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—Mire, LaRoque —dijo Jacob—. No he dicho nada, y estoy seguro de que el doctor Kepler tan sólo está especulando. —Miró dubitativo a Kepler.

Éste sacudió la cabeza.

—Estoy hablando en serio. LaRoque pasó una hora junto al Generador de Gravedad de Jeff, sin nadie cerca. Comprobamos el Generador de Gravedad en busca de algún daño que pudiera haber sido causado por alguien que usara las manos desnudas, y no encontramos nada. No se me ocurrió hasta después de comprobar la cámara del señor LaRoque.

»¡ Entonces descubrí que uno de sus aparatitos es un pequeño aturdidor sónico! —Sacó la grabadora de uno de sus bolsillos—. ¡Fue así como se dio el beso de Judas!

LaRoque se ruborizó.

—El aturdidor es un aparato de defensa normal en los periodistas. Incluso lo había olvidado. ¡Y nunca podría haber dañado a una máquina tan grande!

»¡Todo esto no tiene sentido! ¡Este lunático arcaico-religioso y terra-chauvinista que casi ha destruido toda oportunidad de encontrarnos con nuestros Tutores como amigos, se atreve a acusarme de un crimen para el que no hay ningún motivo! ¡Asesinó a ese pobre mono, y desea echar la culpa a otro!

—Cállese, LaRoque —dijo deSilva. Se volvió hacia Kepler—. ¿Es consciente de lo que dice, señor? Un ciudadano no podría cometer un asesinato simplemente porque no le gusta un individuo. Sólo una Personalidad Condicional podría matar sin causa. ¿Se le ocurre alguna razón por la que el señor LaRoque pudiera haber hecho algo tan drástico?

—No lo sé. —Kepler se encogió de hombros. Miró a LaRoque—. Un ciudadano que tiene justificaciones para matar sigue sintiendo remordimientos después. No parece que el señor LaRoque lamente nada, así que o bien es inocente, o es un buen actor… ¡o quizá después de todo es un Condicional!

— ¡En el espacio! —gritó Martine—. Eso es imposible, Dwayne. Y lo sabe. Todos los espaciopuertos están repletos de receptores-C. ¡Y todas las naves están también equipadas con detectores! ¡Debería pedir disculpas al señor LaRoque!

Kepler hizo una mueca.

—¿Disculpas? LaRoque mintió sobre su «mareo» en el bucle gravitatorio. Envié un masergama a la Tierra. Quería que su periódico me enviara un dosier sobre él. Se alegraron mucho de complacerme.

»¡ Parece que el señor LaRoque es un astronauta entrenado! ¡Fue separado del servicio por «razones médicas»… una frase que se utiliza a menudo cuando los test-C de una persona llegan a niveles condicionales y se ve obligado a renunciar a un trabajo sensible!

»Eso tal vez no demuestre nada, pero significa que LaRoque tenía demasiada experiencia con las naves espaciales como para "asustarse de muerte" en el bucle de gravedad de Jeffrey. Ojalá lo hubiera sabido a tiempo para avisar a Jeff.

LaRoque protestó y Martine puso objeciones, pero Jacob se dio cuenta de que las opiniones en la sala se volvían contra ellos. DeSilva miró a LaRoque con un frío salvajismo que sorprendió un poco a Jacob.

—Espere un momento. —Alzó una mano—. ¿Por qué no comprobamos si hay aquí en Mercurio algún condicional sin transmisor? Sugiero que todos enviemos a la Tierra nuestras pautas retinales para comprobarlas. Si el señor LaRoque no está catalogado como condicional, entonces el doctor Kepler tendrá que demostrar por qué un ciudadano pudo pensar que tenía motivos para matar.

— ¡Muy bien, pues hagámoslo ahora, por el amor de Kukulkán! — chilló LaRoque—. ¡Pero únicamente con la condición de que no sea yo solo!

Por primera vez, Kepler empezó a parecer inseguro. En su beneficio, deSilva ordenó que toda la base quedara reducida a la gravedad de Mercurio. El Centro de Control respondio que la conversión tardaría unos cinco minutos. La comandante anunció por el intercomunicador que los visitantes y los miembros de la base pasarían por las pruebas de identificación, y luego se marchó para supervisar los preparativos.

El personal presente en la Sala de Telemetría empezó a dirigirse hacia los ascensores. LaRoque se mantuvo cerca de Kepler y Martine, como para demostrar su ansiedad por rebatir los cargos en su contra, la barbilla alzada en una expresión de martirio.

Los tres, junto con Jacob y dos miembros del personal, esperaban uno de los ascensores cuando sucedió el cambio de gravedad. Pareció que el suelo empezaba a hundirse de repente.

Todos estaban acostumbrados a los cambios de gravedad: muchas partes de la Base Kermes no tenían la gravedad terrestre. Pero normalmente la transición era a través de una compuerta de estasis controlada, algo que no era más agradable que esto, pero que la familiaridad hacía menos desconcertante. Jacob deglutió con dificultad, y uno de los miembros del personal se tambaleó ligeramente.

Con un súbito movimiento violento, LaRoque se lanzó hacia la cámara que Kepler tenía en la mano. Martine abrió la boca y Kepler gruñó, sorprendido. El miembro del personal recibió un puñetazo en la cara al intentar agarrar a LaRoque, que giró como un acróbata y empezó a correr pasillo abajo, alzando su cámara recuperada. Jacob y el otro operario le dieron caza, instintivamente.

Jacob sintió un destello de dolor en el hombro. Algo en su mente habló mientras esquivaba otro rayo aturdidor. «Vale —dijo—. Este es mi trabajo. Ahora yo me hago cargo.»

Se encontraba de pie en un pasillo, esperando. Había sido divertido, pero ahora era un auténtico infierno. El pasillo se oscureció durante un instante. Él abrió la boca y extendió la mano para afianzarse a la áspera pared mientras su visión se aclaraba.

Estaba solo en un corredor de servicio, con el hombro dolorido y los restos de una profunda y casi complaciente sensación de satisfacción que se disipaba como un sueño. Miró cuidadosamente a su alrededor, y luego suspiró.

—De modo que te hiciste cargo y pensaste que podías arreglártelas sin mí, ¿eh? —gruñó. El hombro le tintineaba como si acabara de despertar.

Jacob no tenía ni idea de cómo su otra mitad se había liberado, ni por qué había intentado encargarse de las cosas sin la ayuda de la personalidad principal. Pero debió encontrarse con problemas para renunciar ahora.

Una sensación de resentimiento respondió a aquella idea. El señor Hyde era muy sensible en lo referente a sus limitaciones, pero por fin se produjo la capitulación.

¿Eso es todo? Regresaron los recuerdos completos de los últimos diez minutos. Se echó a reír. Su yo amoral se había visto enfrentado a una barrera infranqueable.

Fierre LaRoque se hallaba en una habitación al fondo del pasillo. Entre el caos que siguió a su captura de la cámara-aturdidor, sólo Jacob pudo seguirlo, y egoístamente había recabado la tarea para sí.

Había jugado al gato y el ratón, dejándole pensar que había eludido toda persecución. Una vez incluso esquivó a un pelotón de personal de la base que se acercó demasiado.

Ahora LaRoque se estaba poniendo un traje espacial en un vestuario situado a unos veinte metros de una escotilla. Llevaba cinco minutos allí dentro y tardaría al menos otros diez en terminar. Ésa era la barrera infranqueable. El señor Hyde no podía esperar. Sólo era un conjunto de impulsos, no una personalidad, y Jacob tenía toda la paciencia del mundo. Lo había planeado así.

Jacob reprimió su disgusto, pero no sin sentir un retortijón. No hacía mucho que aquel impulso había sido una parte diaria de él. Podía comprender el dolor que la espera causaba a la pequeña personalidad artificial que demandaba gratificación instantánea.

Pasaron los minutos. Jacob observó el suelo en silencio. Incluso en su plena consciencia empezó a sentirse impaciente. Hizo falta un serio esfuerzo para mantener la mano apartada del pomo de la puerta.