la guerra,